miércoles, 1 de abril de 2015

GOLPES DE ESTADO GLOBALES: MINERVA DESARROLLÓ UNA FASE SUPERIOR

Por Juan Carlos Dennin

  En los albores de la avanzada neoliberal, llevada adelante por la dupla Ronald Reagan y Margaret Thatcher, el Imperio llegó a la conclusión de que los golpes de estado tradicionales comenzaban a originar situaciones perjudiciales.  Estas se enmarcaban tanto en cuestiones desfavorables de imagen, así como también en lo oneroso que a mediano plazo resultaban los mismos. Es así que comenzaron a desarrollar teorías que persiguiesen el mismo fin, pero que superasen esas situaciones adversas.
  Así fue que una de estas teorías fue  llevada a la práctica: es la denominada como la de los “Golpes Blandos”.  Su autor, el estadounidense Gene Sharp, resalta que "nosotros combatimos con armas psicológicas, sociales, económicas y políticas" (sic).  Llevados a la práctica, sus postulados  esta teoría han resultado exitosos  en países del este de Europa (con las “revoluciones naranjas”) y, en los últimos tiempos, también han triunfado en nuestras tierras.
  En 2009, Manuel Zelaya, presidente de Honduras, fue destituido tras  maniobras pergeñadas por la Suprema Corte de Justicia de ese país y los grandes medios de comunicación.  Así mismo, en 2012, Fernando Armindo Lugo Méndez, presidente de Paraguay fue destituido en un controvertido juicio político.
  No fue por casualidad, sino como alerta, el que se hayan viralizado en las redes sociales, durante los últimos meses,  los preceptos de los “Golpes Suaves o Blandos” que son siempre ocultados o desdibujados por los grandes monopolios de comunicación.  Esas alertas aparecieron en consonancia con las presiones que enfrentan los gobiernos de Nicolás Maduro, Dilma Rousseff y Cristina Fernández de Kirchner, cuyos gobiernos no gozan  de la simpatía del imperio, ni de los sectores del establishment autóctonos.
  La puesta en práctica de esta doctrina necesitó además de cimientos aún más profundos  para solidificar su desarrollo. Es así que diversas investigaciones permitieron comprobar que al finalizar la denominada “Guerra Fría”,  profesores de  universidades estadounidenses e instituciones dedicadas a la investigación social estaban siendo financiados en secreto por el Pentágono. La prioridad de la labor a desarrollar sería el entender qué es lo que lleva a los ciudadanos a implicarse en un movimiento político… para poder manipularlos a su antojo.
  Ese costoso programa del Departamento de Defensa de Estados Unidos, ha sido impulsado por el secretario de esa área Robert Gates, y  apunta a desarrollar a corto y largo plazo una “visión militar” de las problemáticas de política común de defensa con vistas a su uso por parte de los altos funcionarios y responsables implicados en la adopción de decisiones y aclarar las políticas que aplican los mandos militares.   De tal modo podrán conformar “ideas de guerra combativas relevantes inmediatas y a largo plazo”.
  La Minerva Research Initiative, del Departamento de Defensa lanzó este programa en 2008, año de la crisis bancaria global, con el fin de analizar las fuerzas sociales, culturales, conductuales y políticas en  regiones del mundo de importancia estratégica para los EE.UU. y neutralizar el descontento social mundial ante distintos sucesos.
 El Proyecto, que contiene, entre otros, ítems como “Demografía e Insurgencia”, “Efectos de la Asimetría, la Interdependencia y la Multipolaridad en la estrategia Internacional” y “La Vía estadounidense de Guerra Irregular”, se enmarca en la doctrina de la Guerra No Convencional (Guerra Sucia), basada en la Inteligencia y las Operaciones de Acción Psicológica, que conforman el bagaje de la llamada Guerra Psicológica e integral, en la cual participan, además de las Fuerzas Especiales de Operaciones (SOF) de EE.UU., agencias de espionaje como la CIA, la NSA, la DIA, la DEA y homólogas.
  En una de  sus pautas, se señala que los mensajes y conversaciones de Twitter se examinarán “para identificar a los individuos movilizados que puedan generar un contagio social y cuando estén movilizados.”
  La Oficina de Investigación Científica de la Fuerza Aérea de los EE.UU., gestiona para el período 2014-2017, un proyecto basado en un estudio dirigido por la Universidad Cornell.   El mismo tiene como objetivo desarrollar un modelo empírico “de la dinámica de la movilización de los movimientos sociales y los contagios.” Ese proyecto determinará “la masa crítica (punto de inflexión)” de contagios sociales mediante el estudio de sus “huellas digitales” en los casos de “la revolución egipcia 2011, las elecciones rusas de 2011 de la Duma y otras variables.  Solamente para 2014, el Congreso estadounidense le asignó al programa un presupuesto total de 17,8 millones de dólares.
  El análisis y la crítica de muchos investigadores independientes, destacan como  pretensión del gobierno estadounidense el militarizar a las ciencias sociales, poniéndolas al servicio de la guerra.  En mayo de 2008, la American Anthropological Association (AAA) indicó al gobierno que el Pentágono no dispone del «tipo de infraestructura para una evaluación de la investigación antropológica y de otras ciencias sociales, que sea  capaz de permitir “un examen por homólogos, simultáneamente riguroso, equilibrado y objetivo”, y exhortando, además, a que aquel tipo de investigación fuese gestionado más bien por agencias civiles, como la National Science Foundation (NSF).  Como respuesta, un mes después,   el Departamento de Defensa firmaba con la NSF un protocolo de acuerdo para una gestión conjunta de Minerva.
  Luego de esta situación  AAA advirtió que, aunque las proposiciones de investigación fuesen evaluadas en adelante por los comités de examen de la NSF, quienes tendrían la facultad de nominación para los puestos de dichos comités serían los oficiales del Pentágono.
  El Director del programa Minerva, Dr. Erin Fitzgerald expresó: “El Departamento de Defensa toma muy en serio la seguridad de los Estados Unidos, de sus ciudadanos y de los aliados y socios de los Estados Unidos. Si bien todos los retos de seguridad no causan conflicto, y cada conflicto no involucra a los militares de los EE.UU.,  Minerva ayuda a la investigación en ciencias sociales básicas de modo que ayude a aumentar la comprensión del Departamento de Defensa de las causas de la inestabilidad y la inseguridad en todo el mundo. Gracias a una mejor comprensión de estos conflictos y sus causas, el Departamento de Defensa puede prepararse mejor para el entorno futuro de la seguridad dinámica “.
  No es difícil deducir que, ante la dificultad de conseguir los objetivos fijados mediante un golpe blando, las resultantes del Programa Minerva podrán ser aplicadas in situ como complemento para una acción posterior.  Bastaría una Orden Ejecutiva del Gobierno contra un tercer país que afectara la “amplitud” de los intereses de EE.UU. para promover una revuelta local armada en ese territorio o hasta una intervención militar.
  Otro de los proyectos desarrollados, el Human Terrain Systems (HTS), fue ideado para implicar a los especialistas de las ciencias sociales en las operaciones militares en el terreno, y para ello desarrollaba sus entrenamientos en regiones alejadas, dentro de los propios Estados Unidos.  Adaptaban sobre su propia población el Proyecto COIN (contrainsurgencia) que habían concebido para las invasiones en Afganistán e Irak.  Las poblaciones locales eran vistas desde una perspectiva militar como un elemento amenazador para el equilibrio establecido del poder y de la autoridad,  y desafiante ante la ley y el orden.  El desarrollo de los procedimientos que abarca el Proyecto Minerva están contemplados como materiales de estudio en las principales academias militares norteamericanas.
  En otro ejercicio se planteaba un escenario de militantes ambientalistas que protestaban por la contaminación provocada por una central de carbón cerca de Misuri.  En el mismo se incluían algunos miembros de la famosa ONG de protección del medio ambiente Sierra Club. Los participantes tenían que lograr diferenciar a “los portadores de soluciones” y los “revoltosos” del resto de la población.  Esta última estaba destinada a convertirse en blanco de operaciones de información para desplazar su centro de gravedad hacia ese conjunto de perspectivas y de valores que constituye el “terminus deseado” de la estrategia del ejército.  ¿Algo parecido a la participación de los estudiantes en  las “guarimbas” venezolanas en 2014 ?
 Documentos de Planificación del Pentágono son los que fundamentan esta serie de juegos de guerra, o simulacros, surgidos del Proyecto Minerva.  Los mismos nos están indicando que la vigilancia masiva que desarrolla la National Security Agency (NSA) en todo el orbe está en parte motivada por la preparación de respuestas rápidas con vista a la desestabilización que resultaría  de los problemas a producirse en los sectores de la economía, del medio ambiente, y de la energía, y que afectarían los intereses de Estados Unidos de Norteamérica.

  En definitiva, Minerva es el nombre de un nuevo engendro de la colonización y de la guerra encubierta que nos hacen.   Es un excelente ejemplo de la naturaleza profundamente intolerante y contraproducente de la ideología militar norteamericana que debemos hacer fracasar.  Su inalterable misión es la defensa de un sistema mundial  impopular que responde a una ínfima minoría.  Por eso todas las agencias de seguridad nos presentan a nosotros, a la Patria Grande, a todos los que pretendemos corrernos de ese esquema, como terroristas en potencia.  

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