Los
talibanes en su tiempo, la propia organización terrorista Al-Qaeda, y hoy el
Estado Islámico: siempre, en todos los casos, EEUU apareció vinculado en la
creación y promoción de estas organizaciones, al menos en algún momento, y se
sirvió de ellas. Desde el armamento de origen israelí encontrado en Siria, o el
financiamiento que Arabia Saudita (aliado estratégico de EEUU) brinda a estas
organizaciones terroristas de su misma estirpe sunita, hasta las fotos y
reuniones que John McCain (líder republicano) mantuvo con los líderes
terroristas en Siria, incluido un dirigente del entonces Estado Islámico de
Irak y el Levante (Estado Islámico): son sólo algunas de las tantas pruebas,
las más conocidas quizás, que implican directa o indirectamente al gobierno
norteamericano en la creación o sostenimiento de estos grupos. No es una teoría
conspirativa, es una realidad y continuidad histórica demostrada.
Pero,
¿por qué? Simplemente porque Estados Unidos sólo existe a través de la guerra y
su propia expansión violenta. EEUU actualmente se encuentra gobernado por
corporaciones y grupos económicos que controlan en forma concentrada todos los
engranajes claves y complejos del Estado, la economía y la sociedad civil en
dicho país; y entre las principales corporaciones e intereses que se imponen se
encuentra el complejo militar-industrial, las corporaciones petroleras y los
contratistas. Esos son los genocidas de esta etapa imperialista. Y esos son los
intereses que motivan las permanentes guerras que el imperialismo y sus
vasallos europeos, con Alemania como capataz, llevan adelante.
Vivimos
un momento de anarquía internacional, en donde las potencias como EEUU violan sistemáticamente
el derecho internacional; se terminó la farsa de la cooperación. Hoy impera el
realismo político en las relaciones internacionales. De invasión en invasión, y
cuando no con intervenciones indirectas, así EEUU y sus aliados atacan al mundo.
Los grupos terroristas son un instrumento que Estados Unidos crea, expande y
utiliza, y a través del cual justifica su presupuesto militar, sus negocios, y
su presencia, completa o parcial, permanente en Medio Oriente y otros países;
grupos extremistas de los cuales EEUU y la Unión Europea se sirven para
derrocar a gobiernos que les son reticentes o les enfrentan.
La
guerra en Siria, causa de los cientos de miles de inmigrantes y refugiados que
se desplazan, es responsabilidad directa de EEUU, Inglaterra, Alemania y sus
vasallos; la camarilla imperialista que agrede a la humanidad. Y es
paradigmático que las potencias teóricamente civilizadas, primero hayan
contribuido a destruir la infraestructura y la organización social de países
como Libia, Irak y Siria, y ahora se desliguen de los inmigrantes que huyen de
la guerra y que ya ni siquiera tienen hogar. No sólo eso, hemos visto cómo la
policía húngara arrojaba gas pimienta a padres y niños. El imperialismo no
posee moral.
Es
por esto que es necesario y una obligación en honor a la verdad, denunciar la
responsabilidad de las potencias expansionistas occidentales, de sus monarquías
aliadas en Medio Oriente como Arabia Saudita, Jordania o Qatar, y de los grupos
terroristas financiados y organizados por EEUU, Europa, y las monarquías
tiránicas sunitas. No permitamos que los medios de comunicación vinculados a
intereses foráneos vuelvan a ocultar e invisibilizar las responsabilidades
políticas de este genocidio indirecto. La prensa imperialista, Reuters, AFP,
AP, y todas las agencias vinculadas, trabajan para desviar el eje de la
discusión, vaciarla de contenido, y beneficiar a los gobiernos neoliberales,
señores de la guerra. Y los medios locales, cuyos capitales corresponden a los
mismos intereses, como Clarín, La Nación o Infobae, replican el discurso
dominante. El imperialismo existe y mata, por más que le pese a los cómplices
del posmodernismo, y el gobierno y la militancia tienen que trabajar para
denunciarlo y exponerlo.
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