Por Daniel
Chaves
Alguna
vez, el diputado nacional Jorge Rivas sintetizó con meridiana claridad cuál
era, a su entender, el mayor punto de identificación, entre muchos ejes de
coincidencia que poseía con el gobierno kirchnerista. Y lo dijo simple y breve “lo que más me entusiasma de este gobierno
son sus enemigos”. Lo cual constituye una base de posible aglutinación y
punto de partida para transitar un camino de unidad en la diversidad,
respetando desacuerdos e incluso tolerando contradicciones propias y ajenas,
precisamente como consecuencia de tener en claro qué sectores e intereses
corporativos se paran “en la vereda de enfrente” al movimiento nacional, de
base popular.
Recupero
este concepto disparador de reflexiones y sanos debates que planteó en su
momento el citado edil socialista, habida cuenta de su formidable vigencia, que
lo convierte para quien escribe estas líneas, en un faro que ayuda a disipar
neblinas marítimas e incertidumbres múltiples ocasionadas por limitaciones propias
del campo nacional. Pero aunque gradualmente pareciera que la tendencia es a “aclarar”
cada vez menos seguido, la luz está allí adelante, intacta: los enemigos son
los mismos, las estructuras operativas desestabilizadoras, los recursos del
rumor periodístico, idénticos al aplicado al menos en los últimos 85 años. La masa
crítica opositora y el tenor de sus acusaciones, tan similar desde Yrigoyen a
esta parte en cuanto gobierno de masas existió en este país, y salvando sus
lógicas y numerosas diferencias y características.
Partir
de esta definición por el opuesto es de utilidad y máxime cuando aplica a
ciudadanos que manifiestan un grado de apoyo con reservas y desde una
perspectiva autónoma, tal quien aquí escribe. Lo cual debiera poder llegar a
ser enriquecido y ampliado con entusiasmo y genuina pasión militante en la
medida que se instale la más que probable nueva jefatura tanto presidencial
como del movimiento nacional y popular (en un país donde el presidencialismo
conserva altísimo impacto social, no sólo simbólico sino además –y no nos
chupemos el dedo- por algo más ultra pragmático como lo es la disponibilidad de
recursos).
Se trata,
como dice el refrán, de “dejar andar al rengo para ver de qué lado cojea”, para
que los dichos se transformen en hechos. Y ahí sí, sopesar con mayor fervor, o
mayor crítica según cada circunstancia, el desarrollo de los acontecimientos.
Asistimos
a una campaña electoral donde, más allá de los recursos algo exacerbados para
esta oportunidad del “denuncismo” mediático filo-sensacionalista en consonancia
algunas veces con integrantes del Poder Judicial, las disputas de campaña
vienen dejando entrever, en términos generales, pobreza discursiva y en
particular, una alarmante escasez de creatividad y elaboración de contenidos
políticos por parte del bloque opositor que permitan conmover, “enamorar” al
electorado que transita búsquedas contrarias a las del modelo nacional popular,
y a la ciudadanía independiente que, en apreciable número, opta por el
denominado “mal menor”, inhibidos en tal disyuntiva de escoger por una
propuesta que los contenga en plenitud, simplemente por no existir en el
escenario actual. De todo esto también se nutre y gana en firmeza el rumbo del
Frente para la Victoria en su marcha a la retención de la Presidencia de la
Nación en la primera vuelta electoral. A sus evidentes aciertos, se le añade la
incompetencia crónica de la dirigencia
político-empresarial y mediática opositora por instalar una construcción
aglutinante, policlasista y convincente en cuanto al diseño de un proyecto de
país.
Y aunque
se palpen numerosas calcificaciones de incierto desenlace al interior del campo
nacional, la mística ganadora inherente a la esencia del peronismo, la elevada
imagen de la actual presidenta –con proyección internacional quizás a mediano o
corto plazo- una cuidadosamente remozada imagen del candidato presidencial y,
reitero, el regalo extra de la profunda limitación ideológico-programática
vigente en la inmensa porción de la “vereda de enfrente”, permiten ir
palpitando el desenlace de aquí al 25 de Octubre a la noche.
Brillante
don Jorge Rivas, con su definición de antaño, al menos para el corto plazo,
alcanza y sobra.
Después…
después vendrá una nueva historia. Probablemente con matices propios y
modificaciones más o menos contundentes a la construcción movimientista de
amplio abanico ideológico, tal como la conocimos en estos últimos años.
Pero
no es tiempo para hacer futurología. Las propias contradicciones del movimiento
nacional se irán depurando con la generación de sucesivas y nuevas
contradicciones, en espiral ascendente y a la espera de intervenciones
pragmáticas para la resolución de más y mayores demandas sociales,
empresariales y del oscuro mundo de las finanzas internacionales, siempre
dominadas y en representación del imperialismo.
Excelente síntesis del sentimiento de todos quienes apoyamos el modelo actual, y estamos expectantes, pero no por eso menos prudentes, ante la posible "continuidad" del gobierno a través del candidato Daniel Scioli. Por el bien de la patria, que así sea!!
ResponderEliminar