Por
Daniel Chaves
Meses
de máxima intensidad, estos que nos deparó el inicio de un 2015 bien
electoralista y pensado “a todo o nada” por el bloque antagónico al campo
nacional.
En
este contexto, archiconocido por todos nuestros lectores, resalta el
kirchnerismo que, en tanto emergente indiscutible del movimiento nacional tras
la crisis neoliberal que colapsó en el no tan lejano diciembre de 2001, es y
será insuperable por un prolongado período, en tanto referencia política de
masas.
La
masa crítica con un marcado perfil frentista, incluye de modo parcial algunos
apoyos de sectores independientes que también integran el campo nacional y
popular, aunque no formando parte orgánica del Frente para la Victoria.
Se
trata de la más sólida construcción popular que supimos darnos tras el
continuado de debacles y estiletazos del imperialismo que apuntaban directo al
corazón del pueblo trabajador.
Y
camina. Con los consabidos límites propios de toda construcción nacional
popular de fuerte base pequeño burguesa, y un reiterado déficit en la
generación de referencias que permitan depurar internas siempre nocivas para la
unidad del Movimiento. Todo ello inocultable, cierto. Pero con moderadas expectativas
en materia de reformas sociales, fundamentalmente proyectadas por vías
parlamentarias.
Se
trata, acaso, de sostener las conquistas alcanzadas en estos últimos 12 años. Y
aspirar a nuevos desafíos. No de esos con los que uno sueña y que en más de una
ocasión supe reclamar desde esta trinchera de la escritura periodística y el
ensayo breve. En la firme convicción de la necesidad de nacionalizar el
comercio exterior, nacionalizar la renta agropecuaria y controlar toda
producción y recurso natural que emane nuestra rica geografía. O bien derogar
al fin la ley de Entidades Financieras entre otras legislaciones que datan de
la última dictadura militar. Elevar sustancialmente el mínimo no imponible en
la escala del Impuesto a las Ganancias…
…
Pero No.
Golpe
de escena, baño de realidad, agua fría y a recomenzar: Mientras transitemos
apegados a objetivos más elementales y no por ello menos indispensables, y
sepamos articular la satisfacción de necesidades y deseos del conjunto
mayoritario del pueblo, de la mano de prudentes y graduales transformaciones
socioeconómicas, el “Proyecto” podrá seguir caminando. Los límites está a la
vista; no obstante, resta un gran trecho para transitarlo con esta dinámica.
Y lo
escribiré de una vez: reclamar un proceso más radicalizado al actual estado de
desarrollo del Movimiento Nacional, implica la construcción de un entusiasmo
militante que al tiempo caerá en el desánimo ante la falta de concreción de
dichas ensoñaciones. En buen romance: Somos lo que somos, y para las etapas
venideras, en el mejor de los casos, deberemos luchar para sostener lo
alcanzado y potenciar esfuerzos para ir sumando pequeñas-grandes conquistas,
mientras la coyuntura y la correlación de fuerzas –sepámoslo desde ahora- lo
permita. Caso contrario, acontecerá el resistir, una vez más.
Todos contra uno, y uno contra todos
Con
un Poder Judicial en plena lucha interna aunque con importantes sectores en
manos de enemigos –más o menos- jurados del kirchnerismo;
Un
poderío internacional emanado desde el imperio de las finanzas y las
corporaciones mediáticas bombardeando a
diario a la opinión pública, ergo, esmerilando las bases de apoyo del Poder
Ejecutivo desde antaño;
La
permanente fortaleza de la Oligarquía y sus patéticos pero dañinos
representantes en la dirigencia política;
Y
los desencuentros al interior del Movimiento Nacional, con variados actores que
deberían haberse mantenido en estrecha unidad táctica con el gobierno y en
defensa del mismo (por caso, importantes grupos de la dirigencia sindical y un
considerable segmento de la clase media que formó parte del 54% en 2011 y
fueron descreyendo del Proyecto Nacional por múltiples razones que exceden
estas líneas)…
Ante
tamaño conglomerado opositor, “correr por izquierda” al kirchnerismo en esta hora
crucial, podría considerarse una actitud de irresponsabilidad política, que la
historia sentenciará – o sepultará – a su debido tiempo. No integramos ese
equipo ni aspiramos a hacerlo. Buscamos, eso sí, sumar riqueza al debate y
proponer otras miradas. Multiplicar voces, horizontalizar en algo al Movimiento
Nacional. Pero salirse de allí a la aventura implicaría nadar en el vacío
político, y en lo concreto un esfuerzo dilapidado, amén de fuerza militante
restada a las luchas del momento.
También
vale enfatizar, que si se pretende ganar las presidenciales en Octubre, primero
se debe transmitir al ciudadano mayor cohesión del Frente Nacional, y no tantos
cruces verbales, divisionismos “de paladar negro”, mientras el bloque
antinacional culmina sus ensayos de reagrupamiento y se dispone a lanzar nuevas
ofensivas a toda prisa.
Fortaleza militante
A
todo esto, en cuestión de pocas semanas, fuimos testigos no sólo de dos duros
golpes contra la “operación Nisman” sin escuchar autocrítica de ninguno de los
grupos complotados en ese intento de desestabilización institucional
provisoriamente abortado, sino también de la nueva carga del juez Thomas Griesa
para intentar imponer condiciones a un país soberano, a propósito del pago a
los Holdouts, por cierto, ya aniquilada la Cláusula RUFO.
Como
contraste desde la vereda popular, sendas demostraciones de un despliegue
ciudadano conmovedor, primero para respaldar a la Presidenta de la Nación en la
apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, y recientemente en
apoyo incondicional a los organismos de Derechos Humanos, el 24 de Marzo en la
Plaza de las Madres. Una de mis pensadoras predilectas, María Pía López, supo
sintetizar esta marea humana clamando por Memoria, Verdad y Justicia, con mayor
profundidad y poesía. Aquí comparto sus definiciones:
“Marchar para que no se atrevan,
otros, a reivindicar el Golpe. Marchar para mantener vivo el pacto
anti-procesista. Marchar para que en los pasos suene la memoria colectiva.
Marchar como purga para la amenaza que siempre pende sobre los sobrevivientes.
Marchar como fiesta de lo común. Marchar como reclamo de las libertades que
faltan. Marchar como se canta, como se escribe, como se ama, como se cuida:
para preservar la vida que es siempre actualización de la memoria. Marchar.
Otro 24”.
El
compromiso militante está intacto en miles de compatriotas, a pesar del
desgaste al que se lo somete diariamente (en particular desde los grandes
medios de comunicación) y es una cabal demostración de que el kirchnerismo, con
el peronismo a la cabeza y variadas identidades políticas e ideológicas
incluidas en el Frente Nacional y Popular, posee el sello distintivo para
sintetizar al Campo Nacional de las primeras décadas del Siglo XXI.
Por
todo lo mencionado, y a pesar de todo, seguimos marchando.
Con
las banderas en alto, y con madurez al momento de trazar el nivel de
expectativas para lo que se viene.
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