por
Juan C. Dennin
La situación por la que está atravesando nuestra
Argentina es grave. El avance neoliberal
que en teoría iban a desarrollar en forma gradual, avanza en realidad con toda
su parafernalia, como una “blitzkrieg” determinada para cercenar derechos. Está siendo hora de asumir la derrota, esa de
la que algunos parecen no haberse dado cuenta aún, y asumir una actitud de
defensa que nos permita organizar la contraofensiva.
El vasto y heterogéneo cuerpo social que padece
este brutal avance de la derecha, que arrasa derechos económicos, culturales y
sociales, carece hoy de una fuerza política que por sí sola pueda articular con
él. Por lo tanto hay que priorizar un espacio donde confluyan las fuerzas
capaces de representarlo.
Esa confluencia deberá darse en un frente
amplio que sea capaz de poner toda su energía en las necesidades inmediatas de
nuestro pueblo y desarrollar políticas para defender sus derechos. No se puede
caer en la confusión difundida durante la campaña previa a las últimas
elecciones, cuando con la idea de captar al electorado independiente se
confundieron las propuestas y se dejaron de lado la confrontación entre dos
modelos antagónicos
Ahora bien, una vez racionalizada la derrota,
asumiendo esta etapa defensiva ante el avance neoliberal, se deberá tener en
cuenta la estrategia que desarrollan desde el gobierno con importantes logros:
la estigmatización. Quien no lo entienda estará aceptando entrar en el juego
que mejor juega la administración de Cambiemos, pues la resultante será el
sectarismo. Ellos saben que en las próximas elecciones de turno medio tienen
una limitación de votos, por lo que buscan, y hoy parecen estar logrando, la división de quienes tengan
enfrente.
En esta hora de la historia breguemos por la
unidad de acción, por una amplia coincidencia política frentista contra las
medidas económicas y contra el ajuste de cuentas social y cultural que se
plante frente al retorno neoliberal.
El
campo popular no puede soportar más divisiones como las que generan las
discusiones acerca del pasado. Las mismas deben ser por el rumbo político
necesario a adoptar en el presente. Este
será el enfoque cuyo derrotero tenga la meta de una sociedad más democrática, mucho más participativa e igualitaria.
Desde este frente se deberá recuperar el
accionar del diálogo permanente y con respuestas claras y precisas a los
problemas concretos de los trabajadores, de los desocupados, Pymes, clubes y
centros barriales, sectores medios y vecinos, y que vaya recobrando el ímpetu
del “puerta a puerta”. Con el oído
puesto en las necesidades del otro se hará factible la construcción de ideas y
propuestas que sirvan para elaborar leyes que fundamenten un programa viable,
que se oponga al proyecto neoliberal y a cualquiera de sus variantes.
Para no
caer en un idealismo lírico, hay que comprender que serán muchas las
dificultades que surjan en la constitución de un frente con estas
características. Hasta ahora hemos
podido observar como el elenco gobernante, sin tener amplia presencia en las
dos cámaras de representantes, se las ha podido arreglar para sortear las
dificultades que en teoría podría haber encontrado allí. No ha aparecido un grupo de dirigentes que hayan podido acordar un ideario común
para enfrentar la oleada neoliberal.
Podemos observar en las luchas sociales y
culturales, en cada conflicto contra el
ajuste, la carencia de ese núcleo dirigencial que sea capaz de acordar un
proyecto similar al que pretendemos. Los protagonismos tienen que ser dejados
de lado, y se debe ampliar una convocatoria de abajo hacia arriba, que incluya dirigentes
y militantes políticos territoriales, sindicatos, actores sociales y culturales,
que se irán convirtiendo en los nuevos referentes que necesita nuestro país.
El frente contendrá toda identidad política e
ideología dispuesta a acordar su construcción opositora al avance neoliberal,
teniendo como prioridad la defensa de los derechos. Esa defensa deberá ser
superadora en lo colectivo, ya que las reivindicaciones individuales de cada
partido o sector habrán de ser secundarias, porque que en caso contrario se
hará el caldo de cultivo favorecedor a la embestida neoliberal.
El
peronismo y una amplia izquierda nacional serán pilares en este frente, capaces
de desarmar el andamiaje con el que el gobierno estigmatizó los doce años de
conquistas de derechos y a todo el kirchnerismo.
Un pueblo que esté fortaleciendo entidad, autonomía, conciencia de sus
derechos y deberes, y que manifieste su pluralidad y su capacidad de construir
acuerdos para lograr una mayor participación en las decisiones políticas nos acercará más al ideal de democracia participativa
que queremos consolidar. Para ello, la
edificación del espacio, deberá asentarse sobre pilares democráticos y
participativos. La Patria Justa, Libre y Soberana habrá de ser una muralla donde no pueda volver a
penetrar el neoliberalismo.
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