Por:
Lic. Soledad Verónica Abella
Hoy
recibí una nueva convocatoria para participar de este periódico y si bien aún
no respondí, la medianoche me encuentra deslizando mis dedos por este teclado
que me acompaña a parafrasear al Comandante venezolano para llamar la atención
de quienes están del otro lado.
Soy
militante de género, consciente de los problemas que tenemos las mujeres, los
padezco aún sin protagonizarlos en primera persona. Me crié escuchando groserías
por la calle, bocinas invasivas de automovilistas, viajando en transportes
públicos siendo acosada, manoseada, sintiendo miembros viriles rozando mi
cuerpo, viéndolos involuntariamente cuando deciden orinar en la vía pública,
siendo acorralada contra una pared mientras camino por la calle, siendo interpelada
por mi forma de pensar o por mi vehemencia al defenderme, siendo “abordada” por
un compañero de trabajo que en un viaje laboral decidió unilateralmente reservar
una habitación con cama matrimonial sin mi consentimiento habiendo manifestado
mi voluntad en contrario. Por este último hecho en particular, he sido
cuestionada, sometida a todo tipo de interrogatorios, se me han atribuido
muchas culpas y hasta he soportado todo tipo de comentarios y chistes al
respecto, no sin resistirme con todas mis fuerzas (y quienes me conocen saben
que son muchas y muy estruendosas) mientras a mi victimario nunca nadie le ha
hecho un reproche siquiera en broma.
Estamos
protagonizando distintas formas de lucha contra la violencia de género en la
sociedad: #NIUNAMENOS, eventos a propósito del 25 de noviembre, del 8 de Marzo,
el paro de mujeres, el vestirse de negro durante toda una jornada, el marchar
bajo una lluvia copiosa e impiadosa. Hemos logrado visibilizar la problemática,
hemos puesto en evidencia una realidad sórdida, hemos puesto luz donde antes
había oscuridad.
Y
esto genera reacción, o ¿qué esperábamos?
Desesperados
porque sienten que están perdiendo esta batalla, están siendo desenmascarados,
cuestionados, repudiados. Los machos están saliendo a la palestra y se
manifiestan de la peor manera, con brutalidad, con sadismo, arrasando con quien
se les cruce, planificando masacres: “yo
te voy a dar #NIUNAMENOS”. Pues ya no es una, se llevan varias vidas en sus
bravuconadas.
Estamos
atravesando un momento crítico si los hay, se viene la contraofensiva. Sabemos
que el violento es un pobre tipo que se siente tan pequeño como un microbio, y
necesita sacarse esa pequeñez de encima y por eso la proyecta en una mujer.
Por
eso tenemos que estar más fuertes que nunca, seguir dando batalla, no
amedrentarnos ante la muerte de las compañeras, sentirnos todas en peligro y
sacar fuerzas de ahí. Si nos soltamos ahora, no solo que no vamos a detener
tanta muerte, simplemente dejaremos de contarlas por miedo y todas esas caras
que hoy vemos en los afiches durante las marchas en las que exigimos justicia,
se comenzarán a desdibujar hasta ser un manchón de tinta que sea parte del
paisaje. Un paisaje enmarcado en una tensa calma, esperando nuestro turno en la
antesala del infierno, sabiéndonos solas ante el macho, esa bestia insaciable
que ha diseñado el patriarcado.
Se
me están terminando los caracteres, por eso formulo dos pedidos
1-
A
las mujeres apoyémonos unas con otras, seamos conscientes de nuestra realidad:
NOS ESTÁN MATANDO. Que esa situación nos motive para continuar con la lucha,
valoremos nuestra fuerza. Dejemos de culparnos entre nosotras y sepamos que
ellos son los responsables de sus actos, el patriarcado los habilita y nosotras
somos responsables de reproducirlo, de esparcirlo como el veneno que es, como
un reguero de pólvora. Dejemos de creer que es nuestra responsabilidad
exclusiva la crianza de la descendencia, el cuidado de las personas, las tareas
domésticas, ejerzamos la tendencia a la igualdad exigiendo y dando el lugar
luego de exigir, no creamos que somos las únicas que podemos hacer bien las
cosas.
2-
A
los hombres, por más comprensivos que puedan ser, por más compañeros que sean
en la lucha, no crean que saben lo que es criarse viviendo con miedo, no pueden
siquiera imaginárselo, no les pido eso. Solo les aviso: SE ESTÁN YENDO AL
CARAJO, de ahí el título de esta nota. Han sido puestos en evidencia y salen a
cazarnos, a matarnos, a torturarnos, a humillarnos, a acosarnos sexualmente, a
culparnos de todos los males del planeta. Córtenla porque estamos organizadas y
no vamos a dar ni un paso atrás.
Y no
empiecen ahora con los comentarios de siempre “que se sienten atacados”, “que
no son todos iguales” y ni se les ocurra postular esa gilada del #NADIEMENOS
que intenta confundirnos: YA SÉ QUE NO TODAS LAS MUJERES SOMOS VICTIMAS Y QUE
NO TODOS LOS HOMBRES SON VICTIMARIOS en tanto individualidades, no estoy
pensando en nombres y apellidos, ESTOY PENSANDO EN EL PATRIARCADO COMO SISTEMA
OPRESIVO ¿se entiende?
Por
eso y por tantas otras cosas es que el 8 DE MARZO YO MUJER, ADHIERO
AL PARO INTERNACIONAL DE MUJERES.
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