viernes, 5 de agosto de 2016

Significativa protesta de vendedores ambulantes en Morón centro durante varios días

Calles cortadas. Gomas quemadas. Piquetes. Tensión. Gran parte de los comercios cerrados. Bronca en unos, indignación en otros…

Los trabajadores informales dedicados a la venta ambulante se manifestaron, cortando buena parte de las esquinas del casco comercial de Morón, para protestar tras el desalojo que sufrieron a mediados de julio, y exigir soluciones al intendente municipal, Ramiro Tagliaferro.

El vendedor Víctor Salinas declaró el jueves 28 de julio para FM en Tránsito (93.9) “… no tuvimos una respuesta (del intendente municipal), esta es la última medida que queríamos tomar… lo que nosotros pedimos es que nos dejen trabajar, dialogar pero trabajando. Y por ahora venimos obteniendo respuestas negativas”.

Consultado por la señal televisiva C5N, Tagliaferro definió a los manifestantes como poseedores de “un perfil bastante violento” y enfatizó que “incurren en la ilegalidad, están en pleno espacio público, están en la vereda y la decisión nuestra con el apoyo de la fuerza pública y la justicia fue recuperar el espacio público para los vecinos, para los comerciantes y para los frentistas, que pagan sus impuestos”.
Al día siguiente, y ante la falta de respuestas satisfactorias por parte de las autoridades municipales, recrudeció la protesta con múltiples cortes de calle, organizados por la asociación de vendedores ambulantes de Morón. Más llamas y más bronca acumulada de un lado, la promesa de “recuperar las calles junto a las fuerzas de seguridad” por el oficialismo. Tampoco faltaron los vecinos curiosos, los indiferentes y hasta unos cuantos que reclamaban en moderado tono de voz, una pronta represión. Testimonios de una mecha que recién se va encendiendo, que ahora se visualiza a través de esta problemática y mañana será por muchas otras, y cuyo resultado final nos enturbia con la más oscura incertidumbre.

Con el transcurrir de los días y hacia el cierre de esta edición, la protesta continúa pero con un declive tanto en el impacto como en la dimensión de los acontecimientos. La respuesta de la ciudadanía, imbuidos acaso por un “clima de época” desaprensivo, individualista y reacio a las luchas populares, tampoco favorece al genuino reclamo de este grupo de trabajadores informales.

La negativa a conversar de parte del intendente municipal, y buscar soluciones que cuide la economía de subsistencia de los involucrados, parece una decisión irrevocable.


Ya sea que la modalidad del reclamo acabe diluyéndose, como que se decida un “desalojo” de la vía pública ordenada por el Ejecutivo municipal, en cualquiera de los casos la resultante será incrementar el rencor y hasta la violencia desde y contra un grupo social que está siendo abandonado a su suerte.







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