domingo, 5 de junio de 2016

Los inmorales nos han… superao!

Por Daniel Chaves

   En jornadas donde sobresalen las frases hechas, los lugares comunes y el cinismo como recurso evasivo-argumentativo desde las esferas de nuestra dirigencia política vernácula y muy en particular, desde las huestes del oficialismo ultra-liberal oligárquico, Enrique Santos Discépolo retorna necesario, imprescindible, para señalarnos con estiletazos de su arte, el marco general de hipocresías y descreimiento del que hacen gala los anteriormente señalados.

   Pero no todas las espinas corresponden al bloque liberal, profundamente antinacional. Claudio Katz, en su nota del 29/05 para rebelión.org, esgrime una crítica que se torna atendible al aseverar que “el kirchnerismo sugiere que todos los dólares contados en La Rosadita son irrisorios en comparación a los desfalcos perpetrados por la familia Macri. Detalla los fraudes de su rival, pero se muestra muy reticente a aclarar lo ocurrido en el campo propio. En este terreno plano repite todos los lugares comunes del oficialismo. Convoca a que la ´justicia investigue´ y se excusa de emitir cualquier opinión antes que aparezca algún dictamen de los tribunales. Esta postura le impide al kirchnerismo hablar seriamente de la corrupción. Es la misma actitud que adoptan los hombres del Pro para eximir a Mauricio Macri de todas las anomalías cometidas…”

   Caído el fetiche harto trillado de la corrupción (que sólo sirve a esta altura, para entretener y desviar la atención de importantes sectores de la sociedad en medio de la tragedia económica, social y laboral que venimos atravesando), va siendo tiempo de cruzar debates por modelos integrales de país que disputen hegemonía y que influyan en el muy golpeado escenario regional presente y futuro.

   Claro que aquí también tropezamos con serias dificultades: de un lado, la actitud –entre fanática y obtusa- de la mayoría de los funcionarios nacionales, encerrados en sus decisiones aparentemente innegociables, amparados por un bloque de poder como muy pocas veces existió en la historia nacional. Del otro, la escasa capacidad de cohesión opositora, y del PJ-FPV en especial. Una lucha intestina que no cesa y que, en última instancia, facilita la gobernabilidad presidencial, aún a pesar de las torpezas del Ejecutivo.

   En el medio y sin disponer de los tiempos de la política ni de la justicia, los trabajadores en riesgo cotidiano. Algunos, organizados aunque más no sea en defensa propia. Otros, dispersos pero atentos al proceso inflacionario y de abrupto deterioro salarial. Acá no se habla de listas electorales ni “roscas” para dentro de un año, sino de lo esencial: comer, vestirse, sostener un techo donde subsistir.

   Posiblemente el enfoque comunicacional deba adaptarse a la agenda popular y no repetir inocentemente la que propone el establishment, ya sea en pretendida obsecuencia o desde las antípodas ideológicas.

   La suma de la creciente organización popular en defensa propia, la lucha comunicacional por la instalación de agenda propia con el consiguiente fortalecimiento de medios contra-hegemónicos, y el gradual crecimiento de una columna sindical dispuesta a enfrentar con toda audacia al más cruento liberalismo que se engalana en la persona de Mauricio Macri, servirán para empujar –acaso contra su propia voluntad- a la oposición parlamentaria a ejercer un rol de confrontación más definido contra el proceso de desguace total al que se nos va dirigiendo en tanto Estado Nacional al servicio del gran capital transnacional.


   De momento, Discépolo y sus agrias metáforas marcan el termómetro de la hora presente. El supuso que “los inmorales nos han igualao…”. Sin embargo y de momento, la realidad viene superando a aquella ficción “renegada” y de valeroso espíritu libertario.  




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