El
país se debate entre dos proyectos políticos, económicos, sociales y culturales.
Lo mismo se reproduce en todos los niveles de gobierno: nacional, provincial y
municipal. El proyecto nacional y popular por un lado, y el neoliberal. Dicho a
grandes rasgos parece sólo un eslogan, pero cuando analizamos dicha dicotomía
en profundidad está claro que es más que eso.
El
FPV ha demostrado durante doce años de gobierno su apego a la defensa
irrestricta de los intereses nacionales y la soberanía. El kirchnerismo ha
reconstruido la centralidad de la política y ha convocado a la militancia
juvenil. Frente a tamaños logros, que significaron un cambio de paradigma, la
restauración neoliberal macrista pretende volver a la despolitización a través
de la negación del conflicto y la polémica; pretende así desmovilizar al Pueblo
para obtener carta blanca en sus políticas de ajuste.
El
kirchnerismo ha implementado una política económica predominantemente expansiva,
la cual redundó en un crecimiento sin precedentes. Dicho crecimiento, insuflado
por la intervención del Estado con inversión pública y social, se tradujo en un
aumento de la base imponible y un incremento de la recaudación fiscal, que
hicieron posibles la recuperación de un Estado eficaz. Se crearon millones de
puestos de trabajo y se ampliaron por millones las jubilaciones y las
prestaciones sociales, inyectando dinero en la economía y estimulando el
postergado consumo popular, que no fue mero consumismo sino que creó y efectivizó
derechos. A más consumo, más demanda; a más demanda más producción; a más
producción más empleo; y a más empleo más consumo: el círculo virtuoso. Es
innegable que simultáneamente se produjo un proceso inflacionario que se
agudizó en los últimos años, que se redujo en el 2015, producto de la puja
distributiva; aun así el poder adquisitivo creció o se mantuvo. Los últimos
años no fueron dinámicos, la economía creció menos y la abrupta reducción de la
pobreza inicial se estancó; la crisis internacional y la restricción cambiaria
jugaron un papel negativo en dichas complicaciones. Aun así las políticas
contracíclicas contuvieron y evitaron la crisis. A esta política económica que
pese a las dificultades se demostró mayormente exitosa, el PRO le opone una
política antagónica de reducción estatal, ajuste y desregulación económica, que
ya se demostró fracasada dando como resultado recesión, desempleo e inequidad.
Los adláteres del fracaso neoliberal, responsables de la crisis del 2001, ahora
dan consejos.
Los
cambios operados por el kirchnerismo en el plano social también son enormes,
con multiplicidades de programas sociales de estímulo y contención para los
sectores más vulnerables. Ello demandó una inversión social enorme sólo
factible a través de la redistribución de la riqueza posibilitada por un
sistema impositivo e impuestos directos que financiaron la intervención estatal
a grandes rasgos. El PRO, por el contrario, milita contra los impuestos y la
presencia estatal; y lo hace en nombre de un liberalismo que pretende ocultar
el hecho de que Macri rechaza de plano la redistribución de la riqueza como
principio político y moral.
En
el plano cultural, el kirchnerismo ha apuntalado verdaderos cambios de
paradigma, que en mayor o menor medida han impactado y transformado parte de la
sociedad. La puesta en valor de la política y la organización, o la solidaridad
en el marco de una comunidad organizada, son sólo algunos de estos valores y
principios que el kirchnerismo ha recuperado y levantado como banderas. El PRO,
por otro lado, ofrece un nefasto “posmodernismo” vacío de contenido,
individualista y desorganizado, que al mismo tiempo que pretende debilitar al
Estado intenta desmovilizar a la sociedad en todos sus niveles; una propuesta
que articula en el sentido de generar el contexto que habilite y vuelva viable
la aplicación de políticas anti-populares y de ajuste, dejando al Pueblo sin
capacidad de respuesta.
La coyuntura local
Morón
no es ajeno a esta realidad nacional; nuestro distrito es un nivel
gubernamental más entre cientos, en donde también se da la batalla en nombre de
los principios fundacionales del peronismo, frente a un neoliberalismo que se
resiste a desaparecer. Por un lado, el proyecto nacional representado por
Hernán Sabbatella; por el otro, Tagliaferro por el PRO. Pese a algunos sectores
funcionales a la derecha, la dicotomía es clara: o se está del lado de un
gobierno municipal que pese a sus errores políticos y de gestión ha sabido
integrarse al FPV y ha llevado a cabo las políticas del Gobierno Nacional, o se
está del lado del PRO y su proyecto de destrucción estatal y desvinculación
nacional, al servicio de la impunidad oligárquica.
Se
juegan los mismos interese arriba descriptos; los antagonismos políticos,
económicos, sociales y culturales son los mismos y se ven representados por el
peronismo kirchnerista frente al PRO y sus lacayos radicales. No hay punto
medio, los augurios anuncian resultados ajustados; la vuelta de la derecha a
Morón está a la vuelta de la esquina.
Es
por ello que llamamos a votar con conciencia y con memoria, sin sectarismo ni
particularismos, siendo leales a la conducción de Cristina Kirchner y al
proyecto nacional y popular. En Morón el Pueblo vota la lista Celeste y Blanca
K completa, para garantizar la continuidad de las políticas macro que
transformaron el país: Scioli Presidente, Aníbal Gobernador y Sabbatella
Intendente.
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