Por
Juan Carlos Dennin
¿Por qué habría que apoyar a este proyecto
nacional y popular en las próximas elecciones?
Las argumentaciones podrían ser diversas
y hasta diferentes entre sí, pero voy a señalar algunas en las que creo, y pienso que pueden destacarse por sobre las
demás:
-
Un nuevo mundo está emergiendo desde América latina, y Argentina se ubica, como
nunca antes había sucedido, en el lugar correcto de esa nueva configuración.
-
El gobierno nacional es consciente del nuevo tiempo que estamos atravesando,
por lo que no habrá ni retorno al pasado, ni la rendición o “fin de ciclo” que
desde hace tiempo vienen pregonando desde los medios monopólicos y sus
adláteres opositores mediáticos.
-
Tenemos gobierno, un gobierno que rompió lo ejes de la vieja política, y que resignificó
a la misma. Lo hizo tanto desde el
momento en que dijo no al ALCA, en Mar del Plata, teniendo tan solo el 22% de
los votos, como cuando decidió dar forma a profundas transformaciones como las
que el pueblo reclamaba en aquel 2001. Sin olvidar, además, el momento en que
se plantó con dignidad ante aquel juez municipal del imperio que nos declaró en
“default” y en desacato en una interpretación muy curiosa de las leyes.
Así mismo, se puede resaltar que todos los
avances que se han ido alcanzando, fueron desarrollados al mismo tiempo que se padeció una profunda agresión
descarnada desde la mayoría de los grandes medios antagónicos, que no han
titubeado en desvirtuar, mentir o difamar al oficialismo y a sus logros. En paralelo, sus comunicadores viven
apoyando a toda manifestación de los sectores políticos de la oposición. Recordemos tan solo que, allá por mayo de
2003, el diario La Nación arrancó dándole la despedida al presidente patagónico
que aún no había asumido bajo el título “La Argentina ha resuelto darse
gobierno por un año”, en base a supuestas informaciones atribuidas a un
“Washington” indefinido y muy peligroso. De este modo actuaron durante estos
doce años.
En la
medida en que se vayan diluyendo las chances de los candidatos opositores, esos
que parecen no dar pie con bola, las corporaciones van a incrementar la
creación de situaciones que intenten hacer zozobrar al gobierno nacional. A manera de corte procesal, cada tapa de Clarín
y La Nación, y sus repetidoras mediáticas emitirán su propio fallo judicial contra todos los hombres y
mujeres que no se rindan y no se sometan a sus intereses. Día tras día se pueden ver estos intentos de
la corporación mediática-judicial. Escalada
que se irá intensificando porque saben
que van a seguir perdiendo privilegios, e inclusive, que en esta oportunidad,
puede ser para siempre. Hace pocos días se pudo ver como el juez Bonadío movía
una “causa” paralizada desde hace seis meses sobre el hotel Hotesur, intentando
involucrar a la familia presidencial y por lo tanto buscando opacar la imagen
del Frente para la Victoria.
Viajando en el tiempo y recorriendo aquel
2003, tengo presente el paisaje que acompañaba al presidente Néstor Kirchner.
Lo conformaba un cuadro heredado de desocupación, pobreza, indigencia,
deserción escolar, multitudes protestando en las calles, paros… y muchas otras
dificultades. Pero doce años después,
quien reciba la banda presidencial por parte de su sucesora, Cristina Kirchner, encontrará
aquellos indicadores invertidos, con soluciones que todavía faltan, pero sobre
una plataforma muchísimo mejor para quien tenga que tomar la posta del gobierno.
La lista de logros alcanzados por los tres
gobiernos del kirchnerismo es tan interminable, así como también lo es la lista
de asignaturas pendientes que quedan para resolver en lo social, en lo
económico, en lo político, en lo cultural, o en lo internacional. Lo
importante es que sabemos que no estamos solos.
Además de los integrantes de la Patria Grande y otros gobiernos amigos,
los pueblos de Europa comienzan a despertar de su letargo, y el comenzar a
despabilarse está tomando formas de izquierda nacional.
Frente
a las mentiras y a las agresiones con que pretenden mancillar todos los logros,
la respuesta siempre fue sencilla y
preclara: ¡Tenemos Patria!
El gran dilema opositor es que el plan que
desean llevar adelante demandaría ir a contramano de las reivindicaciones
obtenidas en estos años por la sociedad.
Por eso mienten con que las mantendrán, o simplemente, tienen que negar
cuáles son sus verdaderos planes de gobierno. Al carecer de herramientas, no encuentran más solución
que embanderar demandas, desde una posición pesimista, sobre problemáticas de
difícil resolución. Cabalgan haciendo foco en aquellos problemas que movilizan
al colectivo electoral como la inseguridad, la corrupción y la inflación. Pero
construyen un discurso que termina siendo ilusorio cuando quedan al descubierto
las maniobras en que se ven envueltos sus candidatos y los intereses de
aquellos con quienes se vinculan.
Para ver donde lado se ubica el amplio
espectro político, podemos nacionalizar en los análisis el posicionamiento
internacional de los dirigentes políticos. Luego, preguntarse y responder en consecuencia: ¿De
qué lado se ubicaron y ubican los opositores en el tablero planetario? ¿Apoyaron a Cristina en su política exterior
soberana, la que desplegó en sus años de mandato? ¿Aceptaron el rechazo a los
planteos del juez Griesa? ¿Apostaron a
la UNASUR? ¿O más bien la rechazaron? Las respuestas son obvias: patearon en
contra, casi siempre. Entonces, pensando en Argentina… ¿Qué podemos esperar de
un gobierno encabezado por esta oposición?
El mayor
dilema de quienes se contraponen a este gobierno es como van a enfrentar cara cara a la juventud.
Y es que el alma de aquella generación diezmada, esa que nació a la militancia
con Perón y el Che, con Mao Tse Tung, Vietnam, el Tío, y Salvador Allende, sobrevuela y conduce los
destinos de nuestro país y de muchos países de la región. Y hoy en día esta
nueva juventud, la que agita las banderas de liberación, canta ríe y participa,
reconoce su origen en aquella. Y esto también es uno de los logros obtenidos al
resignificar la política, porque entonces no la pueden engañar.
Creo que estamos viviendo, y por primera vez
en nuestra historia, un largo período de predominio del Estado soberano y
democrático por sobre los intereses antisociales de las corporaciones privadas.
Tenemos que defender el valor que nos hizo fuertes a los argentinos y que es el
ser un pueblo y una nación en marcha. Es la herencia mayor que nos deja el
kirchnerismo. Y a la hora de votar,
habrá que tenerlo en cuenta.