“Si
eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor.”
Desmond
Tutu
Por Roberto Maydana,
colaborador especial desde Maidstone, Inglaterra
Viví 27 años en Buenos Aires y
al mudarme a Europa, y por ende al observar a mi país a la distancia, pude
comparar y notar que no todo es malo en Argentina y que en muchos aspectos somos
más avanzados que este Viejo Continente al que los medios de comunicación venden
como perfecto; si bien en muchas otras cosas Europa aventaja a Argentina
(inflación, inseguridad) al venir a vivir a España (y ahora a Inglaterra) pude
darme cuenta que muchas ventajas que poseemos los argentinos están ahí y no las
vemos debido a que estamos acostumbrados a poseerlas; descubrí que en España la
Universidad no es gratuita, que no existen las obras sociales, que la
mentalidad es más cerrada (acá, ir al psicólogo es considerado "de
locos", algo digno de ocultar) o que no hay (ni habrá) justicia histórica
y por ende los franquistas caminan tranquilos por la calle... ¡ah! y en
Inglaterra no existe el aguinaldo: ¡Viva Perón!
Alejarse para ver más claro,
para tener mejor perspectiva y notar lo que de cerca, por tan grande, no se
puede observar. "¡En la Argentina la gente camina por la calle con un
libro en la mano, leyendo, y así en todos lados, leéis siempre!" me dijo
un día una madrileña mientras yo me afanaba en degustar una rica tapa de jamón
en pleno centro de la capital española. Nunca lo había notado, o sí, pero nunca
lo había visto tan claro: pocas veces me encuentro a gente leyendo en los
"buses" de Europa.
Esta situación de ver a la
distancia, al mismo tiempo, me permitió practicar el ejercicio a la inversa, y
notar cuánto nos equivocamos en muchas cuestiones. Me hizo, lamentablemente,
confirmar que no hacemos nada a largo plazo para solucionar la inseguridad, que
en muchos temas seguimos siempre el mismo camino equivocado, que la oposición
no ama el país como dice sino que solo piensa en destruir y crear el caos
institucional y que, como dijo Sabella, nos creemos más de lo que somos. La
verdad duele.
También me hizo ver cuánto me
habían mentido los medios de comunicación acerca de Israel, el pueblo judío y
su eterno placer inconsciente de mostrarse como víctimas de una persecución
eterna. No hace falta aclarar que cualquier persona del planeta no puede menos
que repudiar el genocidio judío por parte de los asesinos más grandes de la
historia, los Nazis alemanes. Es sin lugar a dudas una de las cicatrices más
grandes que posee nuestra historia como humanos. Y es tan grande la herida que
uno no puede dejar de preguntarse, al mismo tiempo, cómo un pueblo que ha
sufrido tanto puede repetir hoy en día la misma masacre, confinando a hombres,
mujeres y niños palestinos a morir lentamente en un campo de concentración a
cielo abierto. Un psicólogo por ahí, por favor.
Venir a Europa y dejar de
informarme sobre Israel a través de los medios de comunicación de Argentina me
hizo cambiar radicalmente la imagen que tenía de ellos o que me hacían tener
sobre ellos. Y no porque en Europa los medios muestren la realidad, ya que aquí
la propaganda sionista es seguramente más extrema; bah, en todo el mundo es
igual: seis compañías judías poseen el 96% de los medios de comunicación del
planeta. El tema es que cuando dejé mi país el auge de Internet y las redes
sociales, si bien ya estaba extendido, aún no había llegado al punto actual, en
el que, pese a que los grandes dueños del mundo ya están trabajando para
evitarlo, es posible enviar y recibir información bastante independiente a
través de la cual obtener otras versiones más directas y que no pasan por el
filtro de los medios, esas grandes máquinas creadas para lavar el cerebro del mundo
y que nos dicen segundo a segundo lo que debemos pensar y que así como crean
ídolos y modas destruyen y convierten en tiranos a aquellos mismos "dictadores"
que tiempo atrás apoyaron.
El otro día hablé con mi un
familiar español adulto y le pregunté, para ver su reacción, "¿Vio lo que
está pasando en Palestina? Tantos niños muertos..." Me miró asombrado y me
dijo "¿Niños muertos, qué dices?" No estaba enterado de nada, pese a
leer todos los días, religiosamente, el periódico de más venta en Galicia. Al no
saber utilizar Internet, quedó afuera de recibir todo aquello que no sea la
verdad de los grandes medios. Le mostré fotos en Twitter, artículos en Facebook,
expresiones desesperadas en diversos blogs personales y su boca se abrió tanto
que solo atinó a decir "¿Eso está pasando, pero si yo no he visto nada en
la tele"
Por suerte existen los
jóvenes, que si bien "acá" suelen ser más cerrados que
"allá" (víctimas de haber crecido en un continente de clara ideología
de derechas) son la luz de esperanza y las benditas piedras en los zapatos de
los poderosos.
Ellos viven en La Red de
Redes, que aquí viene a funcionar como una especie de 6,7,8 en Argentina. Si
bien todos sabemos que es un programa oficialista y que no hablará nunca mal
del Gobierno, muchos lo vemos de vez en cuando porque es una manera de observar
la otra cara de las noticias. Es que es tanto el poder de los medios de
(in)comunicación que muchas veces me encuentro pensando algo cuya falsedad
descubro cuando programas como 6,7,8 o algún tuit inteligente me hacen
"caer" en el error, Miente, miente, que algo quedará...
Como para finalizar, resulta
interesante destacar un pequeño detalle, que como detalle que es, resulta de lo
más importante: en esta guerra desigual que estamos viviendo entre Israel y
Palestina, cuando mueren personas de Israel los medios españoles hablan de
"asesinatos", en cambio cuando asesinan a palestinos, esos mismos
medios hablan de "muertes"
"Mueren 100
palestinos" dicen, como si no hubiesen sido asesinados con total impunidad.
Pero no, para los medios "mueren", como si fallecieran de muerte
natural, o de casualidad, por tropezarse con una piedra o con una bomba lanzada
por Israel. En cambio, los pocos israelitas que caen, siempre son asesinados
por Hamas, el nuevo tirano de moda.
La herida nazi que parecía
cerrada, comienza a abrirse y brota pus y sangre por doquier. Los poderosos del
mundo callan, por conveniencia.
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