Por Juan Carlos Dennin
Siempre que hubo una devaluación
en nuestro país, se sucedían luego una
serie de fases concatenadas y mansamente aceptadas por el cuerpo social, como
ser el aumento de los precios, las especulaciones, y el accionar indiscriminado
de monopolios y oligopolios. La
respuesta inmediata era salir a comprar indiscriminadamente “por las dudas”,
con lo que se aceleraba aún más esa espiral desenfrenada de aumentos.
En esta ocasión, la aparición de
“Precios Cuidados”, además de no establecer precios arbitrarios, surge como
una escuela o pensamiento de formación
social que genera un debate sobre cómo se construyen los precios de la economía
cotidiana. Además, lleva a repensar el poderío de las grandes cadenas de
supermercados, la concentración empresarial en diversas zonas de la producción
y las intermediaciones que encarecen bienes y servicios. Parece ir más allá del control de precios, y pone en blanco sobre negro al reproblematizar
el rol del consumidor y del acto de consumir.
Si se enfoca “Precios Cuidados”
como solución definitiva se estará fundamentando un error. Es solo
el inicio de un largo camino. Una posibilidad de avanzar, habrá de ser la
profundización de políticas que implementen el fortalecimiento de la economía social, desarrollando formas de
organización y de distribución con niveles de precios adecuados y abriendo
canales diferenciados de venta.
Tanto el Mercado Central como las
diferentes ferias desplegadas a lo ancho y a lo largo de nuestro territorio,
pueden estar señalando una alternativa viable, al permitir precios más
accesibles para la población. El
despliegue de esta contingencia deberá ser cuidadosamente planificado, porque
que hoy es sumamente desparejo, ya que está comprobado que en los centros
urbanos más poblados no hay muchas ferias establecidas. El INTA relevó 144 ferias de agricultura
familiar, y comprobó que, por ejemplo, en Misiones existen 44, en Buenos Aires
16, en Entre Ríos 4 y en Tucumán 1 sola.
Por otro lado, la Secretaría de Desarrollo Rural, que depende
Ministerio de Agricultura nacional, estimula esta clase de espacios comerciales,
especialmente en comunidades medianas y
chicas. A su vez, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación impulsa las ferias
itinerantes.
Las ferias están generalmente
coordinadas por cooperativas y reciben apoyo de los municipios. Son espacios en los que los productores
pueden encontrarse con los consumidores, y al quedar eliminadas las cadenas
intermediarias se pueden encontrar precios inferiores a los que ofrecen los locales
habituales, como así también los supermercados. Sistematizar el desarrollo de
este sistema como alternativa será complejo, no tendrá una rápida resolución,
pero armar redes de productores que pasen por alto las cadenas de
intermediación será fundamental.
Un buen ejercicio será el
comenzar a medir la intencionalidad de los diferentes actores políticos. Se podrán analizar las actitudes que adopten
cuando definan la importancia que den a
los espacios defensores del poder adquisitivo de la población, priorizándolos por sobre quienes especulan
con su propia rentabilidad voraz. Un
ejemplo negativo ha sido el intendente de La Plata, Pablo Bruera, quien
impidió que se abriera una sucursal del
Mercado Central en la parte céntrica de la ciudad que gobierna. Luego, ante presiones recibidas, y como una alternativa,
debió acordar con el Gobierno Nacional su apertura, aunque será en la zona
periférica platense.
No solo las presiones por el
dólar y el accionar empresarial para potenciar su propia rentabilidad intentan
oprimir nuestro cuerpo social. La concentración del mercado en manos de muy
pocos productores también favorece que suban los precios. Apoyar las ferias, fomentar el comercio
justo (forma alternativa de comercio promovida por organizaciones no
gubernamentales y por movimientos sociales y políticos que promueven una relación
comercial voluntaria y justa entre productores y consumidores) y sostener la producción de empresas recuperadas deberán ser pilares
fundamentales para garantizar precios más baratos y normas de comercialización
diferentes.
Otra alternativa puede ser la
creación de una gran empresa comercializadora estatal. La misma serviría de freno a la presión
especuladora, haciendo llegar bienes y servicios a la población, compitiendo
con los privados al eliminar intermediarios.
No solo productos alimenticios se podrán comercializar en las
ferias. Se podrán incluir artesanías,
accesorios hogareños, productos textiles y varios otros. Solo la organización y
la defensa de nuestros derechos nos permitirán avanzar. ¡ El que no nos esquilmen con la especulación
es uno de ellos !
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