lunes, 12 de diciembre de 2016

Laberinto Político

Por: Luis  Furio   

Así como en la vida de los seres humanos hay instantes de euforia y otros de depresión, que eso en última instancia es la vida, en los pueblos ocurre lo mismo. En esto los argentinos tenemos una larga y dolorosa experiencia. Un viejo texto de historia nos dice que “La manifestación más pura e inmediata del tiempo es el ahora, lo que está pasando, el presente, el hoy” y es precisamente el hoy, con su abrumada carga de contradicciones y desaciertos quien nos plantea considerar la posibilidad de abrir un espacio de discusión que nos permita clarificar la situación política de la Argentina actual. Poner en claro hechos que cada día son más confusos y contradictorios analizarlos a fin de dilucidar este intricado laberinto político. 

Frecuentemente la “Diosa  Clío” se complace en originar contradicciones que obligan a los pueblos a tomar conciencia de la realidad que los ahoga; nosotros hemos llegado a ese punto… y debemos enfrentarlo.  

A cien años de la Ley Sáenz Peña sancionada en 1912, y que garantizaba por primera vez las elecciones Libres y Democráticas, la derecha conservadora accede a la Primera Magistratura de la Nación, iniciándose a lo largo del presente año un desaforado cambio de régimen. Casi sin darnos cuenta ha sucedido una silenciosa y drástica revolución, sin proyecto aparente, sin ideología declarada. El Ejecutivo reemplazó al Congreso y empezó a gobernar con Decretos; sin el menor anuncio se devaluó la moneda, los precios en los Supermercados aumentaron en forma desproporcionada, además sepultados por una ola de despidos. La pauperización del pueblo hasta en sus necesidades alimentarias, el abandono de la Salud Pública son secuelas sociales de esta política Neoliberal totalitaria. Estamos indefensos ante un Estado que no escucha y busca instaurar el miedo. Su fuerza apareció cuando ya estaba instaurado, supo prevenir y paralizar cualquier reacción en su contra. En este complejo panorama un dato más -y no el menor- es la muy débil representatividad del arco político opositor, quienes en la manifiesta oquedad de sus discursos ocultan una verdadera farmacopea de tendencias. Y surge entonces la pregunta ¿Qué Hacer? Por ahora, luego de una derrota que nadie explica, dejar de lado los lamentos que nos lleva al vacío y  tratemos de “pensar” racionalmente la nueva situación.  


Hoy se paga el precio del infantilismo analítico de una dirigencia política que terceriza la tarea de pensar y adopta las conclusiones de “opinólogos” obsecuentes. Nuestro mayor inconveniente surge de la improvisación casi permanente en  que nos debatimos sin planes concretos y precisiones para las futuras generaciones. Es preciso recuperar una tradición intelectual olvidada que a lo largo del Siglo XIX-XX hizo frente a las tendencias totalitarias inherentes al Neoliberalismo y a la degradación mediática de la cultura. Incluso ir más allá, a las fuentes: renovar la capacidad de leer, reflexionar y opinar. No existe actividad más subversiva ni temida que la capacidad de pensar.   

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