por
Juan Carlos Dennin
La
historia deja enseñanzas y surcos trazados en la vida de la humanidad. Es vox
populi que los tramos finales de los
imperios están matizados por sus peores defectos y atrocidades. Debe ser esa la razón por la cual no llama tanto la
atención la fase irreversible de declinación en la que han ingresado los EE.UU.
en medio de la crisis del sistema capitalista mundial por la que atravesamos.
Mientras va cayendo la mascarada democrática
con la que se han cubierto durante más de un siglo, se hacen visibles los
signos fascistoides que la misma ocultaba.
No es casual que en este devenir la elite política de ese país, desde
los miembros de la Casa Blanca, del Departamento de Estado y el Congreso
intensifique su diplomacia belicista que les señala el Complejo Industrial
Militar, que gobierna entre las sombras.
Con ese basamento han logrado implementar un
sistema mental militarizado que sostiene la pérdida de las libertades
ciudadanas y un gigantesco desarrollo de
sus redes globales de inteligencia, lo que les permite espiar adversarios,
aliados y a sus conciudadanos. El “Gran Hermano” de la literatura de George
Orwell potenciado a su máxima expresión es hoy una realidad.
Las acciones que se promueven a diario desde
Washington apuntan a la generación de profundos cambios geopolíticos globales
para “satisfacer sus propias necesidades”. Son las mismas que Adolfo Hitler
denominaba “espacios vitales” y que no son otra cosa que los recursos naturales,
allí donde estos estén. Para obtenerlos, no han dudado jamás en poner en
práctica todo tipo de tácticas y estrategias.
Intervenciones armadas, crisis
financieras forzadas, todo es válido.
Hoy avanzan con los lineamientos de la guerra no convencional. Se permiten
realizar todo tipo de operaciones, ya sean irregulares, clandestinas,
encubiertas, como así también aquellas implicadas en las denominadas guerras de
cuarta generación. En este último accionar se engloba el accionar propio de
guerra psicológica, mediática, cibernética y… ¿biológica ?
Debido a la desclasificación de documentación
confidencial, como así también a serias investigaciones periodísticas, han
salido a la luz antecedentes veraces de este tipo de prácticas. Algunos
ejemplos de esas actividades las podemos apreciar a continuación.
En la década del 40 se inyectó plutonio
a pacientes de hospitales, se hizo ingerir radioisótopos a los escolares y
mujeres embarazadas bebieron hierro radiactivo.
Desde fines de los ‘40 hasta los ‘50, estadounidenses, canadienses y británicos rociaron bacterias en Las Bahamas.
En los ’50, las tropas fueron sometidas a la radiación de las pruebas nucleares en la atmósfera, para conocer sus efectos en la infantería.
En 1950, las FF.AA. bombardearon San Francisco, Key West -Florida- y Ciudad de Panamá con bacterias
Desde fines de los ‘40 hasta los ‘50, estadounidenses, canadienses y británicos rociaron bacterias en Las Bahamas.
En los ’50, las tropas fueron sometidas a la radiación de las pruebas nucleares en la atmósfera, para conocer sus efectos en la infantería.
En 1950, las FF.AA. bombardearon San Francisco, Key West -Florida- y Ciudad de Panamá con bacterias
“serratia
marcescens”, sin advertir a la población.
En 1952/53 dispersaron nubes de
partículas sintetizadas de sulfuro de zinc-cadmio sobre los alumnos de la
escuela Clinton de Minneapolis (Minnesota); Saint Louis, el Fuerte Wayne, el
Valle del Monocacy (Maryland), Leesburg (Virginia), otros estados del centro y
Winnipeg (Canadá), "para ver cuánto se dispersarían".
En 1965, agentes del Ejército soltaron el bacilo “globigii” en el aeropuerto nacional de Washington y en la terminal de autobuses Greyhound.
En 1966, difundieron bacterias sustilus varilus en la estación Broadway, del metro de Nueva York.
En 1965, agentes del Ejército soltaron el bacilo “globigii” en el aeropuerto nacional de Washington y en la terminal de autobuses Greyhound.
En 1966, difundieron bacterias sustilus varilus en la estación Broadway, del metro de Nueva York.
En los años setenta, durante la guerra de Vietnam, utilizaron unos 80 millones
de litros de herbicidas, entre ellos, el tristemente conocido herbicida 'agente
naranja', de gran toxicidad por su alto contenido de dioxina, con el que arrasaron millones de hectáreas tanto de bosques como
de cultivos, alcanzando a 30.000 núcleos de población.
Al retornar al presente, podremos observar los avances que han
conseguido en esta materia. Es una lástima que esta realidad no permanezca
encerrada en libros de George Orwell o Ray Bradbury. Más bien parece salida de la serie de
televisión Helix, en la que un grupo de científicos del l Centro de Control de
Enfermedades Infecciosas, se traslada a una remota base para evitar que un
virus se expanda por el mundo. Al llegar al lugar se percatan que sus tareas se
desarrollarán bajo control y supervisión militar.
El actual escenario de crisis sanitaria en África abre la posibilidad de
que lo que parece ciencia ficción vaya
tomando visos de realidad. Presentado
durante años casi como un mito, o desvirtuadas sus funciones, hoy se reconoce
que Fort Detrick es una instalación del
Comando Médico del Ejército de los Estados Unidos localizada en Frederick,
estado de Maryland. Se sabe que las
instalaciones allí existentes son empleadas como laboratorio para el desarrollo
de armas químicas, biológicas, control de virus de todo tipo, los llamados
patógenos exóticos y todo aquello que pueda ser utilizado contra lo que se
considere un peligro al régimen establecido. La justificación de que todo acto de
acción militar propia es “por un bien mayor” siempre ha dado piedra libre a
todo tipo de actividades.
Dos gigantes farmacéuticos, Mapp Biopharmaceutica o la canadiense
Tekmira Pharmaceuticals, trabajan para patentar la píldora mágica contra el
ébola. Los oscuros vínculos con el Pentágono, por parte de ambas. y con las
mencionadas instalaciones, en particular, hacen pensar que podrían monopolizar un negocio
multimillonario en el mejor de los casos, o. por el contrario, el desarrollar
un arma biológica letal. Hay que tener
presente que durante la crisis sanitaria disparada por la gripe A en el año
2008, el halcón vicepresidente Dick Cheney hizo su negocio vendiendo el
patentamiento del antiviral Tamiflu, tan eficaz como un placebo, a la
multinacional suiza Roche.
Los directivos de la Organización Mundial de
la Salud han aprobado en forma oficial la posibilidad de utilizar en África
Occidental un fármaco antiviral denominado ZMapp, que habría dado resultados
positivos en Estados Unidos en personas infectadas con el virus. Esto se
produjo luego de haber decretado una emergencia mundial sanitaria y de que se
produjera el primer deceso en territorio europeo de un religioso infectado con el virus.
Todo este contexto en el continente africano, se desarrolla en momentos
en que el presidente Barack Obama está urgido a recuperar posiciones
geopolíticas en aquel territorio, luego del crecimiento exponencial de la
presencia de China por esos lares. De allí, surge el interés del Pentágono en
el desarrollo de un antiviral eficaz contra el ébola, que le permitiría
establecer “vínculos amistosos” con las sociedades castigadas por el
“mal”. Como contrapartida, hay
especialistas que sacan otras conclusiones: la cura del virus también puede ser
analizada como su control para reutilizarlo en la infección de poblaciones
localizadas en territorios enemigos.
Las referencias anteriormente citadas indican el inicio de un rumbo
elegido. Mucho más cerca en el espacio tiempo debemos recordar que fue el mismo
Obama, quien reconoció oficialmente en el año 2010 que el Servicio de Salud
Pública de su país había infectado intencionalmente, en la década del 40, y sin
previo aviso, a enfermos mentales y presos de Guatemala con sífilis y gonorrea para
poder estudiar el desarrollo de esas enfermedades sexuales. Así como también, según denunció el Serpaj de
Paraguay, ocurrió que durante una supuesta misión humanitaria del Comando Sur
en el Chaco paraguayo, hace muy pocos años, los marines utilizaron la fachada
del ejercicio Medrete para esterilizar forzosamente a mujeres campesinas
pobres.
La actual propagación del virus del Ebola, es la de más extensa duración
hasta el presente. ¿Será una mera contingencia sanitaria o será un nuevo
ejercicio de bioterrorismo?
Durante la época del apartheid en la década de 1980, el Dr. Wouter Basson lanzó en Sudáfrica un proyecto de armas biológicas secretas llamado Proyecto Costa, recuerda el portal de investigaciones independientes Old-Thinker News, y su autor, Daniel Taylor.
ResponderEliminarEl objetivo del proyecto era desarrollar agentes biológicos y químicos que pudieran matar o esterilizar a la población negra y asesinar a enemigos políticos. Entre los agentes desarrollados se encontraban los virus Marburg y ébola.
El proyecto se llevó a cabo en los años 1982-1987, cuando se desarrolló una gama de agentes biológicos, como el ántrax, el cólera y los virus Marburg y ébola y para la toxina botulínica
De acuerdo con un artículo publicado en 2001 por la revista 'The New Yorker', la Embajada de Estados Unidos en Pretoria se mostró "terriblemente preocupada" ante la posibilidad de que Basson revele profundas conexiones entre la Costa del Proyecto y Estados Unidos.
En 2013 aquel Dr. Basson fue declarado culpable por "conducta no profesional" por el Consejo de Salud de Sudáfrica. La experta en armas biológicas Jeanne Guillemin, investigadora principal en el Programa de Estudios de Seguridad en el 'Massachusetts Institute of Technology' escribe en su libro sobre las armas biológicas: "El proyecto se llevó a cabo en los años 1982-1987, cuando se desarrolló una gama de agentes biológicos, como el ántrax, el cólera y los virus Marburg y ébola y para la toxina botulínica […]".
ResponderEliminarEl programa de armas biológicas de Basson terminó oficialmente en 1994, pero nunca se produjo una ninguna verificación independiente de que los patógenos creados fueron alguna vez destruidos. Según 'The Wall Street Journal', "la integridad del proceso recaía exclusivamente sobre la honestidad del doctor Basson".
Basson afirmó haber tenido contacto con las agencias occidentales que le proporcionaban "asistencia ideológica" en el Proyecto Costa. Basson dijo en una entrevista para el documental 'Guerra de Ántrax' que se reunió varias veces con el doctor David Kelly, el famoso inspector de armas de la ONU en Irak. Kelly, que era un experto en armas biológicas en el Reino Unido, fue encontrado muerto cerca de su casa en Oxfordshire en 2003. Aunque según la versión oficial, se suicidó, los expertos médicos lo dudan.