martes, 14 de julio de 2015

Carta de una adolescente frente a la convocatoria NiUnaMenos

   Hoy me di cuenta lo cansada que estoy, hoy cuando prendí la televisión y en las noticias aparecía la historia de otra chica muerta, otra chica que murió sufriendo, asustada y llorando. Murió a manos de su novio, como tantas antes que ella y tantas después. Me voy al colegio con un nudo en el estómago, me voy con  mil y un situaciones en las que podría morir solo por el simple hecho de haber nacido mujer; como si no estuviera muriendo de a poquito con cada una de ellas.
   Mientras tanto, en algún lugar un hombre le levanta la mano por primera vez a su novia; en otro, una quinceañera respira despacito los últimos segundos de aire, las últimas gotitas de juventud se le escurren, la vida desaparece en un instante, realmente le hubiera gustado abrazar más fuerte a su mamá esta mañana cuando fue al colegio. Le hubiera gustado saber que no iba a volver, que dos hombres la iban a subir a la fuerza a un auto cuando dobló la esquina. En un segundo ella se volvió polvo, el mismo que vivimos aspirando y soplando hace tanto tiempo.
   “¿Viste ese escote? Después pretenden que uno no se tiente ¿Para que provocan de esa manera?” opina un hombre en la parada del colectivo hablando sobre uno de los últimos femicidios. Claro, seguramente ella se vistió pensando en lo hermoso que sería que te golpeen hasta matarte, luego de ser torturada y víctima de una violación en grupo.
Hoy me cansé de seguir consumiendo la muerte de tantas mujeres como si nada, ver como hacen un circo a partir de un genocidio, ver como son expuestos en los medios detalles de la vida personal de mujeres que siquiera están presentes para poder defenderse. Opinemos sobre la culpa de ellas, las víctimas, mientras violadores y asesinos se alejan silbando bajito, y mejor aún, sigamos masturbándonos con detalles morbosos mientras no movemos un dedo para frenarlo, ya que sabemos lo incapaces que somos como sociedad para siquiera sugerir un cambio.
   Hoy estoy harta de cada vez que me censuraron, me invisibilizaron, me abusaron, me violentaron y me asesinaron una y mil veces.
   Es hora de dejar de decir feminismo bajito, como si fuera una mala palabra, dejar de considerar normal e irreversible la cultura de violación y es hora de oponernos fervientemente al sistema patriarcal al que venimos acostumbrados hace tanto tiempo.
   Y yo, meriendo la rabia, la impotencia y las ganas de llorar. Grito fuerte para que me escuchen, les doy voz a las que hace tiempo enmudecieron y no me dejo callar por los que pretenden que sea ciega, sorda e insensible.
   Hoy me cansé, hoy tengo ganas de luchar.

Florencia Muñoz Suppa 
Alumna de 6to año de la Escuela de Educación Secundaria Nº17
Ciudad Jardín – Palomar – Distrito de 3 de Febrero



0 comentarios:

Publicar un comentario