sábado, 30 de mayo de 2015

La más maravillosa música…

Por Daniel Chaves

El pueblo en las calles. Por definición, y por evaluación del componente humano desde un punto de vista socioeconómico, la plaza del 25 se llenó de Alianza Plebeya en pos de fortalecer al Movimiento Nacional de cara a las próximas batallas inminentes.
Trabajadores, jóvenes universitarios, adolescentes, amas de casa, abuelos, niños, integrantes de la clase media urbana y suburbana, paisanos de la ruralidad anti oligárquica… todos y todas se dieron cita para desbordar, literalmente, la Plaza del Pueblo, la Plaza de las Madres, la Plaza de las más significativas revoluciones emancipatorias y nacionales que conozcamos hasta la fecha.
La Presidenta de la Nación, en uno de sus más sentidos discursos en un contexto de masas, lució su habitual capacidad oratoria y expresiva. Apenas horas antes, la fenomenal apertura del Centro Cultural Néstor Kirchner, el más importante de Latinoamérica. Como para rubricar el fruto de tan impactante inversión estatal en un servicio cultural de primera magnitud para toda la población, aclaró la mandataria “no necesariamente cuando se crece económicamente se crece culturalmente. Se puede crecer en lo económico y no prestar atención a la cultura. Pero este es un proyecto de inclusión y este es un gesto redistributivo de acceso a la cultura”.
Asistieron todos los que debían estar en el día y a la hora señalada. Algunos más aplaudidos, otros menos. Incluso más de una mirada llena de desconfianza, nada que no se pueda presagiar en el variopinto componente de un gran movimiento nacional, con sus diversos rostros y líneas de pensamiento y acción política. Pero lo central no se basó en las diferencias naturales, sino en el intento de exponer una mayor unidad del núcleo dirigente. Que deberá superar el rótulo del “para la foto” y comenzar a transitar carriles de adultez política, priorización de los intereses nacionales por encima de los personales o de facción, y exponerle a la militancia, y a la ciudadanía en su conjunto, con claridad meridiana que el bloque antinacional, el “enemigo” en general, está en otro lugar. Por más dudas que puedan dejarnos algunos dirigentes, necesitamos Unidad para garantizar la victoria que no sólo ansía la gran masa del pueblo argentino, sino que esperan con acuciante necesidad no pocos gobiernos hermanos de Sudamérica, e incluso las naciones integrantes del BRICS.
La lucha por la segunda y definitiva independencia continúa. Mientras no haya condiciones objetivas ni voluntad política para librar una batalla más medular contra la oligarquía y sus socios extranjeros, deberemos bregar por la continuidad y consolidación del Movimiento Nacional en el Poder. Aunque varíe la capacidad de profundizar  o “aquietar” el desarrollo emancipatorio de acuerdo a la impronta de la conducción de turno al interior del movimiento.
Esa es la base de todos nuestros eventuales pasos después de Agosto. El marco popular está consagrado a trabajar por la victoria. Que el internismo o las desconfianzas entre unos y otros no aclaren el panorama para los candidatos del imperialismo en nuestro país.
Con el pueblo en las calles, todo se vuelve más realizable. Potenciar una unidad a prueba de egos, ampliar la base de apoyo posiblemente entre sectores medios y asegurar el retorno de algunos núcleos del Movimiento Obrero, parecieran ser tareas de corto plazo que hay que concretar, le guste o no le guste al componente progresista del campo nacional.


La brisa otoñal corre a nuestro favor. No la desperdiciemos promoviendo divisiones. 


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