martes, 21 de julio de 2015

Una calle me separa del amor que está en mis sueños: Voley, una película de Martín Piroyansky.

Por: Rocío Rivera

Profesora y estudiante de Artes.

  Martín Piroyansky es uno de los jóvenes actores, fruto de Magazine For Fai, más prolíferos de los últimos años. Con tan sólo 29 años, su carrera lo ha llevado a explorar tanto la comedia (Sofacama (2006), Cara de Queso (2006), Mi primera Boda (2011)), como el drama (XXY, 2007), así como también ha participado e incursionado en la dirección de cortometrajes (Un Juego Absurdo, No me ama, ambos del 2009).
  Su interés por la dirección se manifiesta desde hace poco tiempo en la producción de este actor. Si bien su primera realización es el corto anteriormente mencionado Ella no me ama, su primer largo llega recién en 2012 con Abril en Nueva York (que, vale la pena mencionarlo, contó con la actuación de Miguel –Abril- Sosa, ex baterista de Catupecu Machu y fundador del grupo Cuentos Borgeanos) película de estilo independiente, que no fue pensada comercialmente pero que igualmente se estrenó en salas y con críticas favorables. A partir de aquí el interés de Piroyansky en este nuevo rol dentro de la industria del cine ha ido en subida.
  En el presente artículo, y a modo de inauguración de esta columna, traemos el comentario sobre Voley, película estrenada en marzo de este año y que hasta hace brevísimo tiempo permanecía en cartelera. Comencemos por contar la historia que nos presenta esta película: Nicolás y su grupo de amigos se juntan para pasar año nuevo en una casa en el Delta del Tigre. En el transcurrir de tan sólo dos días, los afectos, lazos y relaciones de estos seis amigos, cambiarán completamente. El film se presenta como una comedia de situaciones, muy al estilo estadounidense (American Pie, Loco por Mary, por ejemplo) al igual que el filtro de las drogas para fundamentar las escenas más absurdas de la película, nos remiten a otras filmografías ajenas a las de nuestro país (Pánico y Locura en las Vegas, pasajes psicodélicos de Bobby).
  Voley se presenta como una ola de aire fresco para el cine nacional. Históricamente nuestro cine (así como todo el cine latinoamericano) se ha caracterizado por presentar una estética realista, que se destaca  por mostrar los conflictos sociales y la realidad más negativa de nuestros países. Aquí nos encontramos con una estética totalmente diferente: una película que nos narra una situación puntual, el devenir de la dinámica de un grupo de amigos, los conflictos amorosos, las inquietudes sexuales, las confusiones sentimentales, la cotidianidad de la vida juvenil, la utilización de las drogas (sin tomarlas como un tabú), entre otros temas. La película no plantea una profundidad en el relato ni en el argumento de la historia, pero es destacable justamente por eso mismo: es una película ágil, pensada para gente joven que entiende la dinámica de las situaciones que se presentan, que manejan otros valores y que puede identificarse con el ritmo y las razones que van desarrollando la historia. La metáfora de la rotación de los partidos de vóley (dónde casualmente son 6 los jugadores, al igual que el número de protagonistas de la cinta) nos permite adelantar el tema desde el título mismo. Se destaca la utilización de la banda de sonido, donde muchas veces gana tal protagonismo, que encontramos dentro del film, pequeñas secuencias de videoclip muy interesantes.

Esta suerte de enredos amorosos, con un protagonista “que se las gana a todas sin querer”, que tiene un gran cauda lingüístico, que se vale de mil formas para expresar sus sentimientos y que termina enamorado de la chica incorrecta, a lo que sumamos un final abierto que nos permite a los espectadores redondear la historia como mejor nos parezca, nos puede remitir al cine de Woody Allen, donde las travesuras amorosos y los cambios de parejas están siempre a la orden del día (cabe destacar que Piroyansky escribió, dirigió y protagonizó el film, al igual que lo ha hecho Allen con la mayoría de sus películas). Claramente esto sí es una oleada de aire fresco para el cine argentino, un humor simple, con diálogos realistas (donde abundan las palabras y faltan contenidos), es una buena opción para la creciente industria nacional, donde, se está brindado la propia mirada de los jóvenes sobre el mundo de los jóvenes.


0 comentarios:

Publicar un comentario