Inauguramos este espacio de Huellas
Suburbanas con un breve recorrido por los centros, refugios, casonas o ámbitos
abiertos para el cultivo de distintas expresiones artísticas en la zona oeste
del conurbano bonaerense. La Matanza, Morón, Ituzaingó, son algunos de los
distritos a recorrer en esta invitación a la interacción artístico-cultural
desde múltiples miradas, expectativas y orientaciones ideológicas de cada
lugar.
Una tendencia que viene reiterándose y
ampliándose en la zona desde hace más de 10 años, es la generación de eventos
populares, para lo que se denomina el “gran público” en espacios abiertos, por
lo general plazas o intersecciones de avenidas. En dicho marco, afloran los
carnavales, cantantes, grupos musicales, ballets, orquestas y grupos de teatro
infantil, que por supuesto brindan lo mejor de sus repertorios en jornadas que
han sabido convocar a decenas de miles de ciudadanos, quienes se colman, así,
de un componente alternativo a la banalización del “mundo-TV” cotidiano. Con
frecuencia, estas actividades son organizadas y financiadas por las municipalidades
o en forma directa por la Secretaría de Cultura de la Nación.
Una clara intención que surge como
motivación relevante en el fomento de estas actividades, es la de recuperar los
espacios públicos callejeros y en cierto modo, avanzar en la priorización de lo
colectivo y comunitario por sobre el estereotipo del encierro individualista
tan en boga en nuestra cultura occidental, desde el reinado neoliberal y la
teoría del “Fin de la Historia”, allá durante el cruento amanecer de los años
90.
El
Municipio de Morón continúa teniendo una luz de ventaja en esta cuestión,
respecto a sus vecinos, si bien La Matanza, históricamente postergada en
materia sociocultural, ha visto crecer opciones para la participación y la
recreación que hasta no hace tanto tiempo, eran muy reducidas o directamente no
existían.
Desde teatros municipales con una variada
gama de propuestas a disposición de los vecinos (por lo general, a tarifas
aceptables o bien en algunos casos, gratuitas) hasta pequeños garajes, locales
sostenidos a pulmón, antiguos caserones convertidos en opciones culturales de
primera línea (como el ya clásico “El Transformador” de Haedo), hay oferta aún
insuficiente dada la densidad poblacional vigente, pero sí rica y amplia.
Algunos centros se orientan más hacia el
teatro y las expresiones corporales y musicales, como bien puede, en este
rubro, mencionarse al teatro vocacional “Enrique Pinti” de San Justo; otros, a
la capacitación y dictado de cursos y talleres, tal el caso del imponente edificio
destinado a tales fines, perteneciente a la UOM de La Matanza.
Asimismo, es cuestión de caminar por los
barrios para hallar sin mayores dificultades a los ámbitos más “artesanales”:
bibliotecas populares, ateliers, algunos locales político partidarios que
también otorgan tiempo y relevancia al desarrollo cultural por medio de peñas,
grupos teatrales alternativos, titiriteros, clowns y demás. En estos casos, la
concurrencia suele ser reducida pero aún así, muchos de estos locales
culturales poseen relativo prestigio al interior de la comunidad en la cual se
encuentra enraizado el Centro. Un emblemático caso, es el Centro denominado “El
Garaje” (así nació, como un garaje convertido en lugar para tertulias y
representaciones teatrales) de González Catán. Que con gran empuje viene, desde
décadas, engalanando a dicha localidad, algo periférica con respecto al centro
neurálgico de La Matanza (Ramos Mejía y San Justo) y de absoluta composición
obrera, pero que no obstante, se enorgullece cuando menciona al “Garaje”. Años
atrás, concretamente en el 2004, traigo el recuerdo de tiempos en los cuales
quien escribe este artículo era docente de nivel Medio (por entonces, aún
Polimodal en este incesante y caótico cambio de planes educativos para nuestra
querida patria chica)en el barrio Independencia, precisamente de González
Catán. Y en una de sus calles, en su abrumadora mayoría por entonces de barro
crudo intransitable ante ligeras lluvias, rezaba un cartel pintado a mano en
una esquina: “En González Catán no tendremos asfalto, pero tenemos Garaje”.
Identidad, que le dicen. Y fina ironía al servicio del humor popular.
En resumen, queda abierta esta columna,
desde la cual iremos presentando en sociedad algunos de estos centros
culturales de la zona oeste, como es el caso del Teatro Municipal “Leopoldo
Marechal” de Ramos Mejía, cuya atractiva fachada fotografiada, nos acompaña en
el presente artículo. Nos leemos en la próxima.
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