Por
Rocío Rivera
Profesora
y estudiante de Artes
Enero
y febrero se han convertido en fechas claves para los cinéfilos: es el momento
de la denominada “temporada de premios”. Reflexionando y haciendo una balance
de lo que han crecidos las cinematografías periféricas y emergentes, es
interesante el lugar que éstas han logrado ocupar en los festivales y
premiaciones más importantes en la industria del cine, a lo que, vale la
aclaración, no es indispensable ni es cuantitativamente ponderable
artísticamente si un film ha ganado o no determinado premios, pero que es
sumamente importante dentro de lo industrial del mundo cinematográfico, ya que
posiciona a los agentes del medio en mejor o peor lugar dentro de lo que
podríamos denominar campo intelectual
(de la industria del cine), si recordamos y retomamos los postulados del teórico
Pierre Bourdieu.
Comenzando
por los premios más destacados y espectacularmente publicitados como son los
premios Óscar, más allá de la tan esperada (ansiada) estatuilla para el ya anteriormente
merecedor Leonardo Di Caprio (por su papel en El Renacido (The Relevant,
2015) y el entusiasta segundo galardón como mejor director al mexicano
Alejandro González Iñarritu (en el 2015 por Gravedad
y en el presente año por la citada El
Renacido) que, siendo un director que genera pasiones u odios tajantes, es
ponderable como Iñarritu busca traspasar los límites de lo filmado, explorando
técnicas y formas de realización que siempre generan polémicas (mención
especial para el encargado de la fotografía del film del mexicano, Emmanuel
Lubezki, quien cuenta en su haber la dirección fotográfica de películas como Reality Beats (1994), Great Expectations (1998), Sleepy Hollow (1998), Children of men (2006), The Three of Life (2012), Gravity (2013), Birdman (2014), entre otras).
Habiendo
mencionado ya el tópico Di Caprio Oscars
2016, lo interesante de esta entrega de premios han sido las nominaciones a
mejor película extranjera y a mejor cortometraje animado. En la primera
categoría se pondera la nominación de la película colombiana El abrazo de la Serpiente (2015,
dirección de Ciro Guerra, Coproducción
Colombia-Venezuela-Argentina), que narra la historia de Karamakate, último
sobreviviente de una tribu ancestral, quien, tras vivir muchos años de profundo
aislamiento, logra entablar relación con un etnobotánico americano que se instala
en su región para hallar una planta que enseña a soñar. Si bien la película no
logró llevarse el premio (el mismo fue para Son
of Saul de Hungría, que retoma la temática de la ya trillada Segunda Guerra
Mundial) la nominación logró que los reflectores centraran la mirada en la
producción colombiana. En la segunda categoría, mejor cortometraje animado, la
ganadora Cuento de Osos (2014,
dirección Gabriel Osorio Vargas) que cuenta la historia de un viejo oso que, a
través de un teatro de marionetas que él mismo fabricó, narra la historia de su
vida, le permitió llevar el primer Óscar al país vecino de Chile.
Lo
mismo sucedió en los también famosos premios Globos de Oro, donde si bien el
premio a mejor película extranjera también fue ganado por Son of Saul, es interesante destacar la producción chilena
nominada, El club (2015, dirección
Pablo Larraín), film que presenta la historia de cuatro hombres que conviven en
una retirada casa de un pueblo costero, bajo la mirada de una cuidadora, todos
son curas y están ahí para purgar sus pecados. La trama da un vuelco cuando
llega un atormentado quinto sacerdote y los huéspedes reviven el pasado que
creían haber dejado atrás.
Del
mismo modo interesante, fue lo que sucedió en el festival de cine independiente
de Sundance, donde tres producciones latinoamericanas se alzaron con premios.
La primera fue la película argentina Mi
amiga del parque (2015, dirección Ana Katz, coproducción argentina -
uruguaya) que cuenta la historia de una joven madre primeriza que, afectada por
la soledad durante un viaje de su esposo, conoce a una extraña (quien
probablemente sea su hermana) y a curiosos personajes que le harán pensar en su
realidad más allá de sus propias obsesiones y temores. Ana Katz se llevó a casa
el premio a mejor guión por esta historia. Por otra parte, el filme colombiano La ciénaga, entre el mar y la tierra
(2015, dirección de Manolo Cruz y Carlos del Castillo), trata la historia de un
enfermo postrado en cama y su madre, recibió el Premio del Público en la
Competencia Internacional así como el de Mejor Actuación para sus
protagonistas, el mismo director y Vicky Hernández. En último lugar, un film ya
mencionado en este artículo, que también ha ganado en este festival, fue El abrazo de la serpiente, quien se alzó
con el especial Alfred P. Sloan, creado en homenaje a un ingeniero de General
Motors destacado por su labor filantrópica.
Quedará
para el devenir de la historia, si estas cinemagrafías periféricas a los
grandes centros productores de cine (Europa, Hollywood, etc.) logran anclar
cada vez más firme su peso y su impronta en la cinematografía mundial,
comprobando o no si los premios sirven para reposicionar a los diferentes cines
en la cartografía internacional.
0 comentarios:
Publicar un comentario