A nadie puede sorprender ni una situación ni
la otra. El primero, ya con la tremenda e irremediable carga de la Tragedia del
Once pendiendo, en parte, de su espalda y una más que cuestionable labor cuando
le tocó en suerte ocupar la Secretaría de Transporte de la Nación.
En ambos casos, como cualquier ciudadano de
bien puede darse cuenta –celebre o no con dichas situaciones- han sido
fenomenales culebrones mediático-judiciales para que dichas detenciones
“cubran” el formidable escándalo internacional que involucra al presidente
Mauricio Macri y del cual se habla con justa dureza en múltiples medios
internacionales, algunos de ellos indignados con la “complacencia” que los
principales grupos hegemónicos del rubro tratan dicha noticia en obscena
intención de encubrir al Presidente y la hipótesis del efecto dominó de sus más
de doscientas causas judiciales pendientes.
Pero vayamos un poco más allá del culebrón
informativo nuestro de cada día. Para ello, citaremos al colega cordobés Sergio
Ortiz, quien pone las cosas en su adecuado sitio al afirmar que “Por el empresario Lázaro Báez, que despidió
a 1500 trabajadores de su empresa de construcción Austral, no derramo ni una
lágrima por haber sido detenido. Por Milagro Sala, trabajadora injustamente
encarcelada por (Mauricio) Macri y (Gerardo) Morales, sí debemos reclamar su
libertad y comenzar a movilizarnos los sectores populares. Y agrego: Báez sería
un corrupto empresario de la burguesía nacional arribista, angurrienta y de
acumulación capitalista al calor de los gobiernos K. es una bosta. Pero los
Paolo Rocca, Pérez Companc, Franco Macri, Carlos P. Blaquier, Carlos y
Alejandro Bulgheroni, los Werthein, Roggio, los dueños del Galicia, Magnetto,
Roemmers y otros empresarios monopolistas ligados al capital extranjero, son
mucho peores, incomparablemente peores y su acumulación capitalista la hicieron
vendiendo el país, junto a dictaduras militares como las de Videla y dictaduras
cívicas como la de Macri”.
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