domingo, 26 de octubre de 2014

Un paso atrás, dos pasos adelante

Por Daniel Chaves

   Mientras nos emocionamos con pleno derecho y justicia tras el exitoso lanzamiento del satélite ARSAT 1, oscuras fuerzas nos exhiben su impunidad más despiadada con todo lo inherente a la aparición del cuerpo del joven Luciano Arruga, a más de cinco años de su desaparición. Luces y sombras, alcances y límites, pugnas de los poderes fácticos cuando gobierna en nuestro país una fuerza política que apela y representa al Campo Nacional, lo cual implica el atento y constante boicot del bloque opositor de corazoncito y mentes anglo-yanquis, con sus enormes recursos financieros y operativos para resistir, quizás, el tiempo que sea necesario.

Equilibrios

   Hay equilibrios entre los actores en pugna, aparentemente necesarios de respetar para garantizar la “paz social” en una sociedad capitalista, globalizada y regida por el consumismo como uno de sus principales paradigmas. Estos “equilibrios” no hacen sino garantizar que los poderosos sigan siéndolo, y los de abajo, con mayor o menor grado de necesidades cubiertas –de acuerdo al perfil ideológico y la vocación de servicio del gobierno de turno- sigan remándola de abajo, o de muy abajo, con escasas probabilidades en los hechos –y no en lo meramente declamativo- de disputarle y arrebatarle poder real a los primeros.
   En este orden de las cosas, uno se pregunta si no sería tiempo de comenzar a profundizar una praxis revolucionaria en aras de transformar de raíz el orden socioeconómico vigente. Luego acontece el baño de realidad, y el posibilismo en todo su esplendor, llegando a muy interesantes conquistas pero sin lograr penetrar y desgarrar el dique de contención que históricamente nos frena y separa del bloque de intereses corporativos de los mayores dueños  del poder financiero (y que quizás, en un tiempo, reconquisten “opíparas” porciones del poder político) de la nación y la región en su conjunto.

Riesgos

   Es allí donde el paciente y sinuoso camino, en teoría correcto o más bien el posible dentro de lo que permite la coyuntura, se diluye en una nebulosa que lo configura desde insuficiente hasta inalcanzable, y comenzamos a remar entre piedras, a los tumbos, algunas veces dando vueltas en círculos como peces dentro de una pecera, sólo para volver a comenzar la tarea, una y otra vez. Ciertamente, con un paulatino incremento del agotamiento, con más temores que en el ayer, y la desazón tras cada desilusión que acontece y nos pone frente al desafío de retomar, como se pueda, la tarea de la liberación nacional. Aún cuando deba encararse contra tempestades y en el viejo dilema de respetar los “períodos cíclicos” en los cuales retorna el farandulismo, el individualismo como ideal de vida y un desinterés demoledor por el concepto de Patria Grande y sus inagotables alcances y posibilidades. O bien, caso contrario, pasar por “sectarios” o “iluminados” que dan la espalda a la mirada coyuntural del conjunto mayoritario de la sociedad cuando sobrevienen los tiempos de las “relaciones carnales” con el Imperio.

En el plano regional

   Por estas horas se libran trascendentales jornadas electorales en las hermanas patrias brasilera y uruguaya. Aún reflejando alguna clase de retroceso respecto a uno de sus antecesores, las performances de los candidatos populares, enrolados en el PT que posiciona la reelección de Dilma Rousseff, y el Frente Amplio uruguayo, que convoca al retorno de Tabaré Vázquez a la presidencia de la Nación, son modestas pero las únicas garantías firmes para conservar el sueño de la Patria Grande. Y no me refiero en términos de “Proyecto” ya que sería por demás ambicioso y estaría faltando a la verdad; ante la acostumbrada y variada gama de buenas intenciones y abundantes declamaciones en tal dirección, abundan en contrapartida, provincianismos mezquinos que suelen trabar todo vestigio de profundización de una firme y real integración regional en el área comercial-económica y hasta cultural. Por caso, el sueño de base bolivariana del Banco del Sur, podría estar convirtiéndose en un recuerdo de tiempos dorados. O por decirlo de un modo más metafórico, un acto heroico a mitad de camino.
   Está claro que asistimos y “masticamos” una etapa de amesetamiento en la lucha por la emancipación definitiva de nuestra región. Períodos éstos, mucho más prolongados que los picos de avances del bloque regional en integración real y profunda de las economías y la identidad cultural latinoamericana.

Baño de realidad

   Asumir que se inició un período donde quizás el tope sea la defensa de las conquistas alcanzadas en el último decenio, con muy estrecho margen para la “profundización” de la inclusión social (aún lejos de poder afirmarse como plena Justicia Social) en Nuestra América, puede resultar ingrato o poco estimulante para la necesidad de reclutamiento de las organizaciones políticas que sostienen este rumbo, pero evitará un –probablemente- inadecuado ejercicio de mística revolucionaria, o cuando menos transformadora de nuestra realidad, que eventualmente se choque de bruces con el consabido “no se puede” y conlleve desilusiones a gran escala entre las generaciones más jóvenes.

   Se aviene un período histórico en el cual lo más sensato, seguramente sea dar un paso atrás, para luego dar dos pasos adelante.

   O bien no nos sorprendamos si el día menos pensado, nos hallamos corroborando la voz del poeta, ya sea por desidia, incapacidad colectiva, derrota táctica o simple traición; condimentos que nos ponen en el umbral de contemplar al “futuro repetir el pasado”, y que nos traigan por recetas mágicas “un museo de grandes novedades”, por supuesto, sentenciadas de antemano al fracaso.

   Y mientras tanto, y con las más básicas necesidades del pueblo trabajador luchando para no caerse del centro de la escena… el tiempo no para.


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