Por
Daniel Chaves
Esta edición de fin de año viene con una
fuerte impronta nacional. Se deduce de la rica y muy variada composición y
procedencia de los trabajos periodístico-militantes que integran estas Huellas
de Diciembre. Una tercera edición que pulsea entre el desafío de continuar
creciendo, y la lucha básica por sobrevivir, de aquí en adelante.
En términos generales, consolidamos en las
páginas de este número una mirada crítica de los poderes fácticos, tanto de la
esfera de lo económico como de las fuerzas que componen la clase política
cipaya nuestra de cada día.
La defensa del Movimiento Nacional surge más
en defensa propia - atentos a los riesgos concretos de una restauración
oligárquica que pulverice las políticas fuertemente inclusivas y
derecho-humanistas logradas en la última década-, que con una fortaleza para el
avance resuelto y la profundización definitiva del rumbo económico-social
trabajado en este período (con las idas y venidas, luces y sombras lógicas de
la matriz ideológica preponderante de nuestros Movimientos Nacionales
desarrollados a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI).
Conscientes hemos de estar, más que seguro,
del techo muy cercano para las aspiraciones de avances nacional populares en el
firmamento, asoma nítida la necesidad de sostener, en clave defensiva, a las
conquistas logradas y plantearse
modestos escenarios de mejoras para los tiempos que se avecinan. O bien, las
puertas abiertas para una tercera década infame.
El aparente equilibrio de fuerzas (y esto
apuntado con un optimismo de indisimulable sabor agridulce) entre los bloques
nacional y antinacional, amerita afrontar con estricto realismo, saludables
hechos concretos fundamentalmente orientados a favorecer a la clase trabajadora
(elevar el piso de Ganancias, por caso, y acceder a buenas paritarias en el
2015 parecieran ser dos ejes que el Gobierno no debe esquivar) y la pequeña
burguesía a los fines de no cercenar más la base de apoyo histórico del Campo
Nacional.
Cerrar
el grifo por el que se perdió considerable masa crítica, consolidar lo que
tenemos y avanzar paciente y cautelosamente por más, es una tarea que se
avizora como imprescindible para los próximos meses.
Estas reflexiones en cuerpo editorial no son
ni pretenden ser una arenga. Busco aportar un halo de luz, sin quimeras que
entorpezcan o desilusionen a futuro, producto de su distancia con el estrecho
margen de maniobra que otorga la coyuntura. Y aún en la seguridad de que la
conducción del Movimiento Nacional actual carece de quien la sustituya, expongo
en la introducción a estas Huellas de fin de 2014, la imperiosa necesidad de
continuar aportando tiempo y dedicación al enriquecimiento colectivo del
Movimiento Nacional.
Sin más aspiración, por ahora diría el
Comandante Chávez, que la de no retroceder hacia un neoconservadurismo que
representaría un escenario dantesco para no menos de 20 millones de
compatriotas. Me incluyo entre ellos.
Entiendo que esa es una razón más que
demoledora para seguir transitando este sendero pedregoso y muchas veces lleno
de parajes indeseables. Con opciones mejores que otras, naturalmente. Pero
esencialmente, dándole continuidad, como se pueda, al Proyecto Continental que
tan positivamente avanza desde la última cumbre de la UNASUR. En la cual, este
camino recorrido ya cuenta con Monumento Propio, símbolo de las luchas ganadas
hasta nuestros días.
0 comentarios:
Publicar un comentario