Por
Pablo Santiago
En este artículo no nos abocaremos a un
análisis económico del conflicto con los fondos buitres, sino a poner en
relieve y debatir acerca del rol opositor y la importancia consolidar la
soberanía nacional y el rol del Estado en tanto constituyen políticas
estratégicas.
El conflicto de Argentina con los fondos
buitres ha contribuido a poner en mayor evidencia el carácter cipayo y traidor
que predomina en la oposición argentina. En estos tiempos históricos, y cuando
“las papas queman” (como es habitual), se hace evidente quién es quién y a qué
intereses responden cada uno de los actores del escenario político-económico en
nuestro país. Este conflicto de gran envergadura, como todos los grandes conflictos,
ha llevado a polarizar y delimitar de un lado a los intereses nacionales, y del
otro a los intereses neocolonialistas que apuestan por una Argentina incapaz y
dependiente. No es exagerado plantearlo en estos términos cuando lo que está en
juego es la viabilidad concreta de nuestra Patria: o nos sometemos y nos
volvemos a endeudar (aceptando las imposiciones anti-jurídicas de Griesa)
hipotecando nuestro futuro, o defendemos los intereses nacionales y nuestra
soberanía, cuyos costos nunca serán superiores a ostentar la entrega.
Entre
las filas opositoras, la que actualmente expresa con mayor contundencia la
entrega y el cipayismo más grosero, es el partido neoliberal de Macri: el PRO.
Este partido de clase, resuelto a vetar leyes sociales, es directamente
representativo del interés especulativo-financiero en Argentina. Sin conocer
siquiera el proyecto de Ley que impulsa el pago soberano, pero a sabiendas de
que la Ley defiende el soberanía y confronta al capitalismo
financiero-especulativo, el partido de Mauricio Macri resolvió sin dudar que su
mandato histórico es oponerse a dicha Ley, en función de defender los intereses
buitres. Ninguna novedad, nada inesperado.
La
política del PRO es grave, pero no mucho más que el maniqueísmo del resto del
arco opositor. Es el caso de la “socialdemocracia”, que más que
socialdemocracia es un simple y llano “liberalismo inglés”, ese liberalismo de “caballeros
honestos” que hacen culto al libre mercado y la inferioridad Argentina, pactando
su dependencia: estamos hablando de la UCR y el Partido Socialista encabezado
por Binner, es decir, el FAUNEN. A diferencia del PRO, en FAUNEN no se animan a
defender abiertamente la irracionalidad del Juez Griesa, pero cumplimentan su tradición
entreguista oponiéndose, obstruyendo, y siendo funcionales a los fondos buitres
con frases ambiguas y carentes de argumentos, sin hacer propuestas, como es el
caso de Sanz quien tildó a la Ley de Pago Soberano Local como innecesaria, sin
precisar por qué ni dar alternativas resolutorias para el conflicto. La
desorientación radical de estos momentos es fenomenal.
Finalmente
aparece todo ese universo de “peronistas” disidentes, también divididos en sus
posicionamientos, pero con Massa a la cabeza, anunciando su oposición a la
posibilidad de pagar a los acreedores en Argentina. Con un discurso cínico, que
oscila entre la hipocresía de restarle importancia al conflicto con los fondos
especulativos, y al mismo tiempo acusar al Gobierno Nacional de “impericia” sin
dar una sola precisión sobre qué entienden ellos por impericia y qué
alternativa proponen, el massismo también cumple con sus obligaciones frente al
Grupo Clarín que se ocupó de organizar y dirigir la campaña electoral del
Frente Renovador en el 2013. En resumidas cuentas rol del massismo es parecido
a la del Frente UNEN, y votarán en contra de la Ley.
Así
están las cosas, con una oposición vendida a las corporaciones, transacción que
hoy se vuelve grosera. Aquellos que fueron artífices del endeudamiento hoy son
oposición, siendo otra vez funcionales a los fondos buitres; ministros del
gobierno de De la Rua como el radical Gerardo Morales, Patricia Bullrich y el no
suficientemente repudiado López Murphy, que profundizaban nuestro endeudamiento
mientras periodistas y economistas “serios” como Marcelo Bonelli y el menemista
Melconian militaban aquella entrega y el desastre. Los infames traidores a la
Patria tienen nombre y apellido.
La
mayoría de la opinión pública apoya la gestión, e incluso la lucha, del
Gobierno Nacional en el conflicto con los fondos buitres; la imagen del
kirchnerismo en general mejoró sensiblemente cuando el mismo se abocó a una
disputa real de gran envergadura, con consecuencias concretas y protagonismo
internacional, en contra del capitalismo de rapiña. Esto quizás siente un nuevo
antecedente y la reiteración de una enseñanza: han sido las decisiones más
arriesgadas y contundentes en defensa de la Patria, la distribución de la
riqueza y la justicia social, con épica, las que han despertado las mayores
simpatías de la gente con el kirchnerismo; contrariamente los momentos
defensivos y con largas mesetas políticas, supusieron el distanciamiento de la
gente y el enfriamiento de la organización y la movilización. Es la demanda de
una mayor intervención del Estado en la economía, algo que pese a las
diferencias y matices existentes en el seno de la sociedad y los diferentes
sectores sociales, se precia como algo positivo. Se precisa de un kirchnerismo
contundente que establezca la agenda. Estas son las directrices que deben
enmarcar la iniciativa política del próximo año y medio, de cara a las
elecciones del 2015.
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