Muchas
compañeras y compañeros, comunicadores y militantes reconocen, teóricamente, la
relación entre la política y la comunicación. Parece que ya no es necesario
volver a debatir aquello de que información es una cosa y la comunicación otra
y que por lo tanto hablar de esta última, en términos de organización, no es
hacer referencia al área de prensa de la misma.
Sin
embargo estas conceptualizaciones están enmarcadas en un contexto y como
consecuencia de esto, podemos afirmar que luego de la derrota electoral de
diciembre pasado, ha cambiado la correlación de fuerzas y en consecuencia,
la relación entre la política y la comunicación.
Hay otro
escenario en el país y es prudente que reconozcamos esto lo más pronto posible.
Por lo tanto las preguntas, los análisis y las estrategias tienen que
modificarse en función a la nueva realidad que vivimos. No podemos seguir
haciendo política y comunicación como si nada hubiese pasado.
Por ello
hay que preguntarse, entonces, ¿cuál es el rol de la comunicación en esta
etapa? Y si convenimos que hay una profunda dispersión en el campo nacional y
popular a nivel de sus estructuras políticas y sociales, el segundo
interrogante, sería: ¿cómo puede ayudar la comunicación a transitar un proceso
diferente, a encontrar nuevos caminos y formas de trabajo?
Antes que
nada, los propios comunicadores y medios deberemos interrogarnos sobre cómo
hemos venido haciendo comunicación/información. ¿Por qué a veces les pedimos a
las dirigencias políticas y sociales, autocríticas que nosotros tampoco hemos
abordado, más allá de recitar la no asignación de frecuencias y el debate sobre
sustentabilidad/sostenibilidad?
A veces,
da la sensación de que no se puede salir de esos dos nudos a los que por
supuesto se le suma, ahora, los nuevos 21 puntos de la Coalición y todo lo que
alrededor de ellos se disputa.
A cada
forma de hacer política le corresponde una forma comunicacional. Hay una
relación de ida y vuelta, cuestión inherente al propio ser humano para cualquier
actividad que realice, individual o colectivamente. Es decir, no resultaría
adecuado seguir repitiendo lo de definir “la política” y después se la pasamos
a un comunicador para que la implemente. Los dirigentes deben analizar las
cuestiones comunicacionales como parte de su discusión interna.
Coyunturalmente
estamos en un momento en que la comunicación tiene que apuntalar, facilitar
y fortalecer el mundo de lo político: convocando, alentando encuentros,
sosteniendo redes, capacitando cuadros y militantes. Es decir: ¿Qué es
lo que necesita el movimiento popular de la comunicación en esta etapa?
Vayamos a
un ejemplo y para ello tomemos un dato incontrastable: la detención de Milagro
Sala.
Se han
armado Comités por su libertad en todo el país, se han realizado conferencias
de prensa, acciones en Jujuy, apoyos de distintas personalidades y un sinnúmero
de actividades.
Veamos
ahora las herramientas comunicacionales, algunas de ellas, por lo menos, que se
conocen de varios lugares de la Argentina: realización de un mural, cuentas de
whatsapp (donde hacemos catarsis diarias ante cada hecho que se produce), la
difusión vía redes sociales múltiples y algunas marchas, entre otras.
Para
poder analizar adecuadamente esto, podemos utilizar una expresión, en un contexto
con características diferentes, pero con una misma herramienta comunicacional:
las paredes de la Dictadura que decían “Luche y vuelve”.
Entre
otras observaciones sobre esto último, podemos mencionar algunos elementos: era
clara la acción y el objetivo. Sin nombrarlo (porque estaba
prohibido) todos sabían de quien se trataba y esas pintadas hacían
automáticamente referencia a estructuras sindicales, partidarias y de
organizaciones juveniles en la clandestinidad, entre otras. El pueblo y
sus expresiones representativas de resistencia conocían lo hecho por Perón, sus
obras, discursos, y enemigos.
¿Hoy, el
pueblo trabajador, en las barriadas del conurbano, en las fábricas, en los
sectores pobres y de laburantes de las grandes ciudades de la Argentina,
sabe quién es Milagro Sala, sus acciones, sus realizaciones concretas, la
realidad histórica/de clase/económica de Jujuy? No es disparatado afirmar que
los/as que hacen referencia a ella, generalmente, vía los medios masivos,
tienen una opinión negativa sobre su persona, sin haber ido jamás a Jujuy, o
interés por hablar con alguien que si lo hizo, de informarse.
La
pregunta que surge de esto es: ¿estamos utilizando las herramientas
comunicacionales adecuadas para la disputa real por la libertad de Milagro?
Si los
sectores populares no tienen información adecuada para evaluar, reconocer y
defender a una de los suyos, ¿qué estamos haciendo a nivel comunicacional,
entonces? La batalla por su libertad la libramos, básicamente, en los sectores
de clase media y en muchos casos, apostando a que los grandes medios
nos cubran una conferencia de prensa pidiendo por su libertad o denunciando sus
condiciones de detención.
No se
puede defender y luchar por lo que no se conoce. Parecería que las herramientas comunicacionales
que estamos utilizando son insuficientes, y de impacto relativo y siguiendo la
línea de análisis, que nuestra manera política de abordar el tema, tiene
déficits, carencias y metodologías equivocadas, o por lo menos, limitadas.
Y este
bosquejo de autocrítica, estamos seguros, podría aplicarse a la lucha de los
compañeros/as en Paraguay, Brasil, Venezuela, a lo largo de nuestra América
Latina.
Este es
nuestro aporte al debate, a la comunicación y la política en la etapa.
RED
DE COMUNICADORES DEL MERCOSUR
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