Conversaciones
con Oscar González, ex Secretario de Relaciones Parlamentarias de los gobiernos
de Cristina Fernández de Kirchner. Diputado Nacional (M.C.), periodista, y
junto a Jorge Rivas, los principales referentes del Socialismo para la
Victoria.
Por:
Daniel Chaves
Excelso
orador, conversador de vastos conocimientos que trascienden largamente a la
política, Oscar González compartió un café con quien escribe estas líneas, para
repasar anécdotas del pasado y presente del socialismo argentino –y sus
diferentes rostros-, aciertos y errores de una fuerza tan antigua como
atomizada a través del tiempo. Oscar es un profundo conocedor del socialismo
criollo, y del componente humano de muchos de sus dirigentes o pretendidos
socialistas, muchos de los cuales terminaron a posteriori orientándose hacia
enfoques más o menos antipopulares. Pero la historia no se destaca en ellos,
sino en los pormenores que a continuación brinda el entrevistado.
El discurso presidencial del 1° de
marzo. ¿Una provocación “pautada”?
González
recordó su rol como funcionario tan estrechamente involucrado en la apertura de
las sesiones parlamentarias: “para mí el 1° de marzo es un día de inusitada
importancia política y simbólica; allí se sintetiza lo que se hizo el año
anterior y se propone la agenda para el año que se inicia. En este marco, estoy
acostumbrado a depositar grandes expectativas para estas fechas… y resulta que
me encuentro con este episodio para el cual no encuentro adjetivos… si te digo
revulsivo, me acerco a mi sentimiento como ciudadano. Transformaron a ese
recinto en un “acting” de hipocresía superlativa e imposible de ser considerada
desde un análisis político. Tengo mucho respeto por el realismo mágico, pero
esto vendría a ser el realismo trágico. Mencionan obras inexistentes, logros
inexistentes, perspectivas falaces. Es el triste momento que nos toca vivir en
Argentina, y no nos queda más que contener la ira y tratar de repensar los
caminos a seguir”, expresó.
“El
gobierno anterior, si bien criticado y desacreditado, tuvo un razonable estilo
de gestión, de reformas moderadas: respetó los dispositivos de nuestra vieja
Constitución liberal. Eso sí: los cambios concretados no fueron irreversibles,
sino que ante la ofensiva de la burguesía –que nunca es nacional-, los grupos
de poder financiero y sus secuaces, se revirtieron. Y eso debe servir de
aprendizaje para cuando volvamos a tener una experiencia de gobierno: la moderación
en los métodos no tiene que equivaler a la moderación en las determinaciones.
Va a ser muy difícil, si no revertimos las acciones de los medios entre un
segmento de la población que aún cree en ellos por más esfuerzo en materia
cultural que hicimos, incluso también desde lo comunicacional, pero no pudimos
superar a esos valores individualistas, burgueses”, se despachó.
La matriz económica
“Tampoco
fue transformada en consonancia con todas nuestras aspiraciones”, aclaró
González. “No tocamos los aspectos materiales ni sus mecanismos, y en el plano
judicial, varias de las designaciones durante nuestra propia gestión fueron
gentes formadas en las viejas escuelas de la aristocracia y élites del Poder
Judicial, que viven protegiendo intereses de clase”, disparó con su estilo
reflexivo pero decidido y militante.
¿Cómo se instala a nivel social la
idea de crisis, cuando parte de esa misma sociedad no quiere hablar de crisis?
“Implica
adentrarnos en el pensamiento crítico. En general priman las verdades de
Perogrullo, lo que dice la tele, los lugares comunes, los políticos son
ladrones, los ricos no roban porque ya tienen dinero… una masa enorme de
falacias constituidas a través de las redes y los medios en verdades de ocasión
que se consolidan con el mensaje del Presidente. Y queda a la vista lo que se
logra por la vía de estas políticas.
¿Atrapados con o sin salida?
Aquí
Oscar abordó sin remilgos el asunto: “Sólo un sufrimiento indecible de nuestra
sociedad es lo que permite una reacción desesperada –que esperemos no sea
violenta, aunque podría serlo. Sobran los ejemplos históricos. Así será, para
mí, la vía de salida de esta crisis extrema. Nunca se dan de manera
parlamentaria. Yo vengo de un partido cuyo documento fundacional, del siglo
XIX, indica que mientras la burguesía permita que las sociedades asuman aunque
sea parcialmente los beneficios del crecimiento, la lucha política
parlamentaria sirve… ¡Pero en tales condiciones! Si es un régimen que deteriora
el salario, expolia la pequeña propiedad, extingue a la clase media… en tales
circunstancias no puedo promover una salida parlamentaria. Juan B. Justo dijo
´lento e impetuoso, el progreso humano es constante´. Frase muy propia del
positivismo del siglo XIX, pero yo hago una lectura actualizada: Por algún
lado, la presión social se va a manifestar”, aventuró.
Y esa fuerza tumultuosa, ese hervidero
en aumento, ¿Cómo se encauza, considerando la magnitud de esa potencia que va
emergiendo?
“El
kirchnerismo expresa un aspecto no total de ese sedimento de movilización
popular que va a contribuir desde las masas a construir una salida. Habrá una
expresión electoral que revele todo lo conquistado, pero el cambio social que
merece nuestro país va a ser más amplio, caudaloso que un simple triunfo
electoral. Necesariamente surgirá un movimiento cultural, político, nacional,
regional que probablemente sea muy doloroso y con un gran costo personal para
quienes se pongan al frente. El hartazgo de los sectores sociales condenados a
no tener futuro se va a ir canalizando en un esfuerzo organizacional, en un
movimiento más denso, lleno de contradicciones y pujas tanto internas como
externas, muy perseguido por el establishment, muy cuestionado también por
ciertas izquierdas. Los socialistas que somos kirchneristas no nos encandilamos
por la salida electoral, si bien no hay que despreciarla”.
¿Y qué rol le otorga al sindicalismo
en esta coyuntura?
Continuó
Oscar, apasionado, su análisis en el que no esquivó a ninguna consulta: “Salvo
honrosas excepciones, hacen lo imposible para contener la lucha social de los
trabajadores. Hay pocos sindicalistas que alienten el despliegue de la energía
que contiene el movimiento obrero. Nosotros venimos de una tradición en la cual
el sindicato expresa las contradicciones de clase de la sociedad, pero no
estamos en aquellos tiempos. Hoy encontrás organizaciones llenas de intereses
financieros, con enormes propiedades, manejan empresas, iniciativas
inmobiliarias… no son el elemento más dinámico para protagonizar, sino que
reaccionan cuando las élites las comienzan a traicionar y se acaban los plazos
de gracia, los ´esperamos que les vaya bien´ todas frases beatíficas de estos
señores frente al poder real. Pero como no vivimos un cuadro de situación
sencillo, hay que construir un proceso histórico, estratégico, lleno de
discontinuidades también entre estos sectores”.
¿Y desde lo electoral?
Bueno,
yendo a lo específicamente electoral, nosotros los socialistas estamos
predispuestos a sostener lo que la conducción de Cristina perciba y decida.
¿Lo primero sería frenar la hecatombe
social…?
Claro.
Esa hecatombe genera, implícitamente, una movilización, que habrá que canalizar
en todos los terrenos, social, cultural, comunicacional…
Que, esto último que menciona, es
central en el sostenimiento del gobierno actual…
“¡Y
las redes!, nosotros desatendimos las redes. Te lo digo como periodista. Y todo
esto necesita de una conducción unificada por lo menos para este período
histórico. Y esa conducción unificada se llama Cristina Fernández de Kirchner.
No es socialista, no es una militante revolucionaria, pero considero que es la
persona con mayor claridad y compromiso con el proceso de cambio que se hizo, y
es la única garantía de que se puedan reagrupar fuerzas políticas, sociales y
culturales para una nueva etapa, cuyo caudal militante lo van a propiciar las
propias medidas del actual gobierno. La catástrofe ya empezó. Va
materializándose todos los días”.
Estrategias y los “modales” para la
próxima ocasión…
Avanzó
sobre esta cuestión que tantas veces se oye pero muy pocos dan el paso de
audacia para especificarlo: “Dotados de la legitimidad popular, por la vía que
ella se produzca, en lo posible amplia y electoral, hay que tomar decisiones en materia
tributaria, fiscal e impositiva. En el mundo capitalista contemporáneo no hay
otra forma de equilibrar la economía. No soy partidario de las expropiaciones
ni de ninguna medida que no sea legal. Hay que hacer un esfuerzo –como lo hacen
países tan poco comunistas como Noruega- que generan una redistribución del
ingreso desde un rol estatal que lo asume como su principal papel. Un Estado
protagónico. Acá las élites económicas gozaron de una exagerada autolimitación
de nuestro Estado, se favorecieron históricamente de ello y de todas las
trampas, argucias y amenazas con tal de preservar lo único que les interesa: su
propia tasa de rentabilidad. De ahí emerge el actual gobierno, que es la
brutalidad misma hecha política. Necesitamos construir una salida nacional, que
nunca se consigue bajo el mando de la burguesía, sino del movimiento popular”.
El socialismo y CFK. Interacción y
convicción.
Oscar
González, en su equilibrio entre apasionado y afable conversador (vaya cualidad
y mérito entre tanta mezquindad y ocultamiento de cartas reinante en mayor
grado del que uno desearía…), remató la velada: “No tenemos ningún empacho en
orientar nuestra perspectiva estratégica junto a Cristina. Con nuestra
identidad, sin autolimitaciones. Es un orgullo acompañar a Cristina, hacer la V
de la victoria, portar nuestras banderas rojas, es un orgullo cantar el himno
nacional y también cantar la Internacional”.
0 comentarios:
Publicar un comentario