Por Omar Zanarini
Abramos la Boca / Radio Gráfica / La Señal
Medios.
La historia Argentina, la
tradición política que en ella se despliega, ha hecho aparecer a lo largo de su
derrotero un movimiento nacional que se contrapuso siempre a los intereses de
la oligarquía y el Imperialismo – español, inglés y yanqui, según la época.
Este movimiento nacional, puede
decirse, que retoma las grandes luchas dadas, si se quiere, por lo que
representa la histórica “grieta” que lleva más de doscientos años,
conceptualizada en lo que Jauretche llamó, retomando al Facundo de Sarmiento,
la puja entre la “Civilización o Barbarie”, madre de todas las zonceras las
llamará el pensador nacional forjista.
Decíamos, grieta que se actualiza
o mejor dicho, se ha ido actualizando a lo largo de estos doscientos años bajo
conceptualizaciones que ponen en escena dos modelos, uno de país y otro de anti-país:
Federales y Unitarios, Pueblo u Oligarquía, Unidos o Dominados, Patria o
Buitres. Usted elija, y se verá siempre ante la lucha entre quienes pretenden
una patria justa, libre y soberana e integrada con el resto de América latina;
y los que pretenden un país colonial y un pueblo de rodillas ante los poderes
reales (esos poderes fácticos, hoy tienen a sus representantes al frente de la
administración del gobierno nacional).
Cualquiera de esas dicotomías es
válida para hacer, incluso hoy, una lectura de coyuntura política. Ya se
cumplieron doscientos años de la Revolución De Mayo y se están por cumplir en
pocos días el Bicentenario De La Independencia; y esas disyuntivas están más
actuales que nunca.
Somos un país semicolonial y
tenemos por un lado al pueblo y del otro lado al gobierno (anti)nacional, con
los representantes de las corporaciones multinacionales y las entidades
agrarias al frente de los ministerios. Es decir por un lado el pueblo trabajador
y por otro los fieles representantes del Imperialismo y la Oligarquía.
El dato, o la novedad si se
quiere, es que éstos últimos llegan al gobierno vía democrática, es decir,
legitimados por las urnas y no mediante un golpe de Estado, que es el modo en
que históricamente se hicieron del poder, cuando no fue por fraude.
Pueblo en
las calles y anti pueblo en el gobierno
Tras la plaza del 9 de diciembre,
donde por primera vez en la historia un presidente, en éste caso una
presidenta, se despide de su gestión acompañado por casi un millón de personas
en las calles. Pero el 10 de diciembre, tras la salida de un gobierno popular,
asumieron el gobierno los representes del (anti)país y los mandaderos de las
corporaciones.
Actualizada la dicotomía, lejos de
achicarse la grieta, la misma se profundiza, alejando cada vez más los márgenes
de la unidad nacional, que de algún modo u otro el gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner había logrado poniendo en primer lugar saldar la
necesidad de los más postergados, de los trabajadores y del pueblo en su
conjunto.
Pero algo parece haber sucedido
tras esa plaza de la despedida. Algo que le permitió al (anti)Gobierno de Mauricio
Macri revertir en tan sólo 6 meses todo los derechos conquistados por los 12
años de gobierno popular.
La pregunta es entonces qué pasó y
por qué pasó.
Preguntas que seguramente tienen
más de una respuesta, pero mientras muchos se quedaron en ese abrazo inmóvil
esperando la vuelta de Cristina, otros avanzan en la discusión y en el debate,
como si no tuviesen ganas de esperar a nadie.
Y es cierto, mientras algunos esperan, al pueblo argentino se lo llevan
puesto.
De
traidores y traicionados
En la historia nuestra – y dale
con la historia chango – la palabra traición viene siempre acompañada con un
color. El de la sangre. Y su consecuencia fue nefasta pero para el conjunto del
pueblo.
Pero es responsabilidad de las
conducciones de los espacios políticos – habría que ver si se los denomina
conductores o poleas de transmisión de las verdades que emanan de arriba hacia
abajo – evitar que cualquier tipo de confrontación entre compañeros de un mismo
campo. Entre quienes estamos de éste lado; los que nos reconocemos bárbaros,
federales, unidos, los que estamos del lado de la patria.
Las contradicciones en el seno del
pueblo seguramente tendrán su momento de dimisión, pero le corresponde al
pueblo, llegado el momento, hacerse cargo de las mismas y avanzar en última
instancia hacia un proceso liberador en todas sus dimensiones.
Hasta tanto, hoy la contradicción
principal sigue siendo Liberación o Dependencia, Pueblo u Oligarquía. Y eso se
manifiesta entre los que hoy conducen los destinos del país y el pueblo que
sufre las consecuencias de esas políticas deliberadamente anti nacionales.
Sin duda en este constante hacer
de la política están los que salen a luchar y los que aguardan un tiempo mejor
para salir a hacer política. El gritar traición ante quienes difieren con las
posiciones de una conducción que hasta ahora no ha podido ser revalidada en el
seno mismo del movimiento nacional, trae sus consecuencias; la principal parece
ser el miedo o el temor a discutir política por fuera de lo que les digan lo
que tienen que hacer.
Lo cierto es que parecen haberse
quedado inmóviles abrazados en aquella Plaza de Mayo esperando que pase la
tormenta, mientras no se dan cuenta, que al pueblo lo siguen esquilmando. El
movimiento nacional está vivo y en marcha, y no parece esperar a quienes no
están dispuestos a dar el debate. Del otro lado, la administración colonial
avanza a paso firme contra todo lo que dieron los doce años de gobierno popular.
Y dentro de nuestro campo encontramos en la inmovilidad los que gritan
traición, que es una de las formas que adquiere la anti-política.
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