jueves, 7 de julio de 2016

NORBERTO DE LA RIESTRA Y LA BANCA INGLESA:

Por Rubén Lombardi

  En 1810 Buenos Aires tomó las riendas políticas de la administración del Fuerte, justo en los días en que vencía el permiso de importación en favor de la firma Dillon Twaines y CIA. El 25 de mayo famoso los primeros en saludar la instalación de la Primera Junta fueron los ingleses surtos en la rada del Estuario del ancho cauce.

Significaba que la libertad política lograda, aprovechando el cautiverio del lejano monarca español, correría paralela a la insoslayable compañía británica, a través de su afamada diplomacia y siguiendo los dictados de la libertad de comercio con la industria manchesteriana.

En 1822, Rivadavia crea el Banco de Buenos Aires o de Descuentos, integrado en su mayoría por capitalistas ingleses. Su gravitación en nuestra economía fue tal que, según denunció Nicolás Anchorena, cuando los patriotas de Montevideo pusieron en aprietos al general Lecor (jefe de las tropas portuguesas) el Banco de Descuentos le proporcionó una suma mensual de onzas de oro. Ante el reclamo de los indignados, los gerentes de la banca interpelada decían: “Nosotros no tenemos nada que ver con la política…Nos traen letras con buenas firmas y descontamos…”

Sugestivamente, al poco tiempo también pidió fondos el gobierno bonaerense de Las Heras en inminente guerra declarada con los brasileños, lo que fue negado por el Banco con el argumento que se había evaporado el oro y sus accionistas se radicaban lejos del teatro del conflicto.

El cordobés Bustos un día exclamó: “¡Que hijo de putas tan pícaros!".

Disuelto el Banco de Descuentos los unitarios establecen el llamado Nacional, sobreviene la Guerra con el Brasil (1826), y es en ese momento en que sus accionistas deciden auto distribuirse los dividendos. Mientras, los soldados argentinos, cubiertos de gloria en Boyacá e Ituzaingo, no pueden cobrar sus sueldos adeudados por el mismo Banco.

El nuevo Gobernador Dorrego, intenta tejer planes para continuar la guerra, pero el embajador Ponsomby, fumando impasiblemente sus predilectos habanos escribía a Londres: “ no vacilo en manifestar que creo que Dorrego está obrando ahora en favor de la paz…A ello está forzado por la negativa a proporcionársele recursos, salvo para pequeñas sumas…”. Así nació el Uruguay.

En 1835 llega Rosas con su dictadura populista, y el Banco Nacional es nacionalizado. Es la hora de la Casa de la Moneda, antecedente directo del actual Banco Provincia, que tendría el monopolio financiero en el distrito en beneficio de los sectores productivos.

En el jóven Uruguay y en el Brasil surge el Banco Mauá, vinculado con la familia europea Rothschils (financistas de la guerra franco-prusiana de 1870). Constituye así una verdadera punta de lanza de la penetración anglobrasileña en el Río de la Plata. Es quien resulta el prestamista de J.J. de Urquiza para abandonar su puesto en la Confederación Argentina y comandar el ejército aliado que derrocaría a Rosas en Caseros.

Caído el Restaurador, el aludido receptor de 400.000 patacones debe cancelar la deuda con el Prestamista y así es que el caudillo entrerriano autoriza a Mauá a abrir una sucursal en Rosario, cabecera de ferrocarril y puerto de embarque en el Paraná, ahora abierto al comercio internacional.

En 1861, el desenlace de la batalla de Pavón abre todos los resquicios a la plena influencia del capital inglés. Un año después se instala en Buenos Aires el nuevo “monstruo” financiero: El Banco de Londres y Río de la Plata. A partir de allí el poder de la institución en la economía argentina se puede medir con algunos ejemplos: Su primer abogado fue Nicolás Avellaneda (futuro Presidente del país). Uno de sus abogados resulta Manuel Quintana (primer mandatario en 1904). Algunos de sus clientes predilectos: Urquiza, Mitre y el diario La Nación. Y su primer Director residente, un distinguidísimo cultor de las finanzas anglófilas, Norberto De La Riestra.

Este argentino, nacido en San Antonio de Areco en 1820, militó de muy temprano en el partido unitario, fue muy preciado desde niño de la utilidad de la preeminencia de las grandes fortunas, las profesiones liberales y de los intereses del Puerto “civilizado” por sobre “el salvajismo” de la vida campesina. Habiendo huido del insoportable ambiente populachero y rural de la Confederación rosista, primero a Montevideo y luego a Inglaterra, retornó al país en los finales del odiado “régimen”, revestido como representante del banquero Green, futuro gestor del Banco Inglés ya mencionado.

A partir de ello, Don Norberto llevó a cabo una vida tan probritánica que al mismo Sarmiento le ha merecido la siguiente opinión: “Nunca pude deducir su inteligencia ni inclinación siquiera a la política de su país: era un empleado de comercio de casa inglesa en toda la extensión de la palabra”.

Mitre Presidente emprende la Guerra contra el Paraguay de Solano López. Carece de recursos. Entonces pide un préstamo externo, llamando simultáneamente a De La Riestra a los efectos de que “ilumine” su aletargada Administración. De ahí surge el proyecto para que Buenos Aires entregue a una compañía privada la emisión de papel moneda, por 25 años a través del London Bs As and River Plate Bank. Para ello toma un Empréstito en Londres por 2,5 millones de libras de los que Argentina recibe sólo 1,9 millones. Cuando don Norberto arriba a la capital británica, los mismos agentes le dicen que el crédito se lo conceden a él y no a su mal afamado país. Con dichos fondos, Argentina se lanza a la Guerra de la Triple Alianza, que acaba con la muerte del Mariscal López y con la destrucción de su pequeña patria.

A partir de esos años los intereses a pagar fueron tan gravosos que obligan a contraer deudas nuevas para pagar las viejas. En 1874, en la provincia de Santa Fe, un  gobernador valiente y patriota surge en el seno de la adeudada y esquilmada semicolonia: Es Servando Bayo, autonomista, irondista, por ende alsinista. Una seria crisis financiera amanece en la república y arrasa particularmente la vida comercial de los santafecinos. Para hacerle frente, dispone la creación de un Banco Público, el de Santa Fe, inspirado en las ideas de Mariano Fragueiro acerca de la intervención del Estado en el manejo del crédito. Pese al pequeño lunar que ello ocasionaba a la preeminencia de la institución londinense, el gerente de éste no quiere renunciar al monopolio de la plaza, y para ello presenta al cobro y todo en un día una pila de billetes del banco estatal rival, exigiendo su cancelación en oro contante y sonante.

El gobernador Bayo, sorprendido e indignado, intenta infructuosamente un  arreglo. Ante la intransigencia inglesa, decreta la liquidación de la sucursal rosarina del London Bank y la incautación de parte de sus reservas en metal. Luego ordena a la policía cerrar sus puertas y procesar a su gerente por desacato.

Toda la prensa porteña estalló en el acostumbrado griterío contra la demagogia y el autoritarismo. Es ahí donde el presidente Avellaneda, asustado llama a De La Riestra al ministerio de Hacienda, se pone éste de acuerdo con el infaltable embajador de Inglaterra, y juntos envían a un abogado del Banco. Este se presenta ante el Ministro Bernardo de Irigoyen y le informa muy suelto de cuerpo que una cañonera británica se dirigía al puerto de Rosario para custodiar la intangibilidad de las propiedades de la Institución. Lo sugestivo lo representaba el hecho de que el letrado que así amenazaba a un Ministro de la Nación se llamaba Manuel Quintana, y como anteriormente hemos detallado llegaría a ser Presidente de la República cuya integridad ahora conculcaba.

La cuestión luego de arregló a costa de concesiones mutuas que permitieron reabrir al banco inglés y continuar al de Santa Fé. Volviendo a De La Riestra, lo veríamos ejercer en 1876 una gestión económica de corta duración en el gobierno nacional. Es que el presidente Avellaneda oscilaba entre su reciente compromiso con el mitrismo desde la construcción de la Conciliación de partidos y su origen provinciano que lo inclinaba a cierta protección industrial. Es así que, ante una nueva elección del Gabinete por aplicar tarifas aduaneras más elevadas, renuncia y al cabo de unos años fallece (1879).

El diario La Nación, tan adicto a sus ideas económicas, como dedicatoria publica: “Desde la caída de Rosas, Mr De La Riestra ha figurado tan preponderantemente en los asuntos públicos que la historia del país es casi su biografía…Es considerado casi como un británico. Por sus simpatías y estima por todo lo británico, era bien conocido.”

A su vez, los financistas ingleses le habían obsequiado una estatua de plata de Canning, que aún se conserva en el Salón de Acuerdos del Ministerio de Economía.


Podríamos concluir afirmando que, como la de Manuel José García, fue la existencia de Norberto de La Riestra una vida al servicio del país…y de las finanzas londinenses.


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