Por Juan Carlos Dennin
Aunque el comentario parece haber surgido de
alguna sobremesa o charla de café, la realidad va dando indicios de veracidad.
Este tiempo se está pareciendo cada vez más, salvando las distancias, a los meses
posteriores a setiembre de 1955. Persecuciones políticas a trabajadores, cárcel
a referentes sociales, ingreso al FMI, avances en la destrucción de lo
conseguido en los últimos doce años, represión, etc.
La violencia armada de ayer, ha sido
reemplazada por la violencia simbólica, pero efectiva, que se dispara desde los
medios y replicada y amplificada desde los portales de internet. La
problemática que está construyendo el actual Gobierno, tarde o temprano
estallará entre sus manos, y es por eso que todo dislate se lo adjudica a la
“pesada herencia recibida” o a los
“ñoquis” estatales que desarrollan tareas destituyentes, por lo que deben ser
despedidos.
Milagro Sala, referente social, quien no
registra antecedentes según hace público la policía salteña es capturada, y
enviada a la cárcel “por incitación a la violencia”, delito que en caso de ser
comprobado es excarcelable. Se unifica el discurso mediático aboliendo de facto
la Ley de Medios y uno a uno van desapareciendo del aire las voces discordantes
con la actualidad política. Incluso las alianzas regionales son tenidas en
cuenta como “nidos” antimacristas, por lo que se les debe restar
importancia. Una costilla permite
asistir a Davos pero no a la CELAC.
Mientras tanto, “Yo, el Supremo”, avanza a paso redoblado DNU a DNU.
Un
amplio sector de votantes de Macri, son sectores de clase media que mejoraron
su nivel de vida en la última década, y vieron en el actual presidente a un
joven empresario que les iba a mantener su “estilo de vida” pero dejando de
lado la tensión política que implicaba el gobierno de Cristina, con los “vagos
choriplaneros, la grieta, las cadenas nacionales, etc. Pero tarde o temprano
sobrevendrá la desilusión, pues desde siempre la derecha argenta se ocupó de
contener a los argentinos, es decir manejarse con represión y limitando al
máximo la libertad de expresión.
La hora actual nos urge en la necesidad de
volver a pensar, a reelaborar tácticas y estrategias en función de la
identidad, los deseos (imaginarios o no), las posibilidades y el futuro de lo
que genéricamente se conoce como el Movimiento Nacional Popular, y que siempre
encuentra diferentes canales para accionar sobre el presente de la Nación y el
Estado.
Se deben respetar y apuntalar las
representatividades territoriales auténticas, buscar la cohesión con quienes se
han dispersado, analizar lo acontecido
(se viene no de una, sino de dos derrotas electorales: 2013 y 2015) para
generar autocríticas que sean constructivas en vez de los pases de facturas
egocéntricas. Habrá que volver a recorrer los barrios preguntando y escuchando,
respetando el pluralismo. Las políticas
discursivas no tendrán ser dogmáticas y deberán servir para ampliar el debate.
No sirven los “purismos” a ultranza, menos
que menos en esta hora. Es tiempo de unidad para poder avanzar. De unidad de
acción. La política, el arte de hacer lo posible, evitará el ir más allá o
quedar más acá, pero ese “posible” debe ser en beneficio de las masas y por las
que debemos empeñarnos en trabajar todos los argentinos. La bandera del Movimiento Nacional y Popular
será siempre significa la defensa de los intereses de las mayorías, de los
sectores más postergados, de los sectores productivos, los empresarios con
conciencia nacional, los trabajadores.
En el
Movimiento Nacional y Popular, el Kirchnerismo ocupa el espacio más
dinámico dentro del mismo. Es una
manifestación del peronismo por su historia, por las acciones implementadas y
por compartir sus mismos enemigos, siendo, hoy por hoy, el más convocante. El peronismo no es una invención cultural o un
partido electoral, sino que es la resolución política organizada y concreta de
los problemas de la dependencia argentina. De ahí su rol fundamental en el
Movimiento.
El dilema actual de dicho sector del MNyP
está dado porque corre el riesgo de subsumirse en la quietud y perder su
potencia contestataria frente al avance indubitable de la derecha reaccionaria
si es arrastrado por la presión de las necesidades territoriales. A su vez, si
se recuesta únicamente en los sectores “progres” puede llegar a convertirse en
una fuerza testimonial. No hay tiempo
para el juego estético, el del Peronismo es siempre político.
Los personalismos han de ser dejados de lado
y cada quien deberá saber ocupar el lugar que le corresponde en esta construcción
colectiva. Desestimar la visión progre
de si el PJ es solo un “aparato” cuando se pierde una elección o se comparten
sus propuestas cuando se gana. No se
trata de debatir si se “es” o “no se es” peronista. Este es un tema que adquiere relevancia
política a la hora de reconocer la vigencia o no, de la lucha por alcanzar la
soberanía política, la independencia económica y la justicia social. A partir
de acá, el peronismo se ofrece como una experiencia histórica que introdujo una
agenda de problemas y de soluciones políticas, que acertadas o no, marcaron el
punto más alto de la independencia nacional y del bienestar del pueblo
argentino.
Un
pueblo sin conciencia histórica, está condenado a reproducir los errores de las
generaciones anteriores. De esto se trata.
"Nosotros no nos vamos a dejar aplastar jamás por la bosta
oligárquica y traidora de los vendepatrias que han explotado a la clase
trabajadora; porque nosotros no nos vamos a dejar explotar jamás por los que,
vendidos por cuatro monedas, sirven a sus amos de las metrópolis extranjeras y
entregan al pueblo de su patria con la misma tranquilidad con que han vendido
el país y sus conciencias." Evita
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