(nota de contratapa en la edición impresa)
Cuando el Estado juega a las escondidas, el Trueque vuelve como
herramienta para la supervivencia social.
La pérdida de poder adquisitivo y los aumentos en la canasta básica
reimpulsaron esta alternativa comunitaria.
Varias localidades de la región cuentan con grupos (similares o
idénticos a los tradicionales Nodos de la Red Global del Trueque, de formidable
desarrollo durante la anterior crisis neoliberal que colapsó en diciembre de
2001), para articular intercambios solidarios en Laferrere, González Catán, Ciudad
Madero, San Antonio de Padua, Merlo, localidades de zona sur del conurbano, e
incluso otros ámbitos con distintas características socioeconómicas y hasta
culturales, como puede ser el caso de Chivilcoy, donde por primera vez en su
historia se creó un trueque barrial frente al desmadre económico sufrido por
cientos de familias. También se recrean estas experiencias en varias provincias
del interior del país, con un desarrollo intenso en Mendoza y Córdoba, por sólo
citar unos pocos ejemplos.
En paralelo al reconocimiento para la inagotable capacidad de
organización popular, fraterna para épocas de crisis económica, es de lamentar
-y no se debe pasar por alto- que se deba volver a implementar un recurso
rayano con lo extremo, para la supervivencia, y que tiene como marco
gubernamental a una coalición política donde interactúan muchos dirigentes que
formaron parte de aquella etapa institucional, en la que el pueblo debió
extremar su imaginación en su cotidiana lucha por sobrevivir al desamparo al
que los arroja una y otra vez el Estado bajo jefatura liberal.
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