Desde
la aprobación de las leyes que promueven y defienden la creación de Centros de
Estudiantes en las escuelas secundarias, se han creado gran cantidad de
organizaciones estudiantiles en los distintos colegios del país.
No obstante, en muchos colegios se
dificulta la creación de estas organizaciones que deben defender los derechos
de los estudiantes, pero más aún se dificulta el desarrollo de la actividad
militante dentro de las instituciones educativas.
¿Por qué ocurre esto? Lógicamente,
como todas las organizaciones políticas, los Centros de Estudiantes tienen
dificultades para desarrollar sus acciones y tomar sus definiciones políticas,
y esto se agrava teniendo en cuenta que muchos de los miembros de estos Centros
de Estudiantes recién se inician en la militancia política y que, en estos
espacios, convergen militantes con varias posturas políticas o ideológicas.
Pero no son los factores internos
los que más complican a la juventud. Son los factores externos, y
principalmente, aquellos docentes que, de tanto que aman su profesión, de tanto
que les gusta enseñar, quieren intervenir y “educar” a los miembros de los
Centros de Estudiantes. Y… ¿vieron?, son tan sacrificados y solidarios.
“Lógicamente, padre, tienen que
ayudar a los jóvenes incautos del Centro de Estudiantes. ¡Mire usted si algún
estudiante subversivo se le ocurre sumar a alguno de sus hijos a La Camporonga!”
Estos docentes, como no pueden negar
su creación por ley, tratan de reducir la actividad política del Centro de
Estudiantes a un simple voluntariado, generalmente para tener a los pibes como
esclavos laburando en algún acto o limpiando el patio del colegio. Su odio
rabioso a la juventud militante, los hace promover la desunión de los
estudiantes, la discriminación contra aquellos nenes malos que quieren hacer
política en la escuela. Y por sobre todo, saben seleccionar a “los mejores e inteligentes” estudiantes dentro de
la institución, para convertirlos en alcahuetes.
Me pregunto, ¿por qué estos
educadores derechosos vienen a decirnos lo que debemos o no debemos hacer para
ayudar? ¿Por qué cuando ellos fueron jóvenes no lo hicieron? ¿Por qué miraron a
otro lado cuando miles de compañeros eran desaparecidos por defender los
derechos de la juventud y dijeron “algo abran hecho”? ¿Y ahora nos quieren
venir a dar cátedra de lo que está bien y está mal?
Los estudiantes deben luchar por
preservar la autonomía de sus organizaciones, por debatir política y disputar
poder en cada escuela, por discutir que educación quieren. Los jóvenes
deben fomentar la formación cívica
colectiva de todos los compañeros, sin caer en palabras vacías o la
divulgación de doctrinas fallidas, y
generando el piso para que cada pibe pueda aprender y crecer en lo individual y
en sociedad. Deben por sobre todo defender los derechos conquistados, y
conquistar los que faltan.
Como decía Néstor “A los jóvenes les digo
sean transgresores, opinen, la juventud tiene que ser un punto de inflexión del
nuevo tiempo.”
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