Por Juan Carlos Dennin
Octubre y septiembre, así invertidos, son
marcas indelebles en la vida del Movimiento Nacional y Popular en Argentina. El
primero, porque en él se anida su base fundacional, y septiembre, porque allí,
tanto en 1942, como en 1955, comienza el
inacabado sueño quimérico de quienes quieren desmembrarlo. De Lonardi, Rojas y
Mc Lean al Cambiemos – Multimedios – Comodoro Py no existen diferencias de
fondo en lo que pretenden alcanzar, solo son diferencias de forma.
Aquel noveno mes del 55, determinaba el final
de una época destinada a marcar definitivamente la historia argentina. Con
violencia, culminaba una etapa plena en virtudes y defectos, pero que mostró avances
hasta entonces impensados en nuestro país en el terreno social, y en la mayor redistribución del ingreso de nuestra
historia, poniendo en pie de igualdad, por primera y casi única vez, la
distribución de la renta entre los que la producían y los que la disfrutaban.
Si atravesamos los tiempos, podemos encontrar similitudes entre aquel
gobierno de las botas, y este de los votos. Aquellos “libertadores”, según decían, venían
a terminar con las prácticas antidemocráticas de la “tiranía” mientras que hoy
vienen a terminar con las supuestas falencias dejadas por “el populismo”. Los
gobiernos que suceden a los movimientos populares siempre impulsan
políticas económicas y sociales antagónicas a las de los gobiernos
depuestos, y utilizan el tema de la corrupción como caballito de batalla para
tapar los resultados perniciosos de sus propias políticas.
No
existen demasiadas diferencias en el accionar del Contralmirante Leonardo Mc Lean hace casi
sesenta años y el accionar actual del tándem mediático-judicial, que es cómplice
de Cambiemos. En el “Libro Negro de la
Segunda Tiranía”, de su autoría ( la de J.M. de Rosas había sido la primera
según él mismo autor) podemos encontrar títulos tales como “Corrupción y desorden”; “El
acrecentamiento patrimonial de los legisladores de la dictadura”; “Monopolio de
la publicidad”; “La corrupción oficial”; “Martirologio de la prensa libre”, “La
propaganda”; “El miedo”; “Un ejemplo de intimidación pública”; títulos
similares a los que hoy se escriben a diario desde un aparato multimediático
sin precedentes.
No es una casualidad permanente Es
un accionar deliberado e invariable de deformar la realidad, presentándola como
si fuese una mera descripción desinteresada de los acontecimientos, para lograr
el direccionamiento de la opinión pública. Esto acontece pueto que está
comprobado que el 95% de las decisiones que adoptamos como individuos son
emocionales. Por lo tanto apuntan subliminalmente en beneficio de los sectores
concentrados de poder.
Aquel llamado gobierno de la “Revolución
Libertadora”, fue el que tomó la decisión, en febrero de 1956 el ingreso de la
Argentina al Fondo Monetario Internacional y aplicó el “plan Prebisch”, que fue
el primer programa de “ajuste” del Fondo aplicado en nuestro país. No es una
eventualidad, entonces, que el actual gobierno de Cambiemos haya logrado que nuestro país actúe
nuevamente bajo el ala de ese mismo FMI y en solo nueve meses, ajuste mediante,
nos haya endeudado en u$s 48000 millones.
La realidad nos indica que son los sectores populares quienes han
recibido los golpes más duros. El retroceso en políticas sociales, el aumento
del desempleo, la pérdida del valor del salario y el crecimiento de la
informalidad son las señales que nos lo indican. Transformaciones en el campo económico y
político que se han impulsado durante más de una década, se van desarticulando
en pocos meses gracias a las políticas reaccionarias del macrismo.
El machacar mediático persiste, como si fuera
el cañoneo permanente sobre una cabecera
de playa que se ha de conquistar a cualquier costo. La ofensiva neoliberal del macrismo
va más allá de un crecimiento político partidario. El objetivo que se han marcado es
profundamente cultural: cambiar el paisaje de la sociedad. Su política, la
política que intenta inocular en el cuerpo social, la convierte en un mero instrumento
jurídico-administrativo con la oratoria grandilocuente de los Ceo´s de
empresas, impulsando, además un individualismo extremo. El fin es lograr que
cada uno acepte voluntariamente la servidumbre a la que será sometido. ¡Vienen
hasta para modificar la Historia !
Hoy es
el tiempo en que el Movimiento Peronista
debe estar, más que nunca, a la altura de las circunstancias. Tiene que
construir con el que piensa diferente, buscando el derrotero de un camino común de entendimiento, de
acuerdo y de diálogo. Debe convocar a
los sindicatos, organismos de derechos humanos, organizaciones empresarias y
sociales, comunidades educativas, intelectuales, científicos y a todas las
fuerzas políticas del campo popular.
Por diferentes razones, dentro de
los avances de los últimos doce años, hubo transformaciones que han sido
insuficientes. No se logró reformar el sistema financiero, ni el régimen
impositivo, pilares fundamentales para solidificar la justicia social; tampoco hubo una fuerte
presencia de federalismo. Tampoco se han construido consensos para evitar lo
que aconteció. Estos pueden ser algunos de los puntos de referencia sobre los
que habrá que actuar y avanzar.
El Movimiento deberá entender que el pueblo vota por expectativas. El
proyecto les deberá hablar del futuro, reivindicando lo que se realizó durante
doce años, pero teniendo la inteligencia para subrayar lo que no se pudo o no
se quiso hacer, o lo que estuvo mal hecho.
Todo el peronismo deberá estar incluido, porque nadie debe hacer uso del
“peronómetro” para que alguno quede “afuera” y menos aún entrar en el juego de
las diferencias que impulsa el gobierno para dividir. Un programa abarcativo, que incluya las herramientas que signifiquen
el impulso del desarrollo y la distribución, serán las prendas de unidad, junto
con las banderas de la cultura nacional y popular. La construcción de un amplio
frente hacia la elección de medio término debe llegar a convertirse en el freno
a la reelección de Mauricio Macri.
Habrá que tener en cuenta, como
hecho negativo, que si no se logra la unidad del peronismo, la sociedad puede
dirigirse hacia otros rumbos, lo que dejaría como saldo un federación de
satélites “justicialistas” que permanecerán conectados únicamente por una
liturgia solo compuesta por bombos y banderas, pero alejados de la realidad
social. Pero, he aquí lo positivo, las mejores condiciones para lograr la
construcción de una nueva mayoría se encuentra en manos del peronismo. La unidad
en la acción y en el pensamiento serán las armas para rever los procesos políticos neoliberales que nos están
llevando a la fragmentación social y a la miseria, y rectificarlos en beneficio
de la sociedad toda. El tiempo para
llevarlos adelante ya está corriendo.
Salvo por la circunstancia de que es un gobierno elegido por votos, las similitudes con el accionar de los golpistas de 1955 son casi calcadas.
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