Por
Luis Furio
Más allá de la oscura realidad que vivimos, consecuencia de la
globalizada infamia de “Cambiemos”, la maduración histórica y política del
Movimiento Obrero Argentino habrá de conducirlo a asumir el papel directivo en
la lucha de todos los sectores explotados del país que hoy son agraviados por
el macrismo.
Si bien es cierto que la C.G.T. sobrelleva una conflictiva etapa de
desunión -Por razones que sería largo enumerar aquí- consideramos de vital
importancia poner fin a las confrontaciones estériles e inútiles que no hacen
más que socavar los cimientos de un movimiento que fue y es ejemplo en Latinoamérica
y en el mundo.
El presente impide caer en el pesimismo o la indiferencia, tal es el
impulso a la acción política que se debe implementar para revertir el proceso de
deterioro a manos de un gobierno que pretende retrotraernos a la tragedia de
los años 90.
Es fundamental consolidar la Unidad frente a quienes intentan quebrantar
o condicionar la voluntad del mundo del trabajo. En vez de discutir y consensuar estrategias
buscando alcanzar elevados objetivos, la dirigencia perdió de vista el objetivo
esencial, “La Unidad”.
Pero hay en el Movimiento Obrero un nivel de conciencia y una larga
experiencia. A través de ella conocieron el valor de la unidad para resistir la
dependencia y la opresión. Sin ese aprendizaje anónimo nada de lo conseguido
hubiese sido posible. Sin ese capital sindical de riqueza inagotable, el
movimiento obrero sería un armazón vacío.
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