Por
Daniel Chaves
Como medio informativo y de opinión,
buscamos subrayar desde nuestra orientación aquello que consideramos
fundamental por encima de lo secundario. Es por esta razón que en esta
editorial de Marzo, se decidió abordar un hecho tan simbólico como admonitorio de
lo que vendrá: Trabajadores bancarios marcharon este 1° de Marzo al Congreso de
la Nación, donde el presidente Mauricio Macri realizaba su controvertida
apertura de sesiones, para protestar por los despidos que vienen padeciendo y
que se podrían engrosar en los próximos meses.
Pero tal como se podía hasta incluso
presagiar –ante un gobierno antipopular que elabora un “protocolo” de
seguridad, de marcado tinte represivo, para las manifestaciones en la vía
pública- los trabajadores fueron reprimidos por las fuerzas de seguridad,
imposibilitándoles el arribo al Congreso para expresarles sus reclamos al
presidente Macri. No faltaron ni los gases ni las balas de goma.
Como una nota entre dramática y
desesperante, podemos añadir que, por fortuna para estos compatriotas, el aval
judicial para que los uniformados porten las pistolas “Taser” que lanzan
descargas eléctricas (una picana recubierta de modismos “civilizatorios”) llegó
un día después de los palos recibidos.
En un comunicado emitido por la Comisión
Gremial Interna del Banco Provincia de Buenos Aires, se afirma: “En su afán de impedir el ejercicio del
derecho a protestar y peticionar consagrado en nuestra Constitución, las
fuerzas represivas la emprendieron con injustificada violencia contra los
trabajadores (…) nos rodearon de gendarmes y policías como pocas veces en la
historia se ha visto, fuimos apaleados, nos rociaron con gas pimienta, nos
empujaron e hicieron todo lo imposible para impedirnos manifestar y peticionar
(…) claramente nos quieren amedrentar. Quieren meternos miedo para que no
luchemos”. Y sentencian: “(…)
mientras para el campo y las mineras hay reducción o eliminación de retenciones
y devaluación, para los formadores de precios zona liberada y para las
petroleras mayores subsidios; para los trabajadores hay despidos, impuesto al
trabajo, inflación, palos y gases”.
Este es el estado de la cuestión para la
clase trabajadora argentina en su totalidad: Todos somos plausibles de perder
nuestro empleo, todos podemos enfrentar una represión que viene alcanzando un
carácter de indiscriminada. La solidaridad de clase no es una quimera que sólo
se declama: Es una realidad indispensable que debe emerger tanto desde las
conducciones sindicales como del corazón de cada trabajador.
En un modelo que busca exacerbar el famoso
“no te metás” hasta el paroxismo, la unión férrea del conjunto de los
trabajadores es la herramienta más poderosa con la que se puede llegar a contar
en la actualidad.
Ante la fenomenal debilidad e internismo de
las fuerzas políticas que integran el campo nacional y popular, emerge como
pocas veces antes, la máxima de Rodolfo Walsh, quien a través de uno de sus
grandes cuentos (“Un oscuro día de justicia”) enfatizó aquello de que “el pueblo aprendió que estaba solo. El
pueblo aprendió que estaba solo y que debía pelear por sí mismo y que de su
propia entraña sacaría los medios, el silencio, la astucia y el coraje”. Es
evidente que este mandato nos interpela con toda su potencia para entenderlo y
aprehenderlo de una buena vez.
Mientras tanto y a la luz de los
acontecimientos, mientras unos dirimen sus internas y prosigue el pase de
facturas de espaldas a las necesidades concretas de la sociedad, los grandes
medios de comunicación yerguen la mayor farsa informativa de nuestra historia
contemporánea. Pero así como el presidente enuncia inconsistencias y garabatea
discursivamente un panorama cuando menos incomprobable, al tiempo que a pocas
cuadras y con plena noción del riesgo potencial, se apaleaba a compatriotas para
“evitarle la molestia” a don Mauricio de tener que escuchar legítimos reclamos,
también emerge un riesgo cada vez más notorio para la tríada gobernante
(P.E.N., Poder Judicial y Multimedios, sin mencionar a los grandes titiriteros
que ni siquiera habitan en nuestro país): Esto es, que sus continuas medias
verdades se transformen, inexorablemente y como fruto del gradual incremento
del descrédito social, en mentiras completas de las cuales ya no se pueda
retroceder.
Sería deseable proponerle a la gestión
macrista una revisión absoluta de los lineamientos económicos, políticos y
sociales que han decidido aplicar a como dé lugar. Pero creo que el olvidado
Cyrano de Bérgerac tendría más éxito en llegar a la luna transportado por una
tropilla de palomas como soñaba en su novela “Viaje a la Luna”, que la clase
trabajadora encontrar alguna redención por parte de un gobierno que vive y
respira por y para los intereses foráneos y en su enorme mayoría, completamente
indiferentes a los padecimientos de nuestro pueblo.
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