jueves, 9 de marzo de 2017

“Más que realismo mágico, lo de este gobierno vendría a ser el realismo trágico”

Conversaciones con Oscar González, ex Secretario de Relaciones Parlamentarias de los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner. Diputado Nacional (M.C.), periodista, y junto a Jorge Rivas, los principales referentes del Socialismo para la Victoria.

Por: Daniel Chaves

Excelso orador, conversador de vastos conocimientos que trascienden largamente a la política, Oscar González compartió un café con quien escribe estas líneas, para repasar anécdotas del pasado y presente del socialismo argentino –y sus diferentes rostros-, aciertos y errores de una fuerza tan antigua como atomizada a través del tiempo. Oscar es un profundo conocedor del socialismo criollo, y del componente humano de muchos de sus dirigentes o pretendidos socialistas, muchos de los cuales terminaron a posteriori orientándose hacia enfoques más o menos antipopulares. Pero la historia no se destaca en ellos, sino en los pormenores que a continuación brinda el entrevistado.

El discurso presidencial del 1° de marzo. ¿Una provocación “pautada”?

González recordó su rol como funcionario tan estrechamente involucrado en la apertura de las sesiones parlamentarias: “para mí el 1° de marzo es un día de inusitada importancia política y simbólica; allí se sintetiza lo que se hizo el año anterior y se propone la agenda para el año que se inicia. En este marco, estoy acostumbrado a depositar grandes expectativas para estas fechas… y resulta que me encuentro con este episodio para el cual no encuentro adjetivos… si te digo revulsivo, me acerco a mi sentimiento como ciudadano. Transformaron a ese recinto en un “acting” de hipocresía superlativa e imposible de ser considerada desde un análisis político. Tengo mucho respeto por el realismo mágico, pero esto vendría a ser el realismo trágico. Mencionan obras inexistentes, logros inexistentes, perspectivas falaces. Es el triste momento que nos toca vivir en Argentina, y no nos queda más que contener la ira y tratar de repensar los caminos a seguir”, expresó.
“El gobierno anterior, si bien criticado y desacreditado, tuvo un razonable estilo de gestión, de reformas moderadas: respetó los dispositivos de nuestra vieja Constitución liberal. Eso sí: los cambios concretados no fueron irreversibles, sino que ante la ofensiva de la burguesía –que nunca es nacional-, los grupos de poder financiero y sus secuaces, se revirtieron. Y eso debe servir de aprendizaje para cuando volvamos a tener una experiencia de gobierno: la moderación en los métodos no tiene que equivaler a la moderación en las determinaciones. Va a ser muy difícil, si no revertimos las acciones de los medios entre un segmento de la población que aún cree en ellos por más esfuerzo en materia cultural que hicimos, incluso también desde lo comunicacional, pero no pudimos superar a esos valores individualistas, burgueses”, se despachó.

La matriz económica

“Tampoco fue transformada en consonancia con todas nuestras aspiraciones”, aclaró González. “No tocamos los aspectos materiales ni sus mecanismos, y en el plano judicial, varias de las designaciones durante nuestra propia gestión fueron gentes formadas en las viejas escuelas de la aristocracia y élites del Poder Judicial, que viven protegiendo intereses de clase”, disparó con su estilo reflexivo pero decidido y militante.

¿Cómo se instala a nivel social la idea de crisis, cuando parte de esa misma sociedad no quiere hablar de crisis?

“Implica adentrarnos en el pensamiento crítico. En general priman las verdades de Perogrullo, lo que dice la tele, los lugares comunes, los políticos son ladrones, los ricos no roban porque ya tienen dinero… una masa enorme de falacias constituidas a través de las redes y los medios en verdades de ocasión que se consolidan con el mensaje del Presidente. Y queda a la vista lo que se logra por la vía de estas políticas.

¿Atrapados con o sin salida?

Aquí Oscar abordó sin remilgos el asunto: “Sólo un sufrimiento indecible de nuestra sociedad es lo que permite una reacción desesperada –que esperemos no sea violenta, aunque podría serlo. Sobran los ejemplos históricos. Así será, para mí, la vía de salida de esta crisis extrema. Nunca se dan de manera parlamentaria. Yo vengo de un partido cuyo documento fundacional, del siglo XIX, indica que mientras la burguesía permita que las sociedades asuman aunque sea parcialmente los beneficios del crecimiento, la lucha política parlamentaria sirve… ¡Pero en tales condiciones! Si es un régimen que deteriora el salario, expolia la pequeña propiedad, extingue a la clase media… en tales circunstancias no puedo promover una salida parlamentaria. Juan B. Justo dijo ´lento e impetuoso, el progreso humano es constante´. Frase muy propia del positivismo del siglo XIX, pero yo hago una lectura actualizada: Por algún lado, la presión social se va a manifestar”, aventuró.


Y esa fuerza tumultuosa, ese hervidero en aumento, ¿Cómo se encauza, considerando la magnitud de esa potencia que va emergiendo?

“El kirchnerismo expresa un aspecto no total de ese sedimento de movilización popular que va a contribuir desde las masas a construir una salida. Habrá una expresión electoral que revele todo lo conquistado, pero el cambio social que merece nuestro país va a ser más amplio, caudaloso que un simple triunfo electoral. Necesariamente surgirá un movimiento cultural, político, nacional, regional que probablemente sea muy doloroso y con un gran costo personal para quienes se pongan al frente. El hartazgo de los sectores sociales condenados a no tener futuro se va a ir canalizando en un esfuerzo organizacional, en un movimiento más denso, lleno de contradicciones y pujas tanto internas como externas, muy perseguido por el establishment, muy cuestionado también por ciertas izquierdas. Los socialistas que somos kirchneristas no nos encandilamos por la salida electoral, si bien no hay que despreciarla”.

¿Y qué rol le otorga al sindicalismo en esta coyuntura?

Continuó Oscar, apasionado, su análisis en el que no esquivó a ninguna consulta: “Salvo honrosas excepciones, hacen lo imposible para contener la lucha social de los trabajadores. Hay pocos sindicalistas que alienten el despliegue de la energía que contiene el movimiento obrero. Nosotros venimos de una tradición en la cual el sindicato expresa las contradicciones de clase de la sociedad, pero no estamos en aquellos tiempos. Hoy encontrás organizaciones llenas de intereses financieros, con enormes propiedades, manejan empresas, iniciativas inmobiliarias… no son el elemento más dinámico para protagonizar, sino que reaccionan cuando las élites las comienzan a traicionar y se acaban los plazos de gracia, los ´esperamos que les vaya bien´ todas frases beatíficas de estos señores frente al poder real. Pero como no vivimos un cuadro de situación sencillo, hay que construir un proceso histórico, estratégico, lleno de discontinuidades también entre estos sectores”.

¿Y desde lo electoral?

Bueno, yendo a lo específicamente electoral, nosotros los socialistas estamos predispuestos a sostener lo que la conducción de Cristina perciba y decida.

¿Lo primero sería frenar la hecatombe social…?

Claro. Esa hecatombe genera, implícitamente, una movilización, que habrá que canalizar en todos los terrenos, social, cultural, comunicacional…

Que, esto último que menciona, es central en el sostenimiento del gobierno actual…

“¡Y las redes!, nosotros desatendimos las redes. Te lo digo como periodista. Y todo esto necesita de una conducción unificada por lo menos para este período histórico. Y esa conducción unificada se llama Cristina Fernández de Kirchner. No es socialista, no es una militante revolucionaria, pero considero que es la persona con mayor claridad y compromiso con el proceso de cambio que se hizo, y es la única garantía de que se puedan reagrupar fuerzas políticas, sociales y culturales para una nueva etapa, cuyo caudal militante lo van a propiciar las propias medidas del actual gobierno. La catástrofe ya empezó. Va materializándose todos los días”. 

Estrategias y los “modales” para la próxima ocasión…

Avanzó sobre esta cuestión que tantas veces se oye pero muy pocos dan el paso de audacia para especificarlo: “Dotados de la legitimidad popular, por la vía que ella se produzca, en lo posible amplia y electoral,  hay que tomar decisiones en materia tributaria, fiscal e impositiva. En el mundo capitalista contemporáneo no hay otra forma de equilibrar la economía. No soy partidario de las expropiaciones ni de ninguna medida que no sea legal. Hay que hacer un esfuerzo –como lo hacen países tan poco comunistas como Noruega- que generan una redistribución del ingreso desde un rol estatal que lo asume como su principal papel. Un Estado protagónico. Acá las élites económicas gozaron de una exagerada autolimitación de nuestro Estado, se favorecieron históricamente de ello y de todas las trampas, argucias y amenazas con tal de preservar lo único que les interesa: su propia tasa de rentabilidad. De ahí emerge el actual gobierno, que es la brutalidad misma hecha política. Necesitamos construir una salida nacional, que nunca se consigue bajo el mando de la burguesía, sino del movimiento popular”.

El socialismo y CFK. Interacción y convicción.


Oscar González, en su equilibrio entre apasionado y afable conversador (vaya cualidad y mérito entre tanta mezquindad y ocultamiento de cartas reinante en mayor grado del que uno desearía…), remató la velada: “No tenemos ningún empacho en orientar nuestra perspectiva estratégica junto a Cristina. Con nuestra identidad, sin autolimitaciones. Es un orgullo acompañar a Cristina, hacer la V de la victoria, portar nuestras banderas rojas, es un orgullo cantar el himno nacional y también cantar la Internacional”.



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