¿Hasta
cuándo pensarán continuar tensando la soga?
Por
Daniel Chaves
Por estos días es mucho lo que se ha dicho
y/o escrito acerca de nuestro presente, a pesar del hermetismo deliberado de
los grandes medios de desinformación y distorsionadores de la realidad. Que
unos “robaron”, que el relato oficialista está herido de muerte ante los
constantes escándalos de los que forman parte, incluso a escala de recibir una
exhaustiva cobertura de parte de la prensa mundial; pero detrás de la oprobiosa y conveniente cortina de humo
de la “corrupción K”, se esconde lo que verdaderamente debe ocuparnos y
herirnos: El acelerado derrumbe institucional, económico, cultural, ético y
social al cual se está sometiendo al grueso de la población nacional, a cambio
de la satisfacción de un puñado de mega-empresarios con sus beneficios y
ganancias obscenas, y que en todo perjudican al pueblo trabajador.
Es la lucha de clases, en toda su luminosa
nitidez. Los campos mucho mejor delimitados que antes.
Disparates contra nuestros abuelos. Despidos
en masa. Persecución ideológica en diversos ámbitos no sólo laborales. Intentos
de censura. Extorsiones a diestra y siniestra… pareciera que ese espíritu del
“compadrazgo” prepotente e inescrupuloso de los años 30 (aquellos “años
felices” para el conservadurismo oligárquico y pro-británico) ha recobrado
forma, aggiornado a la modernización del siglo XXI, claro está. Y como en
aquellos lejanos tiempos, para que dichos actores operen rebosantes de
impunidad –a coro de un poder Judicial organizado y digitado a su medida – es
necesaria la presencia de un bloque de oposición política que se “integre al
régimen” y jueguen el doble rol de criticar –pero suavemente- al Poder
Ejecutivo, sólo para luego votarle todo lo que sea necesario con tal de
mantener la simpatía del imperialismo y su claque de acólitos millonarios.
Se está reeditando a pasos acelerados el
“Régimen Falaz y Descreído” que tanto combatiese Hipólito Yrigoyen y al cual
hoy sus herederos radicales deshonran mientras hacen comparsa detrás de los
pasitos de baile que nos regala Mauricio Macri en circunstancias variadas. Pero
para concretarse este escenario tóxico, no hace falta sólo un oficialismo
antipopular (que bien puede merecer, a esta altura, el mote de “repugnante”),
sino y reitero como en el párrafo anterior, también una oposición genuflexa o,
en el mejor de los casos, pasiva, la tan mentada oposición “dialoguista”. Y
frente a todo ello, el pueblo trabajador a la deriva, testigos por ahora
impotentes, del triste deambular de la Nave de los Locos.
¿La
hora de los pueblos?
Pareciera,
por estas horas, un objetivo desmedido aspirar a una reorganización casi
inédita, de rasgos más bien horizontales, para contraponerle Poder Popular a la
intrincada telaraña político-mediática y judicial que despliega el
neoliberalismo en nuestro territorio, y al unísono en la región en toda su
extensión.
Pero
las resistencias estrechan lazos; los lazos fomentan la confianza en sus
propias posibilidades en tanto colectivo; y así se va volviendo a recuperar el
territorio donde, en última instancia, se dirimen las pulseadas: en las calles.
Aún
se observa muy escasa solidaridad inter-sindical para que los reclamos no sean
sólo por sector, sino de alcance y potencia masiva.
Las
derechas exponen cual matón de barrio, todos sus músculos para amedrentar al
pueblo, para que nos sintamos débiles, divididos, diseminados en un mar de
desconfianzas que fueron activadas en parte, por las dirigencias que se dicen,
o decían en algunos casos, defensoras del pueblo argentino y su mentada
felicidad.
Las
derechas nos despliegan sus vastos recursos, sus trapisondas leguleyas para
enmarañarnos y ahogarnos antes de empezar a protestar.
Pero
esta vez desconocen algo, y en caso de que lo sepan, están actuando con una
ceguera irreversible.
¿Qué
es lo que desconoce la derecha, entonces? Que el pueblo aún… no les ha mostrado
los dientes.
0 comentarios:
Publicar un comentario