sábado, 26 de abril de 2014

SERGIO MASSA, BIOGRAFÍA DE UN LIBERAL DE PURA CEPA

Por Alberto J. Franzoia

   Sergio Massa nació en San Martín, provincia de Buenos Aires, un 28 de abril de 1972. Es hijo del empresario de la construcción Alfonso “Fofó” Massa. Cursó sus estudios primarios y secundarios en el colegio católico  Agustiniano, y luego derecho en la no muy popular Universidad de Belgrano, donde se recibió en 2013. Se casó en 2001 con Malena Galmarini,  la hija de los militantes menemistas Fernando “Pato” Galmarini” y Marcela Durrieu;  desde entonces se instaló en Tigre. Un recorrido por su biografía  nos permitiría comprender su comportamiento político actual y le evitaría a no pocos algunas desagradables sorpresas en un futuro cercano.  Repasemos entonces sólo algunos de los datos más relevantes.
   Sus orígenes están vinculados al partido oligárquico liberal Unión de Centro Democrático (UceDé) creado por el ingeniero Álvaro Alsogaray, el mismo con el que se nutrió de funcionarios el gobierno de Menem durante la tristemente recordada década de los noventa. La presencia de Massa en la UceDé, integrando además su ala derecha (lo que no es poco decir en materia ideológica),  no pasó desapercibida por cierto, ya  que fue presidente de la Juventud Liberal de la Provincia de Buenos Aires entre 1994 y 1996. Producto de la lamentable alianza-convergencia política entre el justicialismo (menemizado) y la UceDé, se integró luego a las filas del primero. Pero como el personaje abordado es pícaro,  pretende utilizar este dato a favor de una supuesta pertenencia al campo nacional-popular. Claro que se le podría responder, con enorme razón histórica,  que no eligió el mejor momento para transformarse en “justicialista”.  Ingresar al PJ en los noventa representaba algo similar a incorporarse al radicalismo alvearizado (proceso por el cual el sector liberal copó su estructura alejándolo de toda representación nacional y popular) en plena década infame (durante los años treinta), cuando Discépolo se inspiró para componer su célebre “Cambalache”.
   Siempre en los noventa,  Massa  fue asesor del Ministerio de Desarrollo Social durante la gestión de un producto típicamente menemista como Ramón “Palito” Ortega. Pero cabe aclarar que llegó allí nada menos que de la mano del oscuro dirigente sindical  Luis Barrionuevo, con quien había militado en San Martín.  Luego fue diputado provincial por Buenos Aires, y durante la gestión de Eduardo Duhalde como Presidente Interino (quien se había alejado de Menem recién cuando éste se empezó a hundir tras hundir al país) se lo designó Director Ejecutivo del Anses; cargo en el que continuó aún después de la elecciones de 2003. 
   En el 2007 fue electo intendente de Tigre, pero un año más tarde remplazará nada menos que a su colega (por lo liberal y por oportunista) Alberto Fernández como Jefe de Gabinete del gobierno de Cristina. Antes de cumplir el año de gestión fue sustituido por Aníbal Fernández. Su abrupta eyección del cargo no resultó ajena a las elecciones legislativas de 2009. Fue cuando el gobierno lo acusó de “traidor” porque Malena Galmarini, su esposa y candidata a concejal en Tigre, se presentó en una boleta local despegada de la de  Néstor Kirchner con la que obtuvo 14 puntos más, ostentando por otra parte una llamativa cercanía con el empresario conservador-liberal Francisco De Narváez.  El propio Massa afirmó durante la campaña que había tomado la decisión de irse del gobierno. Lo que en realidad ocurrió fue que durante ese año el gobierno sufrió un gran desgate y su oportunismo lo llevó a tomar distancia para no perder prestigio y posibilidades electorales.
   Las elecciones de 2009 le permitieron a Massa continuar desempeñando el cargo de Intendente de Tigre.  Pero su visión política, siempre ajena al pensamiento auténticamente nacional y popular, quedará en evidencia una vez más durante  2010, cuando los cables de Wikileaks nos pusieron en alerta acerca de los vínculos carnales que mantuvo y mantiene con la embajada de Estados Unidos. De esos cables surge que  calificó a Néstor Kirchner despectivamente de «perverso» y  «cobarde».
   Alejado definitivamente del kirchnerismo Massa construyó en 2013 una nueva estructura partidaria, el Frente Renovador, cuya base política data de la conformación en 2010 del “grupo de los ocho”, grupo intendentes de la provincia de Buenos Aires que se declararon antikirchneristas. Con dicha estructura encabezó la lista a diputados nacionales por el Frente Renovador para las PASO, obteniendo el 35, 05 % de los votos válidos. Y en las elecciones generales del 27 de octubre del mismo año alcanzó el 44 %, convirtiéndose en la gran esperanza del establishment para retomar las riendas del poder político. Durante el año en curso viajó a la “madre patria”  (EE.UU.) de todo liberal consecuente para posicionarse aún mejor de cara a “la Argentina que viene”.
   Por lo señalado, con el escenario electoral de un cercano 2015,  Massa quiere convertirse en el nuevo Menem del siglo XXI. Un liberal que tras camuflarse en las filas del peronismo pueda llevar adelante otra aventura política impulsada por sus verdaderos jefes, la oligarquía vernácula y la burguesía de Estados Unidos. Sin embargo, a diferencia de Carlos Menem (que nació a la política como militante de un peronismo nacional y popular),   todos los datos disponibles de Sergio Massa dan cuenta de un personaje que desde que apareció en estas lides, no tuvo otra visión política que no fuese la que lo adscribe al liberalismo más rancio. Primero con Álvaro Alsogaray y Luis Barrionuevo, luego como consustanciado menemista, y finalmente abandonando las filas (que nunca debió integrar) del kirchnerismo para no “desprestigiarse” y poder convertirse en el candidato que el bloque enemigo anda necesitando.  A Menem se lo ha acusado con razón de traidor, porque ganó las elecciones en 1989 con un plan político surgido del campo nacional-popular y lo abandonó por ideas típicas del bloque oligárquico-imperialista ni bien llegó a la presidencia. Massa también es liberal, pero a diferencia del riojano nunca demostró ser otra cosa, por lo tanto, y para no tener que lamentarnos en un futuro cercano, sería conveniente  asumir con madurez política que el que avisa no traiciona.


La Plata, abril de 2014

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