Por
Lic. Pablo Santiago
¿Para
qué sirve el verticalismo que pregonan algunos, sobre todo en el marco del
“peronómetro” del que se jactan ser los dueños? Uno supone que las prácticas
políticas tienen, entre sus distintas finalidades, la de construir poder con
arreglo a fines; en el mejor de los casos suponemos que esos fines son ideas y
políticas de Estado coherentes con un proyecto de País soberano, de justicia
social e independencia económica. Entonces, la idea de unir al Movimiento está
asociada al verticalismo, que homogeniza las diferentes corrientes internas y
las alinea en torno a una conducción política, que debe servir a esos fines. De
lo contrario, no queda claro qué utilidad, nacional y popular, aportaría esto
del verticalismo y el culto a los símbolos vacíos de contenido, en muchos
casos. La conducción política debe representar equilibradamente a todos los
sectores del Movimiento Nacional que persiguen los fines antes mencionados,
para que sea una conducción legítima (y tenga sentido de utilidad para el campo
popular). De lo contrario, el supuesto “verticalismo” empieza a confundirse con
el arribismo, el oportunismo, y todo tipo de prácticas más cercanas a ser un
simple mercenario antes que a pretender construir una fuerza política
transformadora. El costo-beneficio de seguir a cualquier personaje, con el
argumento del verticalismo y la acumulación de un supuesto poder, conlleva más
costos que beneficios; carece de sentido el pragmatismo cuando se es furgón de
cola, en un proyecto político ajeno al propio, conducido por personajes que no
representan en casi nada al kirchnerismo (ni duro ni blando).
Dicho
lo anterior, a modo de aclaración, analicemos las opciones políticas que
presenta el Frente para la Victoria en Morón. Hay tres pre-candidatos a
Intendente: Hernán Sabbatella, Hernán Solito, y Pablo Navarro. La lista de
Hernán Sabbatella se encuentra hegemonizada por Nuevo Encuentro, y sus aliados
directos, con un aporte menor del peronismo local. La lista de Hernán Solito
representa quizás, al peronismo-kirchnerista de Morón que no forma parte del
armado sabbatellista. Y finalmente la lista de Pablo Navarro, que vendría a
representar al sector más ortodoxo del peronismo local (aunque a estas alturas
ya nadie sabe bien, ni en Morón ni en ningún lado, qué ortodoxia vendrían a
representar; qué contenido concreto expresa esa “ortodoxia” cada vez más
diluida en una mera pose por el poder en sí mismo). Resulta cuestionable que
muchos de los que primero jugaron para Marinucci, o ahora comparten listas con personajes que
vienen de la derecha, hablen de coherencia ideológica o política. No tiene
sentido que se jacten de su peronismo: el peronómetro aquí ya no tiene validez.
No se trata de ser dogmático o pragmático: el problema concreto es que de poco
vale recoger las migajas de un proyecto de derecha para ocupar puestos menores;
no es útil ni sirve a los fines generales.
Se
puede simpatizar en algunas cuestiones, y criticar en otras, al sabbatellismo
en Morón; a su armado político y su gestión. Pero una alternativa posible, sólo
sería útil en la medida en que sea superadora cualitativamente (y no sólo por
un sello de goma). Es paradójico recriminarle “más peronismo” a Nuevo
Encuentro, desde un espacio que representa mayormente a un “peronismo” exótico
(ni siquiera ortodoxo), que es aquel que supo llevar adelante la traición en
los años noventa, y no hizo aún ninguna autocrítica; o acusar a otros
peronistas de “dogmáticos”, porque no quieren compartir la lista con la derecha
hegemonizando las mismas. Por estas y otras razones, se concluye que hay sólo
dos opciones que aportan realmente al Proyecto Nacional desde Morón: el
peronismo-kirchnerismo de Hernán Solito que intenta volver a reposicionar al
peronismo en nuestro distrito, desde el kirchnerismo como corriente principal,
o el sabbatellismo que forma parte importante del FPV a nivel nacional. Las
demás opciones políticas redundan en volver al pasado y en una política que en
Morón y el resto del País ya ha fracasado.
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