Por: Daniel Chaves
El ruidazo que se llevó a cabo en la noche
del 15 de marzo de manera simultánea en Morón y Haedo puede definirse como un
éxito rotundo. A los nutridos grupos que se congregaron en cada localidad, se
le añadió una decisión tan acertada como emotiva: quienes se habían concentrado
en la esquina de 9 de Julio y Av. Rivadavia, en Morón, marcharon por la emblemática
avenida –muy a pesar de las fuerzas de seguridad y de Tránsito, que se vieron
en la necesidad de ir ampliando el corte de Rivadavia por unos dos kilómetros,
y confluyeron junto a los manifestantes de Haedo en un abrazo simbólico.
Posteriormente se unificaron en un robusto
bloque que se dirigió hasta estación Haedo, donde culminaron cantando el himno
nacional argentino.
Entre las resultantes de tamaña actividad,
es muy destacable la rica diversidad de procedencias sociales, políticas, sindicales
y de muchos vecinos autoconvocados que concurrieron con pancartas y una gran
vocación de manifestarse. También acompañaron varios de los principales
dirigentes del kirchnerismo y el peronismo local.
Si la olla rebalsa…
Cuando las inclemencias climáticas –y hasta
los discursos amenazantes de la ministra de Seguridad de la Nación- no logran
diluir el interés de centenares de vecinos decididos a marchar de una ciudad a
otra bajo consignas de duro contenido antimacrista, y repudiando al conjunto del
frente Cambiemos tanto a escala nacional, provincial como municipal, podemos
afirmar que ese “algo” que venía madurando en forma incipiente, comienza a
tomar cuerpo. Los síntomas de disconformidad social se acrecientan a diario, y
la sociedad va multiplicando su movilización.
Contrastes
Mientras la gobernadora María Eugenia Vidal
mostraba un perfil más desencajado que su habitual apariencia cuasi beatífica,
y vulneraba sin tapujos los límites de la legalidad con su –enésima- extorsión
manifiesta contra el cuerpo sindical docente, y de manera velada a través de
ello, contra todo el conjunto de la clase trabajadora bonaerense, pocas horas
después coincidían los ruidazos en decenas de localidades del país.
Dicen que no hay peores ciegos que aquellos
que no quieren ver. Mientras unos se empecinan en ese camino de tan peligroso e
irresponsable horizonte, el pueblo va saliendo a ganar las calles, que es donde
siempre se le termina torciendo el rumbo a los proyectos antipopulares, demore
lo que demore, y cueste lo que cueste.
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