Por: Luis Furio
Enfrentados
groseramente a un desordenado frente opositor de derecha recalcitrante,
oligárquica, dictatorial y represiva carente de proyectos alternativos con
liderazgos personalistas sin organización partidaria nacional, en suma una
cadena nacional opositora con pretensiones de restauración conservadora
reeditan con falsa máscara de modernidad el añejo y vilipendiado esquema de la
Unión Democrática. Si a esto le agregamos una persistente operación mediática,
el cuadro se torna altamente conflictivo.
La cuestión no es tan
fácil como para atribuirla a un gobierno democrático popular que más allá de sus
aciertos se debate en los límites de sus contradicciones, poniendo en tela de
juicio los logros más relevantes de su gestión. Un inmenso caudal popular
puede, quiere y debe sostener la continuidad de este proyecto popular. Pero, percibe con meridiana claridad un
oscuro tramado de intrigas en el seno del Ejecutivo que pone en peligro el
futuro del modelo.
Hoy la realidad
cambiante y casquivana nos ubica en otra perspectiva. La regla de la Democracia
impone aceptar la decisión de la mayoría, debemos afrontar los riesgos que
implica una Segunda Vuelta que permitiría el regreso de una Derecha que, a pesar del paso de los años, no ha
olvidado ni aprendido nada. Debemos
revertir este incierto presente evitando regresar al pasado teñido de dolor,
sangre y explotación… al que no debemos ni queremos volver.
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