Por Santiago M. Muñiz
Concejal de Morón (FPV-PJ)
El
estudio y análisis del nivel de gobierno local en nuestro país encierra una
dificultad y una particularidad propia de la organización federal de nuestro
gobierno. Es decir, existen tanto tipos y formas de organizar el nivel local
como cantidad de provincias. Sin embargo, esta particularidad y heterogeneidad
institucional no invalida la posibilidad de encontrar una tendencia y un proceso común, que con sus matices y particularidades,
da cuenta de una revalorización y una nueva forma de abordar el
“municipalismo”.
Esta
nueva escena local implica el pasaje de un modelo municipal tradicional,
autárquico, y administrativista, a la construcción de instituciones de gobierno
cada vez más autónomas, que no funcionan como mero apéndices de las provincias
para la administración de las ciudades, sino que son actores estratégicos en la
reproducción material y simbólica de los territorios.
A su
vez, este nuevo escenario está atravesado por otras dos variables centrales; la
construcción de una nueva agenda de problemas públicos –seguridad, medio
ambiente, desarrollo económico, etc.-, y el rol de la ciudadanía que interpreta
como responsable de esas cuestiones a los municipios, aunque esto suponga una
contradicción entre las demandas ciudadanas, y las competencias y funciones que
tiene normado la esfera local.
A
estas variables debemos sumarles otros tres fenómenos que dan cuentas de este escenario:
_ El
proceso de reforma del Estado ha sido
fundamental para la incorporación de nuevas funciones y competencias en el
ámbito municipal. Lo más sobresaliente en este punto es la política de
descentralización llevada a cabo por el nivel central, transfiriendo
competencias y funciones que les eran propias hacia los niveles de gobierno
subnacionales.
_La normalización del orden
constitucional en el
año 1.983 y la recuperación de los derechos civiles y políticos, produce una
ola democratizadora en el cual la ciudadanía participa en los asuntos públicos
con total libertad, y reconoce al nivel local como una instancia valiosa de
participación e interacción. Con este mismo espíritu la reforma constitucional
del año 1.994 estable en su artículo 123° el reconocimiento de la autonomía
municipal.
_La Globalización generó cambios profundos en los patrones de localización del capital
priorizando lo territorial y resaltando
y considerando a las microrregiones como la forma más efectiva y eficiente de
invertir capitales. Sobre esta idea se construye también la teoría del
desarrollo económico local.
Hasta
aquí una explicación de porqué se da esta revalorización de la esfera local,
sin embargo, de lo que se trata es de pensar qué modelo de municipalismo
debemos construir para resolver las demandas populares dentro un proyecto nacional
que marca las pautas y el contexto del
desarrollo.
Esta
idea de pensar al municipio indivisible de un proyecto nacional se contrapone a
las corrientes ideológicas del “municipalismo sin nación” ancladas en modelos
políticos vecinalistas, que conciben que
el desarrollo de un territorio solo dependa de las potencialidades y
características de una determinada comunidad local.
En
contraposición, y desde un posicionamiento doctrinario, así como en La Comunidad
Organizada un individuo no se realiza en una comunidad que no se realiza, un Municipio no se realiza en una Nación
que no se realiza. Pero
aun tomando una postura pragmática sobre cómo lograr los objetivos propuestos,
un proyecto local no tiene sentido ni destino desacoplado de un proyecto
continental, nacional y provincial.
La relación que debe
construirse entre el Municipalismo y el Proyecto Nacional es la del contexto del desarrollo.
Ningún
proyecto local puede confiar solo en el despliegue y armonización de sus
recursos y potencialidades para desarrollarse, y un Proyecto Nacional tampoco
puede en soledad consolidar una estrategia de desarrollo a lo largo y ancho del
país.
En
esta lógica, el Estado Nacional debe promover una serie de variables –sociales,
políticas, y económicas- que generen el “contexto” para que puedan consolidarse
el desarrollo local y territorial. Por otro lado, los Municipios son los
“agentes territorializadores” del desarrollo nacional. Es decir, que por sí
solos no pueden promover un crecimiento económico con justicia social, pero si
hay un contexto nacional funcional a este objetivo, los gobiernos locales, por
sus características, por su contexto de cercanía y conocimiento estratégico del
territorio, son los que pueden garantizar los objetivos máximos de un proyecto.
Creo
que en esta forma de abordar la relación entre el Municipalismo y el Proyecto
Nacional encontramos algunas claves o pistas para las bases de construcción de
un nuevo modelo de municipio, entendiendo que los roles y las realidades
cambian, pero el fundamento final siempre será la felicidad del pueblo y la
grandeza de la nación.
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