Por Guillermo Bustos
Para empezar, tengamos en claro que a
Jorge Lanata no le interesa el juicio de la Historia , su ego, está por encima de la historia
y de los sujetos sociales e individuales; como así, de toda elaboración seria.
Por eso, serruchar pisos de compañeros de trabajo, estafar empleados y
calumniar sin pruebas serias, no pueden ser juzgados, él se eleva de manera
moral y profesional, por encima de las personas y las leyes; así considera que
sus injurias, atropellos y estafas se justifican por sí mismas, sin necesidad
de terceros, sin parámetros sociales, históricos o legales ya que nada ni nadie
está a la altura de él, menos la seriedad.
Apelamos a la inteligencia de los argentinos, y no al ego
de Lanata y los prejuicios de los Lanatistas. Este personaje, tomó de zonzos a
los argentinos en general: de repente, los “mafiosos” del Kirchnerismo son
zonzos, pesan las valijas de dinero sin importarles de que les intercalen
billetes de menor valor; también lavan la guita en su casa. Hace de la ficción
algo burdo, los supuestos mafiosos son boludos, mientras un Paparazzi que los
investiga es más vivo que ellos. Las ficciones de las películas del Padrino
contenían mejores argumentos y detalles del hampa y el lavado de dinero, pero
la seriedad no es importante, y es en éste punto donde Lanata no es una
excepción a la regla a una de las infamias, que es calumniar e injuriar al
enemigo político; siempre recurre a los mismos argumentos, y métodos, lo que
cambia es el decorado y el medio informativo.
Hace poco conmemoramos el 1º de mayo, donde luchadores
obreros fueron ejecutados por delitos que nunca cometieron. El Tribunal que los
ejecuto, recurrió al mismo método: sospechas, comentarios, falsos testimonios.
No es extraño a Lanata, ni a sus predecesores y
seguidores, si alguien defiende a alguna medida del kirchnerismo, es acusado
primero de estar en la rosca del robo y si critica la arbitrariedad y falta de
seriedad de las acusaciones, termina siendo condenado, sin juicio previo, como
lavador o corrompido por el dinero de los Kirchner. Por suerte, por ahora,
Lanata no dirige ningún tribunal: condenaría sin pruebas a los acusados, al
abogado y hasta el que cuestione sus métodos.
La historia Argentina revela otros antecedentes: El 6 de
septiembre de 1930, jóvenes provenientes de los barrios acomodados y ayudados
por un sector de clase media disconforme (movilizados principalmente por el
diario Crítica de Botana, periodista que siempre reivindicó Lanata), saquean la
casa del destituido, ese mismo día, Presidente Hipólito Yrigoyen, ubicada en la
av. Brasil. Los que hoy no dudarían de
saquear la casa de Cristina Kirchner, tienen sus antepasados en los que lo hicieron
con Yrigoyen, en busca de maléficas riquezas ocultas, obtenidas por dos
mandatos corruptos y despóticos, y que según el mismo periódico, sus únicos
beneficiarios era la “chusma”.
De las mismas acusaciones no se salvaron ni Juan D. Perón,
(con sus lentes infrarrojos para mirar desnudas a las jovencitas); su señora
Eva Duarte (llena de joyas), Ramón Carrillo, (que usaba el dinero de los
contribuyentes en algo llamado Sistema público de Salud) y ni siquiera en su
momento el General San Martín, (que quería gobernar como un déspota Sud
América) etc., pero la historia no termina ahí: Éstos sujetos, importantes en
la historia, que fueron eslabones de la Liberación Nacional
y Social, aun con aciertos y errores, una vez muertos, no pueden descansar en
paz. Cada nuevo movimiento similar al de estos caudillos, la prensa
calumniadora, empieza a reivindicar a sus victimas muertas en contra de sus
futuras victimas vivas, para lavarse la cara y así empezar un nuevo ataque. De
la reivindicación hipócrita y edulcorada que hacen los gorilas con la figura de
San Martín, de Perón; ni hablar del Che y Evita especialmente (para
contraponerlos a los “dictadores” Fidel y Perón respectivamente) o hasta de Ramón
Carrillo, precedieron los perdones post-mortem a los mártires de Chicago: total
el daño estaba hecho y los muertos no podían vengarse de sus verdugos que ahora
los reivindican.
¿Acaso Lonardi, al derrocar a Perón no simulaba
considerar que el problema era sólo el personaje? Pero los gorilas no sólo
quitaron el personaje, quitaron sus logros obtenidos llevando a la Argentina a un destino
de factoría agropecuaria. Tampoco para Uriburu, el problema era la moral de Don
Hipólito, sino que era el control sobre el petróleo, que a través del
radicalismo yrigoyenista lograba soberanía el Estado Nacional ante los grupos imperialistas
y su socia la oligarquía.
Se empieza atacando lo exteriormente negativo, pero al
demostrar que no es importante como lo hacen, su objetivo es aniquilar lo
bueno, para condenar al pueblo argentino a condiciones prehistóricas y por eso,
no es casual, que si alguna persona conocida diga, me gusta el matrimonio
igualitario, me gusta que 2.000.000 de viejos que fueran estafados pasen a cobrar
jubilación o que se haya acabado el hambre en condiciones inauditas éste
gobierno merece una parte de apoyo, es por eso el más atacado y acusado de
corrupto, por Lanata y todos sus titiriteros. Por eso a los progresistas que se
desilusionaron con el supuesto giro a la derecha de Lanata habría que
aclararles que Lanata siempre fue el mismo, acusa a Cristina con la misma vara
con que antes acusaba a Menem, el moralismo hipócrita, que no diferencia
modelos económicos-sociales de país en pugna; podríamos aclarar que si en el
pasado atacó a Menem, pero nunca a los capataces del presidente riojano, fue
para reservarse las fuerzas “morales” para atacar a un futuro gobierno nacional
y popular, que es lo que terminó naturalmente haciendo.