Por
Daniel Chaves
1.
Si
no te pueden comprar, buscan acallarte, sin concesiones ni buenos modales. Así,
grosso modo, es el mecanismo de
subordinación y disciplinamiento social que han empleado hasta nuestro presente
los sectores entroncados en el liberalismo económico –sea cual fuere su
procedencia político partidaria.
El
trabajo, sórdido y macabro si los hay, de los grandes medios de comunicación de
masas para preparar las condiciones psicológicas y culturales en una
considerable porción de la sociedad, es de una complejidad y refinamiento que
bien merecerían reconocimiento y admiración intelectual, si los fines para los
que trabajan fuesen diametralmente opuestos a los reales.
La
estigmatización por color de piel, nivel socioeconómico, ideología política,
elección sexual y otras, no es novedoso, pero se viene exacerbando como
condición previa a la justificación de diversas medidas del gobierno en
desmedro del conjunto de la clase trabajadora. De los “negros”, como gusta
decir el pútrido paladar clasemediero, tilingo y analfabeto en términos
políticos, que define procesos electorales tan a menudo más por mezquindades
individualistas que por análisis macroeconómico y coyuntural, ni nada que se le
asemeje.
En
este marco, no asombra pero sí asusta cada día más, la persecución que las
fuerzas de seguridad realizan y que suelen ser tan proclives a efectuarse entre
los jóvenes de sectores socioeconómicos postergados, bajo el rótulo de
sospechosos –cuando no culpables con o sin causa.
Los
chicos que llevan adelante con tanto sacrificio como éxito la revista “La
Garganta Poderosa”, como es de común conocimiento, están siendo acosados tras
haber sido privados de su libertad sin motivo alguno, golpeados y torturados
por efectivos de Prefectura en total complicidad con agentes de la Policía
Federal en el barrio porteño de Barracas. Ni la Ministra de Seguridad, Patricia
Bullrich, ni el Secretario de Derechos Humanos, después de 10 días se
expidieron sobre las torturas padecidas por estos pibes valiosos como cualquier
otro compatriota, y más también. Es un silencio institucional que a todas luces
se insinúa como un cheque en blanco para el accionar desenfrenado de las
diversas fuerzas de seguridad que transitan nuestras calles.
2.
“Pobreza
cero en cuatro años es obvio que no se alcanza. Es un camino”, dijo el
presidente Mauricio Macri y desdijo así, descarnadamente el slogan que repitió
durante toda la campaña y buena parte de su gestión. De la cual, curiosamente o
no tanto, ahora se niega a ser evaluado…
Frente
a tamaña vocinglería, el empleo industrial cayó en abril y junio casi un 2 por
ciento con respecto a igual curso del año pasado. Junto con el sector fabril,
el de la construcción exhibe los retrocesos más relevantes. El marco nos
presenta, además, a una desocupación ya cerca del 10 por ciento contra poco más
del 6 en 2015, sin contar a la franja informal de la economía. El salario de
los trabajadores registrados, solamente en la industria, ya perdió alrededor de
15 puntos, con reducción de las horas trabajadas de los obreros ocupados.
Represión,
censura y empobrecimiento de los trabajadores. Así cierran los proyectos
neoliberales en los países subdesarrollados, o semi-dependientes, como más les
guste.
3.
En
los últimos días quien escribe estas líneas fue consultado acerca de por qué
Huellas Suburbanas no divulga “noticias positivas”, siendo, desde esa óptica,
una especie de lamento pesimista de circulación mensual. La respuesta fue muy
sencilla: “Porque para esa modalidad sobran los medios y colegas que canjean
noticias optimistas por pautas publicitarias”. Nuestro desafío nunca pasó por
ahí. Tampoco buscamos redundar en el inconsistente panorama “optimista” cuando
por un lado, los grandes poderosos se regocijan con superganancias y, por
decantación, gruesos sectores de nuestra población comienzan a padecer la
violencia del hambre y de una postergación aún mayor a la que ya sufrían desde
antaño.
El
horizonte inmediato nos marca la necesidad de que la lucha pase centralmente
enraizada por el corazón del movimiento obrero como vía de resistencia al
neoliberalismo. Paralelamente se continúan evidenciando lánguidas
indefiniciones, dilaciones y una lucha de intereses inter-sindical que parece
cosa de nunca acabar. Y a todo esto, mientras se dirimen esas disputas, el
tiempo no para, el aquí-ahora con todas sus urgencias es incesante y nuestra
querida Argentina continúa sufriendo las consecuencias del atropello
institucional que se complementa con la ineficacia de quienes, desde la
oposición política, deberían defender incondicionalmente al pueblo y, por ende,
enfrentar al gobierno pro-imperialista con mucha mayor intransigencia.
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