Por
Sebastián Jiménez
Al momento de ser
encontrado su cuerpo sin vida, hacía ya varios días que el Fiscal Nisman estaba
muerto. El mismo poder asesino que lo alimentó lo mató. A Nisman lo desmintió
INTERPOL, lo desmintió el Juez de la causa y se desmintió a sí mismo, aún más
veces. Estaba encerrado entre su falta de argumentos y los intereses que lo
obligaron a meterse en su opereta golpista. Estaba derrotado. Los multimedios
habían hecho de él un faro vengador, llamado en su hora a ser el factotum de la
Restauración Oligárquica; se encontró, de repente, a pocas horas de su Opus
Magnum en el Congreso, sólo y abatido. Iba a ir a hacer el ridículo, a contar
un guion impropio sin argumentos. Era un tentempié, un felpudo más de ésos en
donde el sistema sacudía sus pies, de esos que suele usar y tirar. A diario.
Consumada la
desaparición física de nuestro Fiscal Especial, limitar el alcance de las
consecuencias de su deceso a lo que pueda llegar a suceder de acá en más en la
Causa AMIA, sería subestimar a los factores de poder que están detrás del show
montado alrededor de Nisman. El Imperialismo teje sus redes internacionales de
dominación partiendo de la plataforma segura que le dan las infiltraciones a
escala global de una sus creaciones más monstruosas; la CIA, esa especie de
monstruosidad reliquia de la época de la Inquisición, aquí apoyada en su
sucursal local, la ex SIDE. La oligarquía, las fuerzas apátridas en general, se
apoyan en la sociedad conformada por los intereses comunes del “Hegemón
imperial” y los servicios de inteligencia. Es en el marco de este estado de
conspiración permanente a favor de los intereses del Imperio y de la Oligarquía
nativa, y no en otro, donde habrá de ubicarse a la tarea llevada adelante por
el Dr. Nisman.
Once años pasaron
desde la creación de la Fiscalía Especial AMIA y desde que el Dr. Nisman fue
puesto al frente de la misma. Tiempo durante el cual la causa durmió el sueño
de la pista iraní por el cual, siguiendo la línea heredada del procesado juez
Galeano, trabajó incesantemente nuestro Fiscal Especial ya sea fabricando
pruebas o desviando la atención de la pista local pero siempre y sin excepción
reportando a la SIDE de Stiusso y a la Embajada Norteamericana. Cabe recordar
en este sentido las declaraciones del ex secretario del Juez Juan José Galeano,
y principal testigo del juicio por encubrimiento de la Causa AMIA, Claudio
Lifschitz, publicadas por la Revista Veintitrés y en donde incrimina de manera
directa a la SIDE con la autoría del atentado: “Es homicidio por dolo eventual.
Sus acciones no pueden computarse como un error. Ellos infiltraron la célula
terrorista, hasta le prestaron asistencia logística, después la perdieron y se
encontraron con la voladura de la AMIA. Todo lo hecho en la causa de la
voladura de la mutual de la calle Pasteur fue hecho para encubrir la desastrosa
participación de este organismo de inteligencia. Todo fue minado para que no se
llegue a nada, y Nisman tuvo mucho que ver en esto”. En el mismo sentido el ex
interventor de la PSA, Marcelo Saín, recuerda; "Nisman era empleado de la
Secretaría de Inteligencia que, a su vez, bajo la mano de Stiusso, era una
sucursal de la CIA". Y que “Nisman reportaba a la CIA, que a su vez se
mueve por sus intereses corporativos. Ni siquiera la CIA está alineada con los
intereses norteamericanos, sino de un sector republicano de Estados
Unidos".
Fue por esto que, más allá de la sorpresa generalizada por lo repentina de la denuncia de Nisman contra la Presidente de la Nación, y por su asombrosa falta de solidez argumentativa y evidente inverosimilitud, quedó claro desde un primer instante el origen y el fin de tamaño desvarío judicial. Desestabilizar y conseguir la caída antes de octubre del gobierno popular de la Dra. Fernández.
Con una partidocracia liberal inoperante, desorganizada y sin ideas, a la Oligarquía y al Imperialismo nos les quedó otra opción que apoyarse en los dos espacios donde, por limitaciones propias principalmente, el gobierno popular no había podido imponer su afán democratizante; el Poder Judicial y los Servicios de Inteligencia. Y con ayuda de los dos aparatos y de uno de sus empleados más brillantes, nuestro inefable Fiscal Especial, pergeñaron esa fábula idiota de barriles de petróleo y de granos que nunca se vendieron, de alertas rojas que nunca se levantaron y encubrimientos que cual alfombra voladora terrorista venían a ensombrecer con su vuelo corrupto, la moral afrancesada de una patria provista para muchos y prevista para pocos. Una patria chiquita, que viene a ser restaurada a fuerza de golpes y operaciones como la denuncia y la muerte de Nisman, organizados desde complejos como Le Parc y barrios como Recoleta, San Isidro o Vicente López, guaridas de los mismos lobos de guante blanco y sonrisa de cordero, que no soportan que los pueblos tomen lo que les corresponde de lo que su clase cree de su exclusiva propiedad.
Fue por esto que, más allá de la sorpresa generalizada por lo repentina de la denuncia de Nisman contra la Presidente de la Nación, y por su asombrosa falta de solidez argumentativa y evidente inverosimilitud, quedó claro desde un primer instante el origen y el fin de tamaño desvarío judicial. Desestabilizar y conseguir la caída antes de octubre del gobierno popular de la Dra. Fernández.
Con una partidocracia liberal inoperante, desorganizada y sin ideas, a la Oligarquía y al Imperialismo nos les quedó otra opción que apoyarse en los dos espacios donde, por limitaciones propias principalmente, el gobierno popular no había podido imponer su afán democratizante; el Poder Judicial y los Servicios de Inteligencia. Y con ayuda de los dos aparatos y de uno de sus empleados más brillantes, nuestro inefable Fiscal Especial, pergeñaron esa fábula idiota de barriles de petróleo y de granos que nunca se vendieron, de alertas rojas que nunca se levantaron y encubrimientos que cual alfombra voladora terrorista venían a ensombrecer con su vuelo corrupto, la moral afrancesada de una patria provista para muchos y prevista para pocos. Una patria chiquita, que viene a ser restaurada a fuerza de golpes y operaciones como la denuncia y la muerte de Nisman, organizados desde complejos como Le Parc y barrios como Recoleta, San Isidro o Vicente López, guaridas de los mismos lobos de guante blanco y sonrisa de cordero, que no soportan que los pueblos tomen lo que les corresponde de lo que su clase cree de su exclusiva propiedad.
Mostrarle al pueblo
quién es quién en esta historia y rebatir con organización y militancia las
ráfagas de ametralladora de la prensa oligarca, son la consignas de la hora.
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