Por Guillermo Bustos
Para Trotsky, uno de los revolucionarios
citados por Hugo Chávez, sostenía que entre la revolución democrática y la
revolución socialista, existía un ritmo revolucionario permanente. Para Chávez,
el primer paso, fue comprender las tareas democráticas-nacionales de su país:
liberación nacional, reforma agraria, sostener la propiedad nacional sobre el petróleo,
desarrollo de las fuerzas productivas y su corolario, la unidad nacional latinoamericana,
aún cuando subsistiera el régimen económico burgués (Impulso de la UNASUR , CELAC, ALBA, y
Banco del Sur, entre tantos otros esfuerzos reunificadotes)
Hugo Chávez, sin ser marxista partiendo de
la revolución nacional, se acercó empíricamente al socialismo. Empezando la
revolución nacional, fue comprendiendo principalmente, que la burguesía
nacional, iba abandonando las tareas que le correspondían a la revolución
burguesa y entonces, empezó a sustituir a esa burguesía nacional impotente, por
el pueblo movilizado, dándole importantes conquistas y por eso, pudo sobrevivir
hasta la actualidad su proyecto liberador, imprimiéndole metas socialistas.
En Chávez, no solo se mezclaban las
experiencias históricas positivas de Bolívar y el Che, también otras más
cercanas y negativas, le toco vivir en su juventud. El neoliberalismo y la
recolonización de Latinoamérica, en la forma más cruel: la derrota de Argentina
en la Guerra
de Malvinas, donde Venezuela apoyó a nuestro país y, frente a Venezuela, Granada
era tomada en un día por EE.UU. y en 1989, el sistema neoliberal asesinaba a
3.000 manifestantes durante el Caracazo. Él empezó con la indignación ante
tantas tragedias y se alzó en armas contra ellas en 1992. Ésta epopeya, que
terminó en fracaso, fue el inicio de Chávez que lo llevó a ganar las
elecciones.
Durante su presidencia, Bush se fagocitaba
en semanas a países como Afganistán e Irak, pero a pesar de la prudencia
mostrada inicialmente por Chávez, ante un mundo donde EEUU mostraba su poder de
fuego, el Imperialismo intentó derrocarlo en abril de 2002. Pero gracias al
apoyo del pueblo, y no de una burguesía que se alejaba de sus tareas
históricas, Hugo Chávez, decidió que sólo las masas populares podían llevar a
cabo las tareas inconclusas de la revolución nacional.
Las tareas nacionales, las fue enlazando con
tareas sociales: reducción del analfabetismo, pensiones a la vejez,
nacionalización del petróleo, desarrollo tecnológico, reducción de la
desnutrición infantil y nacionalización de sectores estratégicos de la economía
como el acero. A medida que daba beneficios a su pueblo, la burguesía se iba
alejando de él y se pasaba de bando y tenía que sustituirla por el Estado.
Viejos camaradas de armas lo empezaron a criticar, pero Chávez, al combinar los
dos aspectos del programa revolucionario (el nacional y el social) fue ganando
apoyo mientras que sus ex camaradas pasaban al olvido por parte del pueblo.
Para la oligarquía de Latinoamérica y el
Imperialismo esto traía el recuerdo de la Revolución Cubana ,
que Chávez tanto amaba, pero no quería quedar aislado y dejar aislada a Cuba y
fue cumpliendo la tarea de unir los países de Latinoamérica y entablar
relaciones de amistad con los países de la periferia. De ésta manera salvaba la
revolución cubana, extendía la soberanía de su país y a la vez no caía en las
provocaciones donde, en un mundo recolonizado, los enemigos son muchos y poderosos.
Para Marx, la
Revolución democrática-burguesa, era el preludio de la
revolución Socialista. En Hugo Chávez se encontraba el prólogo, el desarrollo y
aspiraba a ser el desenlace; no es
casual sus citas de Perón y el Che, Bolívar y Fidel Castro, cosa que disgustaba
bastante a los enemigos de los pueblos y, muchas veces, del discurso pasaba a
la acción, pero también fue el preludio para poner en pie a los pueblos
Latinoamericanos y algunos de sus líderes.
No es casual que Venezuela, provincia de la Nación latinoamericana
inconclusa, haya dado a luz un
revolucionario tan ejemplar y original ya que a diferencia de los países
centrales del primer mundo, en Venezuela las necesidades materiales sobraban
mientras que en los países centrales, gracias al saqueo colonial, éstas estaban
ausentes. Por Hugo Chávez pasaban las necesidades del pueblo venezolano como
así intelectuales latinoamericanos que aspiraban a liberación nacional y el
bienestar del pueblo, el renombrado Bolívar, el venezolano Rufino Blanco Fomoba
y su amigo, el argentino Manuel Ugarte. Ésta combinación hizo que en Venezuela
y en Latinoamérica surgiera uno de sus hijos más ingeniosos y originales.
Latinoamérica lo parió y lo moldeó y él dio sus frutos, y fue uno de sus frutos
más preciados, un pueblo fortalecido, aún con escenas de dolor, que lo devolvió
a la tierra de donde vino. Ese pueblo fortalecido ahora es el nuevo preludio,
es hora que ese fruto tome los demás frutos para llevar a su feliz culminación los
objetivos de Chávez: la liberación nacional y el socialismo, como en
agradecimiento a la tierra latinoamericana que dio a su mejor hijo.
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