lunes, 7 de marzo de 2016

Repensar la industria, lo que la temporada de premios nos dejó

Por Rocío Rivera
Profesora y estudiante de Artes

Enero y febrero se han convertido en fechas claves para los cinéfilos: es el momento de la denominada “temporada de premios”. Reflexionando y haciendo una balance de lo que han crecidos las cinematografías periféricas y emergentes, es interesante el lugar que éstas han logrado ocupar en los festivales y premiaciones más importantes en la industria del cine, a lo que, vale la aclaración, no es indispensable ni es cuantitativamente ponderable artísticamente si un film ha ganado o no determinado premios, pero que es sumamente importante dentro de lo industrial del mundo cinematográfico, ya que posiciona a los agentes del medio en mejor o peor lugar dentro de lo que podríamos denominar campo intelectual (de la industria del cine), si recordamos y retomamos los postulados del teórico Pierre Bourdieu.

Comenzando por los premios más destacados y espectacularmente publicitados como son los premios Óscar, más allá de la tan esperada (ansiada) estatuilla para el ya anteriormente merecedor Leonardo Di Caprio (por su papel en El Renacido (The Relevant, 2015) y el entusiasta segundo galardón como mejor director al mexicano Alejandro González Iñarritu (en el 2015 por Gravedad y en el presente año por la citada El Renacido) que, siendo un director que genera pasiones u odios tajantes, es ponderable como Iñarritu busca traspasar los límites de lo filmado, explorando técnicas y formas de realización que siempre generan polémicas (mención especial para el encargado de la fotografía del film del mexicano, Emmanuel Lubezki, quien cuenta en su haber la dirección fotográfica de películas como Reality Beats (1994), Great Expectations (1998), Sleepy Hollow (1998), Children of men (2006), The Three of Life (2012), Gravity (2013), Birdman (2014), entre otras). 

Habiendo mencionado ya el tópico Di Caprio Oscars 2016, lo interesante de esta entrega de premios han sido las nominaciones a mejor película extranjera y a mejor cortometraje animado. En la primera categoría se pondera la nominación de la película colombiana El abrazo de la Serpiente (2015, dirección de   Ciro Guerra, Coproducción Colombia-Venezuela-Argentina), que narra la historia de Karamakate, último sobreviviente de una tribu ancestral, quien, tras vivir muchos años de profundo aislamiento, logra entablar relación con un etnobotánico americano que se instala en su región para hallar una planta que enseña a soñar. Si bien la película no logró llevarse el premio (el mismo fue para Son of Saul de Hungría, que retoma la temática de la ya trillada Segunda Guerra Mundial) la nominación logró que los reflectores centraran la mirada en la producción colombiana. En la segunda categoría, mejor cortometraje animado, la ganadora Cuento de Osos (2014, dirección Gabriel Osorio Vargas) que cuenta la historia de un viejo oso que, a través de un teatro de marionetas que él mismo fabricó, narra la historia de su vida, le permitió llevar el primer Óscar al país vecino de Chile.


Lo mismo sucedió en los también famosos premios Globos de Oro, donde si bien el premio a mejor película extranjera también fue ganado por Son of Saul, es interesante destacar la producción chilena nominada, El club (2015, dirección Pablo Larraín), film que presenta la historia de cuatro hombres que conviven en una retirada casa de un pueblo costero, bajo la mirada de una cuidadora, todos son curas y están ahí para purgar sus pecados. La trama da un vuelco cuando llega un atormentado quinto sacerdote y los huéspedes reviven el pasado que creían haber dejado atrás.


Del mismo modo interesante, fue lo que sucedió en el festival de cine independiente de Sundance, donde tres producciones latinoamericanas se alzaron con premios. La primera fue la película argentina Mi amiga del parque (2015, dirección Ana Katz, coproducción argentina - uruguaya) que cuenta la historia de una joven madre primeriza que, afectada por la soledad durante un viaje de su esposo, conoce a una extraña (quien probablemente sea su hermana) y a curiosos personajes que le harán pensar en su realidad más allá de sus propias obsesiones y temores. Ana Katz se llevó a casa el premio a mejor guión por esta historia. Por otra parte, el filme colombiano La ciénaga, entre el mar y la tierra (2015, dirección de Manolo Cruz y Carlos del Castillo), trata la historia de un enfermo postrado en cama y su madre, recibió el Premio del Público en la Competencia Internacional así como el de Mejor Actuación para sus protagonistas, el mismo director y Vicky Hernández. En último lugar, un film ya mencionado en este artículo, que también ha ganado en este festival, fue El abrazo de la serpiente, quien se alzó con el especial Alfred P. Sloan, creado en homenaje a un ingeniero de General Motors destacado por su labor filantrópica.


Quedará para el devenir de la historia, si estas cinemagrafías periféricas a los grandes centros productores de cine (Europa, Hollywood, etc.) logran anclar cada vez más firme su peso y su impronta en la cinematografía mundial, comprobando o no si los premios sirven para reposicionar a los diferentes cines en la cartografía internacional. 

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