Por
Daniel Chaves
En
jornadas donde sobresalen las frases hechas, los lugares comunes y el cinismo
como recurso evasivo-argumentativo desde las esferas de nuestra dirigencia
política vernácula y muy en particular, desde las huestes del oficialismo
ultra-liberal oligárquico, Enrique Santos Discépolo retorna necesario,
imprescindible, para señalarnos con estiletazos de su arte, el marco general de
hipocresías y descreimiento del que hacen gala los anteriormente señalados.
Pero
no todas las espinas corresponden al bloque liberal, profundamente
antinacional. Claudio Katz, en su nota del 29/05 para rebelión.org, esgrime una
crítica que se torna atendible al aseverar que “el kirchnerismo sugiere que todos los dólares contados en La Rosadita
son irrisorios en comparación a los desfalcos perpetrados por la familia Macri.
Detalla los fraudes de su rival, pero se muestra muy reticente a aclarar lo
ocurrido en el campo propio. En este terreno plano repite todos los lugares
comunes del oficialismo. Convoca a que la ´justicia investigue´ y se excusa de
emitir cualquier opinión antes que aparezca algún dictamen de los tribunales.
Esta postura le impide al kirchnerismo hablar seriamente de la corrupción. Es
la misma actitud que adoptan los hombres del Pro para eximir a Mauricio Macri
de todas las anomalías cometidas…”
Caído
el fetiche harto trillado de la corrupción (que sólo sirve a esta altura, para
entretener y desviar la atención de importantes sectores de la sociedad en
medio de la tragedia económica, social y laboral que venimos atravesando), va
siendo tiempo de cruzar debates por modelos integrales de país que disputen
hegemonía y que influyan en el muy golpeado escenario regional presente y
futuro.
Claro
que aquí también tropezamos con serias dificultades: de un lado, la actitud
–entre fanática y obtusa- de la mayoría de los funcionarios nacionales,
encerrados en sus decisiones aparentemente innegociables, amparados por un
bloque de poder como muy pocas veces existió en la historia nacional. Del otro,
la escasa capacidad de cohesión opositora, y del PJ-FPV en especial. Una lucha
intestina que no cesa y que, en última instancia, facilita la gobernabilidad
presidencial, aún a pesar de las torpezas del Ejecutivo.
En
el medio y sin disponer de los tiempos de la política ni de la justicia, los
trabajadores en riesgo cotidiano. Algunos, organizados aunque más no sea en
defensa propia. Otros, dispersos pero atentos al proceso inflacionario y de
abrupto deterioro salarial. Acá no se habla de listas electorales ni “roscas”
para dentro de un año, sino de lo esencial: comer, vestirse, sostener un techo
donde subsistir.
Posiblemente
el enfoque comunicacional deba adaptarse a la agenda popular y no repetir
inocentemente la que propone el establishment, ya sea en pretendida obsecuencia
o desde las antípodas ideológicas.
La
suma de la creciente organización popular en defensa propia, la lucha
comunicacional por la instalación de agenda propia con el consiguiente
fortalecimiento de medios contra-hegemónicos, y el gradual crecimiento de una
columna sindical dispuesta a enfrentar con toda audacia al más cruento
liberalismo que se engalana en la persona de Mauricio Macri, servirán para
empujar –acaso contra su propia voluntad- a la oposición parlamentaria a
ejercer un rol de confrontación más definido contra el proceso de desguace
total al que se nos va dirigiendo en tanto Estado Nacional al servicio del gran
capital transnacional.
De
momento, Discépolo y sus agrias metáforas marcan el termómetro de la hora
presente. El supuso que “los inmorales
nos han igualao…”. Sin embargo y de momento, la realidad viene superando a
aquella ficción “renegada” y de valeroso espíritu libertario.
0 comentarios:
Publicar un comentario