martes, 30 de junio de 2015

QUESO Y DULCE EMPALAGA MENOS

por Daniel F. Chaves

Como postre, el panqueque suele resultar un menú sabroso, siempre y cuando alcance el punto adecuado de cocción. Aunque a muchas personas (me incluyo) nos da una pataleta al hígado las más de las veces, a causa de cierto exceso de dulces y hasta almíbares con los cuales se rellena, decora y en parte, oculta así la esencia insípida y poco atractiva del panqueque en tanto tal.

Con un rápido golpe de sartén, el panqueque se cocina “vuelta y vuelta” y se da vuelta todas las veces que sea preciso en aras de lograr el objetivo deseado.

No se puede vivir a base de panqueques. No favorece a la salud de la sociedad, ni alimenta adecuadamente. Es un pequeño manjar que puede consumirse, con reservas y casi como capricho, no muy seguido.

Y para evitar ciertas satisfacciones a posteriori nocivas, resulta sano mantenerse lo más alejado posible del panqueque,  acaso para no violentar al Padre Nuestro y caer en una tentación de la cual, según dicen los entendidos en estas ciencias, no hay vuelta atrás.

Los hay salados tanto como dulces. De variado tamaño y consistencia. Pero el colesterol los rechaza a todos por igual, y si uno tiene la sensatez de proyectar un camino evolutivo, sabrá caminar por sendas cada vez más depuradas y perfeccionadas, y de costumbres gastronómicas simples y efectivas para una mejor calidad de vida. Si el ciudadano pretende “profundizar” esa evolución, no deberá estancarse en la cuestionable y no poco habitual práctica de la gastronomía licenciosa, donde los panqueques ocupan un permanente espacio central en las marquesinas.

Hoy tenía la necesidad de bucear libremente en un recodo narrativo de índole alimenticia. Si usted creyó leer entre líneas y se halla, en estos momentos, transitando otras significancias no puedo impedírselo. Está en su derecho; al fin de cuentas, el bosque maravilloso e ilimitado donde se ramifican nuestras fantasías y universo cognitivo en general, está absolutamente fuera de mi control. Sólo, de puro gaucho, le puedo sugerir, con un apretón de manos: no compre tantos panqueques. Cuídese un poco más la salud, y de paso también la de su entorno.


Otro camino (alimentario, ¡por supuesto!) es posible, y sin necesidad de cruzarse a la vereda opuesta. Si le atrae lo natural, le doy un consejo y va de gratis: éste es el momento exacto para preparar la tierra, seleccionar la semilla, y regar.



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