Una nación, un pueblo no transitan
sesenta años en estado vegetativo o inmovilizado: variantes políticas,
económicas, sociales, iniquidades, traiciones, golpes de Estado, deforman y
conforman variadas corrientes de opinión que anulan y suprimen todo intento de
reordenamiento político social o económico. Ignorar la tragedia argentina de
estos últimos cincuenta años es una falta de respeto a la historia y a quienes
en una ardua lucha se inmolaron por una Argentina libre y soberana.
Pretender que un país al borde del
abismo, acosado desde todos los ángulos, angustiado y herido logre en el período
de diez años un estado de equilibrio, es simplemente una utopía, pero todo
futuro se define por ser posible y en esa posibilidad reside nuestro empeño.
Vivimos un opresivo clima político,
complejo. A veces angustiante, cargado de irrealidades producto de una profunda
etapa de cambios. Un cambio de época que marca el fin de un ciclo nefasto de
nuestra historia y el inicio de un esperanzado tiempo nuevo. Un camino de
superación, una suerte de mitológico renacimiento de viejas pero nunca
olvidadas banderas de Liberación Nacional. Surge entonces la confrontación con
los intereses que se oponen a los cambios, intereses que cumplen con el rol
asignado por su historia.
Un proceso de cambios
político-social-económico, conlleva un largo período de transición cargado de
arbitrariedades, compuestas de resistencias, crisis, tajantes divisiones,
rupturas. Son sesenta años que no se revierten en una década ni dos, sino que
requieren de un proceso político a largo plazo. En ese estadio interactúan toda
suerte de expertos alquimistas, moderna calamidad que saben un poco de todo y
mucho de nada, minorías sin pueblo manipuladas por poderosas maquinarias de
propaganda que paralizan la mente y la imaginación.
Esta esperanza que hoy vivimos tiene
un largo tiempo de gestación; fracasos, contradicciones, luces y sombras
componen una inapreciable carga histórica que no debemos olvidar. Si ante esta
nueva posibilidad hubiese razonabilidad sería interesante llegar a un acuerdo y
navegar juntos a favor de la corriente con buena voluntad y optimismo,
decididos a ir tan lejos como se pueda en la búsqueda de una Patria Libre, Justa y Soberana.
“La política es un realismo superior
que busca lo esencial”. En ese camino, en esa búsqueda reside el propósito
básico de este histórico periodo.
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