Por: Luis
Caracciolo
Colaborador
especial desde Mar del Plata
Si bien la ciudad no
es ajena a la crisis que afecta al país, se observa con inquietud, la rápida y pronunciada caída de la actividad laboral y el acelerado
deterioro de la calidad del empleo en la ciudad.
Desde al municipio se adoptan medidas inconexas, interviniendo actores que
nada tiene que ver con los sectores que representan los verdaderos motores de
dinamismo económico y social de la ciudad. Vemos como sus acciones
descoordinadas con la realidad, empiezan a ser contradictorias, y nos llevan a
profundizar aún más esta crisis.
El puerto Marplatense es un crudo
testimonio, donde los buques fresqueros de altura y costeros, han dejado
de realizar la media de mareas necesarias por mes, para que los trabajadores,
tanto embarcados como en tierra, lleguen a percibir un salario digno. A esto
debe agregarse la carencia de dragado
del canal, lo que hace riesgoso al acceso
a dicha terminal de buques de gran porte, tanto turísticos como cargueros. En
definitiva, se pone a miles de trabajadores del sector, al borde de la pérdida de
sus fuentes de trabajo.
Mientras algunos actuales personeros anuncian grandes obras públicas para
la ciudad, otros comunican que por
un año no se realizarán nuevas conexiones de gas en todo Mar del Plata. Caso
similar sucede con la provisión de energía eléctrica, donde se dejó a la ciudad
fuera del sistema interconectado nacional por decisión del poder político de
turno, y la construcción de la línea que viene de Bahía Blanca, se encuentra
actualmente frenada.
En cuanto a los actuales
tarifazos, ha diezmado la calidad y continuidad del trabajo en el sector
hotelero y gastronómico, llegando en muchos casos, al cierre de estos negocios ante los altos costos y la retracción de la
demanda. Asimismo, pueden verse negocios que comienzan a cerrar algunos días de la semana por la situación
económica, lo que indefectiblemente trae aparejado inestabilidad laboral,
desocupación y crecimiento del trabajo en negro.
Como si el temor a perder la fuente de trabajo no fuera poco, se debe
afrontar el miedo por la
inseguridad que azota a toda la sociedad, agravada por la escalada de
violencia, donde no solo no les alcanza con robar, sino dañar, lesionan y hasta
asesinar a sus víctimas, alejando, además, la
inversión privada y desalentando la apertura de nuevos emprendimientos comerciales.
Párrafo parte para los excluidos del sistema laboral, los expulsados, los
despedidos, los cesanteados, que comienzan de a poco, a engrosar los comedores
barriales, a deambular por las dependencias de desarrollo social y las oficinas
de empleo.
A su vez, comienza a crecer de manera constante la atención en el
sistema de público de salud, sistema que se encuentra colapsado y sin capacidad
de respuesta, aunque se intente hacer ver lo contrario.
Con relación a la actual temporada estival, ha mermado la cantidad de
turistas, el gasto por persona y la cantidad de estadías. A esto debe agregarse
un aumento inconcebible de los precios, equiparable a “un asalto “al turista.
Para no quedarse atrás, la semana pasada
la municipalidad aumentó un 400%
la Tasa de Alumbrado, Barrido y Limpieza al comercio y la industria.
Pero nadie, desde ese organismo, ha gestionado la reactivación del tren, que se
encuentra suspendido desde hace 18 meses, (la segunda temporada estival consecutiva.)
La situación de la comuna es preocupante, y urge un cambio de rumbo; que
los sectores políticos, sociales y gremiales, se pongan al frente de esta
crisis, y busquen soluciones reales a corto y mediano plazo.
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