Por
Daniel Chaves
Mientras nos emocionamos con pleno derecho y
justicia tras el exitoso lanzamiento del satélite ARSAT 1, oscuras fuerzas nos
exhiben su impunidad más despiadada con todo lo inherente a la aparición del
cuerpo del joven Luciano Arruga, a más de cinco años de su desaparición. Luces
y sombras, alcances y límites, pugnas de los poderes fácticos cuando gobierna
en nuestro país una fuerza política que apela y representa al Campo Nacional,
lo cual implica el atento y constante boicot del bloque opositor de corazoncito
y mentes anglo-yanquis, con sus enormes recursos financieros y operativos para
resistir, quizás, el tiempo que sea necesario.
Equilibrios
Hay equilibrios entre los actores en pugna,
aparentemente necesarios de respetar para garantizar la “paz social” en una
sociedad capitalista, globalizada y regida por el consumismo como uno de sus
principales paradigmas. Estos “equilibrios” no hacen sino garantizar que los
poderosos sigan siéndolo, y los de abajo, con mayor o menor grado de
necesidades cubiertas –de acuerdo al perfil ideológico y la vocación de
servicio del gobierno de turno- sigan remándola de abajo, o de muy abajo, con
escasas probabilidades en los hechos –y no en lo meramente declamativo- de
disputarle y arrebatarle poder real a los primeros.
En este orden de las cosas, uno se pregunta
si no sería tiempo de comenzar a profundizar una praxis revolucionaria en aras
de transformar de raíz el orden socioeconómico vigente. Luego acontece el baño
de realidad, y el posibilismo en todo su esplendor, llegando a muy interesantes
conquistas pero sin lograr penetrar y desgarrar el dique de contención que
históricamente nos frena y separa del bloque de intereses corporativos de los
mayores dueños del poder financiero (y
que quizás, en un tiempo, reconquisten “opíparas” porciones del poder político)
de la nación y la región en su conjunto.
Es allí donde el paciente y sinuoso camino,
en teoría correcto o más bien el posible dentro de lo que permite la coyuntura,
se diluye en una nebulosa que lo configura desde insuficiente hasta
inalcanzable, y comenzamos a remar entre piedras, a los tumbos, algunas veces
dando vueltas en círculos como peces dentro de una pecera, sólo para volver a
comenzar la tarea, una y otra vez. Ciertamente, con un paulatino incremento del
agotamiento, con más temores que en el ayer, y la desazón tras cada desilusión
que acontece y nos pone frente al desafío de retomar, como se pueda, la tarea
de la liberación nacional. Aún cuando deba encararse contra tempestades y en el
viejo dilema de respetar los “períodos cíclicos” en los cuales retorna el
farandulismo, el individualismo como ideal de vida y un desinterés demoledor
por el concepto de Patria Grande y sus inagotables alcances y posibilidades. O
bien, caso contrario, pasar por “sectarios” o “iluminados” que dan la espalda a
la mirada coyuntural del conjunto mayoritario de la sociedad cuando sobrevienen
los tiempos de las “relaciones carnales” con el Imperio.
En el plano regional
Por estas horas se libran trascendentales
jornadas electorales en las hermanas patrias brasilera y uruguaya. Aún
reflejando alguna clase de retroceso respecto a uno de sus antecesores, las
performances de los candidatos populares, enrolados en el PT que posiciona la
reelección de Dilma Rousseff, y el Frente Amplio uruguayo, que convoca al
retorno de Tabaré Vázquez a la presidencia de la Nación, son modestas pero las
únicas garantías firmes para conservar el sueño de la Patria Grande. Y no me
refiero en términos de “Proyecto” ya que sería por demás ambicioso y estaría
faltando a la verdad; ante la acostumbrada y variada gama de buenas intenciones
y abundantes declamaciones en tal dirección, abundan en contrapartida,
provincianismos mezquinos que suelen trabar todo vestigio de profundización de
una firme y real integración regional en el área comercial-económica y hasta
cultural. Por caso, el sueño de base bolivariana del Banco del Sur, podría
estar convirtiéndose en un recuerdo de tiempos dorados. O por decirlo de un
modo más metafórico, un acto heroico a mitad de camino.
Está claro que asistimos y “masticamos” una
etapa de amesetamiento en la lucha por la emancipación definitiva de nuestra
región. Períodos éstos, mucho más prolongados que los picos de avances del
bloque regional en integración real y profunda de las economías y la identidad
cultural latinoamericana.
Baño de realidad
Asumir que se inició un período donde quizás
el tope sea la defensa de las conquistas alcanzadas en el último decenio, con
muy estrecho margen para la “profundización” de la inclusión social (aún lejos
de poder afirmarse como plena Justicia Social) en Nuestra América, puede
resultar ingrato o poco estimulante para la necesidad de reclutamiento de las
organizaciones políticas que sostienen este rumbo, pero evitará un –probablemente-
inadecuado ejercicio de mística revolucionaria, o cuando menos transformadora
de nuestra realidad, que eventualmente se choque de bruces con el consabido “no
se puede” y conlleve desilusiones a gran escala entre las generaciones más
jóvenes.
Se aviene un período histórico en el cual lo
más sensato, seguramente sea dar un paso atrás, para luego dar dos pasos
adelante.
O bien no nos sorprendamos si el día menos
pensado, nos hallamos corroborando la voz del poeta, ya sea por desidia,
incapacidad colectiva, derrota táctica o simple traición; condimentos que nos
ponen en el umbral de contemplar al “futuro repetir el pasado”, y que nos
traigan por recetas mágicas “un museo de grandes novedades”, por supuesto,
sentenciadas de antemano al fracaso.
Y mientras tanto, y con las más básicas
necesidades del pueblo trabajador luchando para no caerse del centro de la
escena… el tiempo no para.
0 comentarios:
Publicar un comentario